Relacionamento entre alterações climático-ambientais, as migrações humanas e a diminuição ou aumento da densidade populacional em África
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Intercambio ecológicamente desigual y el Nuevo Trato Verde

Gracias al protagonismo mediático de Greta Thunberg, el problema de la contaminación ambiental, hasta hace poco ignorado, se convirtió en el foco de atención, y todos los demás problemas son como si se hubieran olvidado. ¿El problema ambiental es realmente tan catastrófico como afirma Greta, y la cuestión ecológica es más importante que todo lo demás?

El problema de la destrucción del medio ambiente, contrariamente a lo que aparece en la pequeña pantalla con Greta y los grandes contaminadores con los que se da la mano, debe ser sacado de las fronteras nacionales (especialmente de los pocos países más desarrollados) y debe ser considerado desde la perspectiva de las relaciones económicas y políticas del conjunto de todos los países.

Si observamos la organización mundial desde ese ángulo, podemos comprender lo que hay que hacer con respecto a la división jerárquica entre países. Hablando claramente, los países que se encuentran en la parte inferior de la jerarquía producen materias primas para los países que se encuentran en el centro de la jerarquía, quienes después fabrican productos finales para el consumo destinados a los que se encuentran en la parte superior de la jerarquía.

Tal organización del orden mundial es consecuencia de procesos económicos cuyo objetivo es acumular riqueza en la cúspide de la jerarquía, o lo que llamamos «capitalismo» en su forma monopolística. El capitalismo como orden económico mundial es, por un lado, mantenido por instituciones políticas globales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio (OMC), etc.; por otro lado, está «asegurado» por la fuerza militar de los países más ricos y desarrollados (OTAN y sus aliados).

Casi no hay productos que se produzcan íntegramente en un solo país (desde las materias primas hasta el producto final), sino que la producción se lleva a cabo a través de las denominadas cadenas mundiales de productos básicos en las que participan cientos, y para determinados productos incluso miles, de proveedores y fabricantes individuales repartidos por todo el mundo. Si el problema ambiental es una consecuencia directa del modo de producción capitalista, específicamente por una forma de producción que incluye decenas de países por producto, ¿cómo no vincular la «catástrofe ecológica» a todos los demás problemas a los que se enfrenta la mayor parte del mundo y que el puñado de los países más desarrollados prefieren encubrir?

Un intercambio ecológicamente desigual

Uno de los mecanismos de acumulación de riqueza de los países desarrollados que se encuentran en la cima de la jerarquía es el llamado intercambio desigual. Más precisamente, si en uno de los países que realiza el intercambio los trabajadores tienen bajos ingresos (en países pobres), y en el otro país tienen altos ingresos (en países ricos), el valor producido en el primer país se transfiere al segundo.

Simplifiquemos el porqué de todo esto: Marx vio que las economías nacionales producen lo que él llamó «Tasa General de Ganancias» – cuando aparece una nueva rama de producción para la entrada de capital, la tasa de ganancia cae, y cuando cae a un nivel suficientemente bajo, las inversiones se detienen y se trasladan a otra rama más rentable. Durante un período suficientemente largo, la relocalización del capital de un sector a otro hace que todas los sectores den una tasa de beneficio similar, la llamada tasa general de beneficio. Esto se debe a la movilidad del capital – es decir a su capacidad para moverse libremente dondequiera que sea necesario.

Al mismo tiempo, Marx observó que algo similar sucedía con los salarios de los trabajadores. Cuando hay una alta demanda de mano de obra en un sector, los trabajadores reciben salarios más altos, por lo que naturalmente se inclinan por los sectores productivos que pagan más. Esta movilidad de la fuerza de trabajo hace que los salarios medios crezcan y se igualen durante un período de tiempo más largo.

Sin embargo, estamos hablando del comercio internacional, no nacional. En ese contexto, el capital tiene la misma movilidad que en el ámbito nacional (puede trasladarse de un país a otro), pero no la mano de obra: su movilidad está limitada por las fronteras estatales. Debido a esto, se forma una tasa general de ganancia a nivel internacional, pero los salarios no se igualan, lo que hace que los pobres sigan siendo pobres.[1]

Una manera de entender el intercambio desigual es ésta: si suponemos que la tecnología en todo el mundo es igual o similar – que la productividad del Tercer Mundo es igual o similar- , y que la única diferencia es el coste de la mano de obra, entonces, podemos suponer que el valor que un trabajador de un país pobre añade a una mercancía es el mismo que el que incorpora un trabajador de un país rico; esto significaría que la fuente de beneficio para el capitalista estaría en la diferencia de salarios entre el trabajador del país rico y el del trabajador del país pobre.

La base para el intercambio desigual de bienes también se aplica a la teoría del «intercambio ecológicamente desigual», más concretamente a la «relación de intercambio desigual entre países que tienen diferentes posiciones en el sistema mundial». Esta perspectiva teórica se centra no sólo en el daño que se hace al medio ambiente de los países pobres como consecuencia del comercio con los países ricos, sino también en sus efectos sobre la salud, la seguridad y los acontecimientos socioeconómicos. Asimismo, debemos subrayar el hecho de que esta forma de «intercambio» es mucho más beneficiosa para los países ricos que para los pobres.[2] Los países ricos «exportan» la contaminación a los países pobres, con la intención de hacer que los países donde se produce paguen los gastos de protección del medio ambiente, y no los pague la empresa que gestiona la producción (de otro país, generalmente más desarrollado). Las instituciones globales mencionadas anteriormente sostienen el orden que «expropia el bienestar ecológico» de los países pobres por parte de los ricos.[3]

El objetivo principal detrás del intercambio ecológicamente desigual es, ante todo, económico. Las empresas más grandes tienden a aumentar los ingresos y la competitividad de sus productos en el mercado mediante la reducción de los costes de producción. O podemos decirlo así: tienden a arrebatar la mayor ración de valor posible que se produce en otro lugar. La fuente de ese valor puede ser el trabajo humano (pagado, no pagado o mal pagado) o los costes que el poseedor de capital debe asumir, pero que los asume otro en su lugar.[4]

Los costes derivados del daño ecológico pertenecen a la última categoría, y eso se llama externalización. Como ejemplo, podemos mencionar a la empresa americana Apple, uno de los ejemplos más famosos de una cadena de productos básicos eficiente. Cada iPad producido lleva casi 15 kg de mineral, casi 300 l de agua, así como combustible fósil para la energía utilizada en la producción que emite 30 kg de monóxido de carbono. La primera generación de iPads produjo 47,5 kg de gases de efecto invernadero por producto. Si el iPad se produjera en los Estados Unidos, cada producto costaría 190 dólares más sólo por gastos ecológicos.[5]

Está claro que el iPad tiene los mismos componentes y lleva la misma cantidad de trabajo dondequiera que se produzca, por lo que la contaminación es la misma independientemente de la ubicación de la fábrica. La producción del iPad en los países asiáticos significa que esos países cargarían con los costes de la contaminación, pero también con el costo de su eliminación. Así es como funciona la mencionada «exportación de contaminación». Una combinación que da lugar a dos ganadores: Apple como propietario del producto en el mercado, pero también el consumidor en los países ricos que obtiene el producto por debajo de su valor.

Las Consecuencias del intercambio ecológicamente desigual

Reducir todos los problemas ecológicos al calentamiento global es cerrar los ojos a la realidad. A decir verdad eso más cómodo de lo que parece, porque esa realidad afecta a países y poblaciones que están lejos de los que se preocupan por las emisiones de monóxido de carbono. La degradación del ecosistema en los países periféricos conduce a toda una cadena de problemas. Veamos algunos ejemplos.

EuroGold Group obtuvo una licencia para la explotación de oro en la ciudad turca de Bergama. Sin embargo, EuroGold utilizó cianuro, lo que llevó a la destrucción del suelo y de los ingresos de los agricultores locales.[6]

En el Delta del Níger se explota petróleo. Las perforaciones petrolíferas están destruyendo el agua y constituyen una grave amenaza para las comunidades locales que sobreviven gracias a la pesca. La situación es tan crítica que en la región hay varios grupos guerrilleros que atacan a las plataformas petroleras.

El alcance de las consecuencias ecológicas es bastante evidente en el caso del cultivo de café en Uganda. La mayoría de los agricultores de Uganda viven de los productos agrícolas que ellos mismos cultivan. Sin embargo, la necesidad de dinero para enviar a sus hijos a la escuela, hace que se dediquen a la caficultura como única manera de adquirirlo. La caficultura es la causa de la deforestación en las montañas que aumentó el número de deslizamientos a lo largo de los años. Cada año aumenta el número de agricultores que pierden la vida a causa de los deslizamientos de tierra. Aparte de los deslizamientos de tierra, el número de casos de malaria aumentó porque el café necesita sombra y humedad, y estas son las condiciones ideales para que los mosquitos se reproduzcan. Al ampliar las zonas de cultivo de café, aumenta el número de mosquitos y los agricultores a menudo quitan los mosquiteros de sus casas y los utilizan para hacer sombra, lo que los hace mucho más vulnerables y expuestos a las picaduras y al paludismo.[7]

El Nuevo Trato Verde

El frenesí mediático en torno a Greta y la catástrofe ecológica tiene como objetivo crear una opinión pública positiva sobre el llamado New Deal Verde. Se trata de una serie de políticas similares al New Deal de Roosevelt – políticas parecidas a las de las democracias sociales de los años 70 que combinaban inversiones estatales en infraestructura con políticas sociales, incrementos salariales y otras, pero esta vez el énfasis está puesto en la protección del medio ambiente.

Los creadores de esta iniciativa son los demócratas estadounidenses «progresistas», que desde hace un par de días gozan del apoyo de la ONU. Debido a la recesión que se avecina, piden que se abandonen las medidas de austeridad, pero también las inversiones estatales en infraestructuras como el transporte ecológico, la energía «limpia» y los sistemas alimentarios, así como las inversiones en los países en desarrollo con el objetivo de crear una industria «más ecológica».[8]

Esta es una confesión clara de que las fuerzas del mercado y la lógica del libre comercio conducen directamente una crisis y no a salir de ella. Más exactamente, llevan a la imposibilidad de que el mercado y el capital financiero creen crecimiento, desarrollo y prosperidad. El llamamiento a una intervención abierta del Estado para romper la sagrada regla del liberalismo sobre la no intervención en las relaciones comerciales, sólo significa que la oligarquía está buscando una manera de salir del problema a expensas de sus beneficios. Sin embargo, esa solución sólo significa que los problemas se «nacionalizarán» (el dinero de los contribuyentes financiará el crecimiento de las empresas privadas sin hacer del Estado un competidor del capital privado), pero también que Occidente, para resolver sus problemas, impondrá por cualquier medio (político, económico y a través de organizaciones internacionales) la «solución verde» al resto del mundo.

Revisemos la externalización y el desvío de los gastos fuera del proceso de producción: así como el coste de la contaminación se traslada a los estados periféricos, el coste de hacer que la industria sea»verde» recae sobre el Estado. Cuando se trata de la mayoría de los países desarrollados el efecto de esta política es diferente.

Se espera que el Estado sea el que invierta en una nueva infraestructura más ecológica, lo cuál sólo puede significar unas pocas cosas: 1. Utilizar medios públicos para crear demanda que no existiría de otra forma (otra forma de externalización, empresas que creen que el costo de infraestructura de su negocio debería recaer en el estado), 2. Subsidiar el cambio a una producción ecológica (el costo de cambiar a una nueva forma de producción no debería ser pagado por las empresas, y toda la operación no debería afectar severamente el margen de ganancia y el crecimiento), 3. Invertir en el desarrollo de nuevas tecnologías más verdes.

De esta manera se crea un monopolio del mercado global en el campo de las tecnologías verdes, protegiendo las nuevas tecnologías con derechos intelectuales y patentes (otra forma de despojar a otros países de su riqueza), y se garantiza al propietario de esa tecnología (ya sea de la tierra o de una empresa) que cosechará altos beneficios hasta que esa tecnología se extienda tanto y tan lejos que deje de ser rentable. Al mismo tiempo, podrán obligar a los fabricantes y proveedores de los países pobres a utilizarlas, y de esa forma crearán un mercado para sus productos de capital ecológico, pero también mantendrán la dependencia de esos países en el sentido económico y, por tanto, político.

Los subsidios pueden considerarse una medida proteccionista. Los países ricos están protegiendo sus negocios asumiendo una parte del gasto, lo que reduce el precio de sus productos en el mercado global. Por otro lado, los países periféricos se verán obligados a importar la tecnología verde, a pagar por las patentes y a mantener el régimen de libre comercio. De esta manera no podrán desarrollar de forma independiente su propia tecnología verde porque violar las patentes tendría consecuencias económicas negativas (no podrían encontrar un comprador en el mercado global), y su tecnología verde no sería competitiva, sería más costosa que la importada. Así, mientras que se espera que los países pobres se dediquen casi religiosamente al libre comercio, los países ricos están interfiriendo abiertamente en él mediante medidas proteccionistas a fin de garantizar su hegemonía económica.

El New Deal Verde no es más que una maniobra política para salir del estancamiento neoliberal que recae sobre las espaldas de los países periféricos, tal como era la costumbre con todas las soluciones previas a una crisis. Esa es la solución de una crisis en los países ricos: Exportarla a los países pobres. Está bastante claro que la causa principal que está detrás de la destrucción ecológica es la lógica capitalista, universal para todo el planeta. Cambiar la forma de acumulación no cambia la lógica del sistema y, por lo tanto, no elimina la causa de los problemas ecológicos. La mayor parte de esos problemas seguirá correspondiendo a aquellos cuya participación en la riqueza es la más pequeña.

Al final debemos responder a las preguntas planteadas al principio del texto. El problema ecológico es crítico y conduce a una catástrofe. Asimismo, forma parte de una cadena de otros problemas y es una consecuencia directa del orden mundial político y económico. El problema del cambio climático no puede considerarse, y mucho menos resolverse, como si estuviera en el vacío; sólo puede resolverse mediante la transición a una forma de producción sostenible, incompatible con la acumulación capitalista.

  1. https://www.princip.info/2017/12/21/arghiri-emmanuel-marksisti-nejednaka-razmena/ DIFUNDE LA PALABRA-https://anti-imperialist.net/2019/05/31/arghiri-emmanuel-unequal-exchange-revisited/ DIFUNDE LA PALABRA-
  2. Paul K. Gellert, R. Scott Frey, Harry F. Dahms, «Introduction to Ecologically Unequal Exchange in Comparative Perspective», JOURNAL OF WORLD-SYSTEMS RESEARCH, Vol. 23 Issue 2
  3. David Ciplet, «Splintering South: Ecologically Unenequal Exchange Theory in a Fragmented Global Climate», JOURNAL OF WORLD-SYSTEMS RESEARCH, Vol. 23 Issue 2
  4. Donald Clelland, «Unpaid Labor as Dark Value in Global Commodity Chains», https://sites.google.com/site/surplusdrain/
  5. Donald Clelland, «El corazón de la manzana: Dark Value and Degrees of Monopoly in Global Commodity Chains», JOURNAL OF WORLD-SYSTEMS RESEARCH
  6. https://newsolution17.wordpress.com/2017/06/01/bergama-against-eurogold/
  7. Kelly F. Austin, «Brewing Unenequal Exchanges in Coffee:<br /> A Qualitative Investigation into the Consequences of the Java Trade in Rural Uganda», JOURNAL OF WORLD-SYSTEMS RESEARCH, Vol. 23 Issue 2
  8. https://www.france24.com/en/20190925-un-calls-for-global-green-new-deal-to-boost-world-economy DIFUNDE LA PALABRA-

Este articulo primero apareció en serbo-croata en Princip.info

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