ArtículosBases/OTANDestacados

La OTAN, de la “contención del comunismo en Europa” a la dominación planetaria

Ponencia presentada por el autor al XIII Seminario de Relaciones Internacionales de la Habana, el 25 de abril de 2018.

Manuel Pardo de Donlebún, miembro del Frente Antiimperialista Internacionalista

Los días 24 y 25 de mayo de 2017 se celebró en Bruselas la 26ª Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN. Vino precedida por especulaciones acerca del papel que adoptaría la nueva administración de los EEUU en relación con un supuesto acercamiento a Rusia y el aparente desdén por la OTAN, manifestados por Donald Trump durante su campaña electoral.

Sin embargo, la política de hostigamiento a Rusia ha continuado, con la única salvedad de que ahora los EEUU demandan de Europa un compromiso mucho mayor.

En la Cumbre se decidieron temas tan trascendentes como:

  • La evaluación de las decisiones adoptadas en la anterior Cumbre de Varsovia sobre una agresiva extensión de la OTAN hacia el este, con despliegues permanentes de tropas en Polonia y los Países Bálticos hasta la frontera rusa, en violación de los acuerdos previos OTAN-Rusia

  • La modernización de los arsenales nucleares, incluyendo los europeos

  • La exigencia a los países miembros de “elevar” sus gastos militares al 2% de su PIB

  • La confirmación del nuevo rol de la UE para dirigir operaciones e intervenciones militares “delegadas” en el área europea y África, que va tomando forma en la creación de Grupos de Combate permanentes, programas militares de investigación, medios de coordinación y comunicaciones, despliegues en operaciones y oficinas de propaganda contra la “agresiva Rusia”

  • Desarrollo de la OTAN global, con nuevos acuerdos de cooperación con países del sureste asiático y el reforzamiento de la ya existente con Japón y Corea del Sur. Merece destacar aquí el reciente acuerdo alcanzado con el gobierno de Colombia, que trata de esta forma de legitimar, con el respaldo de la “alianza”, el secular papel de los EEUU en la tutela de los intereses de las corporaciones y el capital financiero en todo el subcontinente latinoamericano, justo en el momento en que asistimos a la desmovilización de sus guerrillas y a una virulencia inusitada de los procesos de restauración neoliberal.

Para comprender el alcance y significado del papel que juega la OTAN como principal instrumento de imposición de los intereses del capital sobre los de los trabajadores y los pueblos, es esencial revisar su historia, sus estructuras y sus capacidades, así como el papel que juegan las antiguas potencias coloniales europeas y, en particular, el estado español.

1.- Génesis y evolución de la OTAN

Se alude con frecuencia al papel que jugaron los EEUU en la defensa de Europa frente al fascismo y a la importancia de la permanencia de sus tropas en territorio europeo para garantizar la paz. Hay que señalar, sin embargo, que EEUU entró en la segunda guerra mundial tras haber hecho enormes beneficios en el comercio con ambos bandos y asegurarse el desgaste de las antiguas potencias coloniales, una vez que tuvo la seguridad de que Alemania no podría vencer. En realidad, el grueso de la resistencia al nazismo estuvo en la URSS, que sufrió del orden de 25 millones de muertos.

Ya desde las postrimerías de la guerra, estaba claro que el enemigo de los EEUU era la URSS; esta es la razón por la que arrojó las dos bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, cuando Japón estaba pidiendo negociaciones de paz: era una demostración de su capacidad de destrucción, en un mensaje dirigido especialmente a la URSS.

EEUU inauguraría, tras la guerra, un nuevo paradigma en la explotación de los países periféricos que haría innecesaria la conquista directa del territorio; en su lugar, se impone la exportación de capitales excedentes de acuerdo con las burguesías locales y con el apoyo directo a sus fuerzas armadas, el sistema jurídico de las Naciones Unidas y el impulso a los procesos de descolonización para mermar la capacidad de sus competidores y el fin del proteccionismo, con todos los mecanismos de dependencia, a través del crédito, emanados de los acuerdos de Bretton Woods. Entretanto, las antiguas metrópolis europeas, miembros de la OTAN, llevaban a cabo las guerras más despiadadas y genocidas contra los movimientos de liberación de las antiguas colonias.

En este contexto, los EEUU y el Reino Unido estaban muy preocupados por la influencia de las fuerzas de la URSS en Europa oriental, a quienes debían su liberación, según el reparto de tareas acordado en la Conferencia de Yalta. Los propios países de Europa Occidental, alegando una inexistente amenaza de invasión soviética, promueven entonces la creación de un pacto defensivo, de asistencia entre ejércitos, pero sin estructuras propias: la Alianza Atlántica, de 1948.

La rápida ofensiva del ejército de Corea del Norte (con apoyo soviético) contra el gobierno del Sur, colaboracionista con Japón durante la SGM y títere ahora de los EEUU, estimuló la creación, en 1949, de una estructura permanente, bajo el mando militar de EEUU y una sede permanente en París: la OTAN. EEUU, que había sido reacio a comprometerse indefinidamente en Europa, aceptó este cambio de postura gracias a los oficios del Senador Vanderberg, que llegó a afirmar que «La OTAN debería servir ante todo a la finalidad concreta de asegurar una defensa adecuada contra la subversión interna».

En 1954, la URSS pediría el ingreso en la OTAN como garantía para la preservación de la paz en Europa; sin embargo, su ingreso no es aceptado. Paradójicamente, en 1955 sí se accede al ingreso en la OTAN de Alemania Occidental, con autorización para su rearme. Todos los países que habían sido liberados del terror nazi por las resistencias populares (lideradas en su mayor parte por los comunistas) y por el Ejército Rojo, establecieron entonces el Pacto de Varsovia, lo que desmonta la tan cacareada tesis de que la OTAN se creó para “defenderse” del Pacto de Varsovia.

La vocación anticomunista de la OTAN se puso de manifiesto no solamente en el establecimiento del más potente aparato militar ofensivo en el teatro europeo, sino que promovería la creación, por parte de los servicios secretos de los países aliados, de redes clandestinas dedicadas a la desestabilización de los gobiernos socialistas (conocidas como redes “stay behind”) y a impedir el acceso al gobierno en los países aliados de los partidos comunistas. Para ello, no dudarían en utilizar a innumerables fuerzas secretas, rescatadas de entre antiguos agentes nazis, fascistas y colaboracionistas, desencadenando algunas de las más siniestras acciones terroristas, en especial en Italia: las operaciones clandestinas de la Red “Gladio” venían a confirmar el aserto antes mencionado del senador Vanderberg.

Al concluir la SGM, EEUU se haría con la tecnología armamentística y los mejores cerebros de la Alemania nazi para desarrollar una alocada carrera de producción de armas nucleares. Para garantizar su supervivencia, la URSS se vería arrastrada a desarrollar su propio programa. Con el tiempo se irían sucediendo distintos paradigmas en relación con el uso de las armas nucleares, conscientes de la inevitabilidad de unos niveles de devastación inasumibles por ambos bandos, en lo que se conoció como la “guerra fría”: “destrucción mutua asegurada”, “respuesta flexible”, tratados ABM, SALT, etc, de limitación de armas nucleares, antimisiles y espaciales, etc. El equilibrio nuclear alejaría los enfrentamientos armados, al tiempo que inyectaba gigantescas inversiones en la industria militar norteamericana, que resultó extraordinariamente dinamizadora para su economía.

Francia estaba disconforme con el protagonismo de EEUU en la defensa de Europa; en 1959 prohíbe la entrada de armas nucleares en Francia y plantea su propio arsenal nuclear disuasorio. Del 59 al 66 fue retirando sus fuerzas de la estructura militar y la sede de la OTAN se trasladó a Bélgica. Solo regresaría al Comité Militar en 1995 y a la estructura de mando en 2008.

En 1962 se produce la “crisis de los misiles”, cuando EEUU se negó a admitir el despliegue de misiles nucleares soviéticos de teatro en Cuba, en respuesta a las armas nucleares de teatro en Europa y Turquía ; ello estuvo a punto de desencadenar un desastre sin precedentes y sorprende su comparación con la actual postura, sostenida por los EEUU, de su derecho a desplegar misiles de teatro y antimisiles en los países fronterizos con Rusia.

La carrera armamentística y la guerra sectaria impuesta por la CIA en Afganistán contra el apoyo soviético a su gobierno acabarían por asfixiar a la economía de la URSS, cuyos dirigentes se vieron en la necesidad de abrir negociaciones con los EEUU para evitar el colapso. Eran tiempos en que, tras las crisis de los 70, se impone el modelo de globalización neoliberal, disolviendo poco a poco el papel de los estados como redistribuidores de la riqueza y liberando al capital de cuantas restricciones fuera posible para su acumulación.

En 1987 se firma el Tratado de Washington, para la eliminación de armas de teatro (INF) y Gorbachov reduce unilateralmente 500.000 efectivos militares en Europa en 1988. Todos estos acontecimientos conducen a la caída del telón de acero en 1989 y al acuerdo 4+2 de reunificación de Alemania en 1990, con el compromiso de que no habría estacionamiento de tropas de la OTAN en lo que fuera la República Democrática Alemana. Finalmente, en 1991, se desintegra el pacto de Varsovia, con el compromiso de los EEUU de que no se extendería la OTAN hacia el este. El mismo año se firma el tratado START-I de reducción de armas nucleares estratégicas y en 1993 el START-II, que obligaban a EEUU y a Rusia a limitar sus cabezas nucleares al orden de 3.000 cada uno, aunque EEUU nunca llegó a ratificar este último. En 2001, EEUU abandonaría el tratado ABM (de 1972) para desarrollar su escudo antimisiles.

Desaparecido el pretexto para su existencia, la OTAN no solo no se desmantela, sino que se va ampliando hasta las propias fronteras rusas. Las élites corruptas que accedieron al poder en los antiguos países del Pacto de Varsovia se apresuraron a pedir el ingreso en la OTAN a cambio de créditos occidentales para la supuesta recuperación de su maltrecha economía, lo que redundaría en su propio beneficio, dejando como saldo unos enormes niveles de desigualdad.

La ONU ve poco a poco declinar su papel como mecanismo de resolución de disputas, con unos EEUU crecidos y sin el contrapeso de la URSS; su manipulación por los EEUU, con su derecho de veto y el de sus aliados, en el Consejo de Seguridad y con el puro chantaje a los pequeños países, conseguirá la autorización para las intervenciones de la OTAN en su nombre o legitimará las que se desencadenen unilateralmente en lo sucesivo. Se iniciaba así un periodo en el que la OTAN abandona su supuesto papel defensivo del “mundo libre” para volcarse en una agenda cada vez más agresiva e intervencionista en todos los confines del planeta.

Los conflictos en la antigua Yugoslavia, país que fuera impulsor del Movimiento de No Alineados y que se resistió a la penetración despiadada de los capitales occidentales, fueron alimentados inicialmente por Alemania (y el Vaticano) desde 1991 y consiguen su desmembramiento con el objetivo estratégico de dividir para vencer las resistencias. Entre otras muchas actividades de injerencia, debemos mencionar los bombardeos que ejecuta la OTAN, autorizados por la ONU, sobre la república serbobosnia de Sprska para debilitar a éste contendiente frente a Croacia. Esta campaña inaugura un cambio en la orientación estratégica de la OTAN, que por primera vez interviene abiertamente en una guerra, tomando partido por uno de los contendientes con la excusa de la “responsabilidad de proteger” a la población civil. Previamente, se había producido una descomunal campaña de propaganda desde todos los gobiernos y los medios occidentales para justificar la operación militar ofensiva de una organización que se decía meramente defensiva. En 1995 se firmaron los acuerdos de Dayton, en los que la OTAN intervendría como una parte más y que consagraron el desmembramiento de la antigua Federación Yugoslava.

En 1999 se desencadena la subsiguiente guerra de Kosovo, en la que la OTAN interviene en favor de los independentistas; se establecen conversaciones de paz en Rambouillet, con la participación de la OTAN y cuando se habían alcanzado los principales acuerdos políticos, la OTAN exige la inclusión de una cláusula inaceptable para Serbia: el paso franco y sin previo aviso de las fuerzas de la OTAN a cualquier punto del territorio serbio. Su negativa desencadena una campaña de bombardeos de la OTAN sobre objetivos civiles de Serbia, esta vez sin la autorización de la ONU, alegando el “derecho de injerencia para garantizar los derechos humanos”.

Entretanto, se celebraría la cumbre de Washington en 1999: el teatro de operaciones de la OTAN se expande a todo el área euroatlántica: no sólo a los países miembros, sino a cualquier territorio en ese ámbito, con la posibilidad de intervenir de manera “preventiva”. Entre los riesgos que dice enfrentar, se encuentran: la agresión convencional desde los aledaños de la zona euroatlántica; el uso de armas de destrucción masiva; perturbaciones en los sistemas de información; actos de terrorismo, de sabotaje o de delincuencia organizada; perturbación del flujo de recursos vitales y grandes movimientos incontrolados de población. Es decir, la OTAN no solo desborda el derecho a la legítima defensa ante agresiones que la ONU reconoce, sino que, además, se arroga la potestad de intervenir preventivamente, antes de que tal agresión se produzca.

El 11 de septiembre de 2001, en un acto del que se sigue discutiendo su autoría, se producen los derribos de las torres gemelas de Nueva York, un acontecimiento que marcará el inicio de la “guerra contra el terror” de EEUU y que mueve a la OTAN a una reformulación en profundidad. La cumbre de Praga de 2002 lanza todo un programa de ampliación al este, de modificación de las estructuras de mando y fuerza y al desarrollo de las fuerzas de reacción rápida. Si antes estaban orientadas a la defensa territorial, ahora el énfasis se pone en la capacidad expedicionaria. El siniestro atentado ofrecería a los EEUU ya a sus aliados un enemigo a su altura, una vez desparecida la supuesta amenaza soviética.

A partir de entonces, la OTAN se emplea en multitud de ocasiones, en operaciones muy alejadas del teatro europeo y con una justificación en la lucha contra el terrorismo internacional: con la manipulación de las Naciones Unidas, en las que dominan las potencias fundadoras de la OTAN, ésta ha sido puesta al servicio de la ONU para emprender operaciones en el Mediterráneo y en Afganistán primero y en el cuerno de África y el Índico después (en este caso, bajo la tapadera de la UE); y en acciones unilaterales, aunque con la participación entusiasta de muchos de sus aliados (y, desde luego, explotando todos los medios e infraestructuras de los que la OTAN se ha dotado), en Irak primero y posteriormente en Libia y Siria, entre otras muchas.

Justificadas todas como intervenciones para llevar la paz y la estabilidad, se trata de asegurar, por el chantaje o la imposición por la fuerza, los grandes intereses económicos y estratégicos de las élites que la dominan, en particular en los Estados Unidos, frente a los gobiernos y pueblos que suponen un obstáculo para ello, con absoluto desprecio de la legalidad internacional y minando toda la credibilidad y capacidad de la ONU en favor de la paz. Siguiendo el modelo económico del neoliberalismo, en el que los estados son un obstáculo al desarrollo espontáneo de los negocios, la OTAN se pretende imponer así como el “ejército del mundo”, al que los estados se apuntan o corren el riego de ser barridos del mapa como un estorbo. Ello explica la febril expansión de la OTAN, que incluye ya a países como Montenegro o Georgia y los innumerables acuerdos de asociación con países tan dispares como Japón, Colombia o Finlandia.

En la cumbre de París de 2007 se había firmado el Acta Fundacional sobre Cooperación y Seguridad entre Rusia y la OTAN, declarando que ya no eran adversarios. La OTAN tenía un gran enemigo de recambio en qué justificarse. Sin embargo, la cumbre de Cardiff de 2014 establecería un nuevo paradigma en la vocación agresiva de la OTAN, con un retorno al concepto de guerra total contra enemigos de capacidad militar equivalente. Se toma como pretexto la supuesta anexión de Crimea por Rusia, pero se omite mencionar que el 90% de su población lo demandó en referéndum, después de que los EEUU y la UE apoyaran un golpe de estado ejecutado por los sectores más reaccionarios de su oligarquía y las fuerzas fascistas para atraerlos a la órbita occidental y privar a Rusia de sus bases estratégicas. Ello suponía el último acto de rebeldía rusa, después de que, en la guerra subrogada de occidente para la desmembración de Siria, Rusia hubiera intervenido en respuesta a la solicitud de su legítimo gobierno, tras comprobar la utilización espuria que los países de la OTAN habían hecho de una resolución de la ONU que declaraba una zona de exclusión aérea en Libia y que fue utilizada para demoler su estado y hacerse con sus riquezas petroleras.

La cumbre de Varsovia de 2016 escenificó esta nueva orientación, con el establecimiento de sistemas de misiles antimisiles y el despliegue permanente de batallones multinacionales, aviación de combate y bombas nucleares avanzadas en las inmediaciones de sus fronteras, en una escalada de acoso a una Rusia que no se ha dejado avasallar y engañar por los señuelos de la OTAN.

En 2017 se celebró la cumbre extraordinaria de Bruselas para recibir a Trump como nuevo Presidente de los EEUU. En ella, consigue arrancar de sus aliados el compromiso de elevar sus gastos militares hasta el 2% del presupuesto nacional y de ampliar sustancialmente las inversiones en material militar. Y lo hace con la amenaza de abandonar la OTAN si los países europeos no están dispuestos a cumplir con sus promesas, que serán monitorizadas regularmente. También consigue que la UE elimine los controles fronterizos para las fuerzas militares, desarrolle todo un programa de infraestructuras de transporte que permitan el despliegue rápido de sus fuerzas hacia el frente oriental y otro de financiación de la industria militar, además de asumir una nueva estructura militar de cooperación permanente (PESCO) que permita descargar a la OTAN de algunas de sus misiones menores, en especial en África, en donde son más evidentes los intereses imperialistas europeos.

Todo ello, en tiempos en que la profunda crisis del capitalismo hace peligrar la hegemonía de los EEUU frente a los nuevos actores globales, en especial China, que han sabido extender su influencia sin interferir en la forma en que los pueblos se organizan soberanamente.

2.- Estructura y capacidades de la OTAN

El Consejo del Atlántico Norte (formado por Embajadores, Ministros e incluso Presidentes) es la máxima autoridad política; las decisiones se toman por unanimidad y hay un Secretario General que coordina las reuniones del Consejo y ejecuta sus decisiones. Este se ha convertido en un agente político de primer orden, cacareando las instrucciones del imperio y actuando como el principal vocero de sus amenazas, con absoluto desprecio por la soberanía de los estados, miembros o no miembros.

El Comité Militar es el máximo órgano de coordinación militar entre los aliados y puente de colaboración con los ejércitos nacionales: reune a los Jefes de Estado Mayor de cada uno de los países miembros y es necesaria su presencia para poder comprometer recursos y fuerzas nacionales.

El Estado Mayor Internacional, con sede permanente en Bruselas, asesora al nivel político (el Consejo) sobre las opciones militares.

Existen dos mandos estratégicos: uno para las Operaciones (ACO, Allied Command Operations) y otro para la Transformación (ACT, Allied Command Transfromation), encargado este último del desarrollo de nuevos conceptos operativos, planes, metodología y adiestramiento. De acuerdo con el Tratado, la jefatura del Mando Estratégico de Operaciones recae en el Jefe de las fuerzas de EEUU para Europa, que es designado por su Presidente. El mando militar de la OTAN es siempre un general de los EEUU.

Hay dos Mandos Operacionales Conjuntos (en Holanda e Italia) y tres Mandos de Componentes (Terrestre, Marítimo y Aéreo), en Turquía, Reino Unido y Alemania, respectivamente.

El Mando de Componente Aéreo ha reducido recientemente sus Centros de Operaciones Aéreas Combinadas (CAOCs) a dos: Torrejón y Uedem (Alemania), además de uno desplegable a cualquier punto del globo.

En la más reciente escalada occidental contra Rusia, la OTAN ha añadido dos nuevos mandos a esta estructura, para el control de las rutas de abastecimiento y despliegue de sus fuerzas en territorio europeo: el Mando del Atlántico, en EEUU y el Mando Logístico europeo, en Alemania.

Y para dar oportunidad a todos los socios de participar en las inversiones de la OTAN y conseguir influencia en ella, se han establecido los “Centros de Excelencia”, orientados a los más dispares ámbitos. Entre ellos, merece especial mención el de “Comunicación Estratégica” en Letonia, eufemismo con el que se designa el centro de producción de propaganda de guerra contra Rusia.

Es muy importante comprender que la OTAN no dispone de fuerzas propias, salvo los aviones radar AWACS de alerta aérea temprana; son los países los que ponen las fuerzas, en unos procesos consultivos bastante tediosos, denominados de “generación de la fuerza”. Estas negociaciones actúan a modo de cámara de compensación entre aliados, que se reparten así las cargas en el esfuerzo militar, mercadeando al tiempo con las prebendas en cuanto a la ocupación de los puestos de mando en su estructura militar.

A partir de la Cumbre de Praga (2002) y en línea con la “guerra global contra el terror” emprendida por los EEUU, se implanta el concepto de la Fuerza de Respuesta de la OTAN (NRF) para intervenciones dentro y fuera del teatro propio de la OTAN: consiste en la activación de ciertas unidades combinadas para ser desplegadas en un breve plazo, que cuenta con sus medios de transporte, mando y comunicaciones y con capacidad de subsistencia hasta la llegada de refuerzos. Se adelantan así los tediosos procesos de generación de fuerzas y se alista la NRF completa a través de un ciclo de integración, adiestramiento en maniobras militares y certificación de las unidades al completo, que quedan así en alerta durante todo el periodo asignado. El ciclo se repite año tras año, de manera que siempre hay una fuerza de respuesta disponible, aunque con distintos componentes en cada ciclo. La estructura de mando de la OTAN se simplifica mucho, reforzando su orientación expedicionaria para intervenir contra fuerzas irregulares o potencias de entidad limitada.

El “bautismo de fuego” de la NRF se produjo en Afganistán, como primera rotación de la fuerza ISAF.

El fracaso de la intervención occidental en Siria, que tropezó con la resistencia inesperada de Rusia, mueve a la cumbre de Cardiff de 2014 a extender la capacidad de la OTAN para intervenir rápidamente en cualquier parte del globo, reforzando la composición de la NRF, preparando el despliegue del Mando Operacional al teatro de operaciones y creando la Fuerza Conjunta de Muy Alta Disponibilidad (VHRJF, o “punta de lanza”). Es un contingente del tamaño de una brigada (5.000 combatientes), lista para desplegarse en 48 horas a cualquier parte del globo, con todos sus apoyos aéreos y navales.

España fue el país líder de la primera rotación del componente terrestre de la Fuerza Conjunta de Muy Alta Disponibilidad, certificada y disponible para su intervención inmediata durante todo el año 2016, aportando el mando de esa fuerza, así como 3/5 de la brigada multinacional (de unos 5.000 combatientes). Este papel se volverá a repetir en los próximos años.

A estas capacidades militares hay que añadir todo el potencial bélico de los países miembros, aunque no estén encuadrados en la propia estructura militar de la OTAN, pero que pueden ser activados e incorporados al despliegue en cualquier momento, dada la permanente conexión de todas las fuerzas a través de los sistemas de mando, control y comunicaciones tutelados por la OTAN, así como por la normalización que impone sobre metodología y armamentos.

De hecho, las operaciones de la OTAN son inicialmente lanzadas por sus estructuras de fuerza (la NRF); pero para su ulterior sostenimiento se comprometen mandos y fuerzas de los distintos países, que se van ajustando a través de procesos de generación de fuerzas cíclicos (caso de ISAF). Idéntico esquema se sigue para las operaciones multinacionales que, sin ser de la OTAN, son promovidas por algunos de sus socios y en las que incluso se ha invitado a participar a países que no pertenecen a la OTAN (casos de Irak o Libia) en alianzas de conveniencia. Obviamente, en ellas se utilizan la infraestructura de comunicaciones e inteligencia y los procedimientos operativos establecidos por la OTAN.

Dadas las limitaciones que impone el tener que adoptar las decisiones por unanimidad, la realidad es que la OTAN ha sido siempre arrastrada a las operaciones militares por la acción resuelta de los más belicosos de sus socios: EEUU, Reino Unido y Francia, que descargan así parte de sus servidumbres en sus aliados, quedando sus manos libres para atender a otros frentes, en defensa siempre de sus intereses neocoloniales.

3.- La participación española en la OTAN

El régimen de Franco había sido condenado en la ONU por su origen fascista. Sin embargo, la guerra fría provocó un cierto cambio de actitud de las potencias vencedoras en la SGM: EEUU empezó a tomar en consideración el valor estratégico de España frente a su común enemigo, la URSS. Ya en 1947 se opuso a una nueva condena del régimen. En 1950, tras estallar la guerra de Corea, España se ofreció a los EEUU para combatir allá. Aún sin aceptarlo, se iniciaron las negociaciones para la firma de un Tratado de Defensa.

En 1953 se firmó el Acuerdo Ejecutivo (“Pactos de Madrid”, para evitar su paso por el Senado de los EEUU): transferencia de armamento, ayuda económica y establecimiento de las bases para el “mantenimiento de su propio poder defensivo y el del mundo libre”. Era el primer apoyo explícito de las potencias vencedoras de la SGM al régimen de Franco.

Se abrieron las bases de Torrejón, Morón, Zaragoza y Rota, a cambio de créditos para alimentos y materias primas. También para armamento de segunda mano, que España no podría utilizar sin permiso de EEUU, como sucedió en la guerra de Ifni.

Con posterioridad se supo que había un protocolo adicional secreto que permitía a EEUU decidir unilateralmente cuándo utilizar las bases «en caso de evidente agresión comunista que amenace la seguridad de Occidente», sin obligación de dar cuenta al gobierno español. Además, se almacenaron armas nucleares en Rota y Torrejón.

España pasó a ser “satélite estratégico” de EEUU, sin participar en las decisiones, por la oposición de otros países europeos a que entrara en la OTAN.

Muerto el dictador, el gobierno de Suárez firmó el Tratado de Amistad y Cooperación de 1976, lo que constituyó un cambio cualitativo, ya que elevó unos acuerdos parciales al rango de Tratado internacional, aunque su contenido era similar.

Durante su discurso de investidura, interrumpido por la intentona del 23 F, Calvo Sotelo anunció su intención de solicitar el ingreso en la OTAN, lo que se materializó en mayo de 1982.

Con el acceso al Gobierno del PSOE, las negociaciones para la integración se estancaron. El PSOE, que había basado su campaña electoral en la oposición a la OTAN, cambió de postura en aparente contrapartida al reciente ingreso de España en la CEE (1985). En 1986 se celebró un referéndum, amañado desde el gobierno para mantenerse en la OTAN, con tres condiciones:

  • no participación en la estructura militar,

  • prohibición de armas nucleares en el territorio y

  • reducción de las bases y fuerzas militares norteamericanas en España

La primera de estas condiciones fue abandonada por el primer gobierno de Aznar; en cuanto a las armas nucleares, no están expresamente prohibidas, aunque su presencia debe ser autorizada caso por caso; y en cuanto a las bases, su número se ha reducido a dos, aunque en los últimos años se han dado sustanciales incrementos en la composición y características de las fuerzas, como veremos luego.

En 1988 se firmó el Convenio de Cooperación para la Defensa entre España y los Estados Unidos, que supuso la reducción de las Bases a Rota y Morón. Este Convenio se enmarca ya en la pertenencia de España a la OTAN. Las armas nucleares deben ser autorizadas por España, aunque no se han previsto mecanismos de supervisión. Se permite la utilización de las bases para las operaciones militares de los EEUU sin necesidad de autorización expresa. También establece los niveles máximos de la fuerza desplegadas en cada una de las bases.

Estos niveles de la fuerza han sido modificados temporalmente en varias ocasiones; pero los niveles máximos se han modificado al alza en dos ocasiones, a través de Protocolos de Enmienda al Convenio: en octubre de 2012 se permite el despliegue en Rota de cuatro destructores AEGIS del escudo antimisiles y en junio de 2015 se permite el despliegue permanente en la base aérea de Morón de una fuerza de respuesta de crisis de hasta 2.400 marines.

A partir de su entrada en la OTAN, la participación de España no ha hecho más que crecer. El español Javier Solana, del Partido Socialista, fungió como Secretario General durante la guerra de los Balcanes, en la que las fuerzas españolas jugaron un papel de primer orden. Participaron también activamente en la operación de ISAF en Afganistán y en la Active Endeavour de protección antiterrorista de las líneas de suministro de EEUU en el Mediterráneo, así como en las de protección del tráfico marítimo en el Índico.

Con un papel menos visible, españa ha participado también en multitud de operaciones de formación de los ejércitos y la policía en países previamente devastados: Bosnia, Afganistán, Irak, Congo, República Centroafricana, Somalia… y en otras desencadenadas por sus socios de la OTAN, o bajo la cobertura de la UE: la devastación de Libia, la operación Atalanta en el cuerno de África, el apoyo a Francia en su operación en Mali y el control de migraciones en el Mediterráneo.

A ello hay que añadir la intensa y frecuente participación en la NRF y en la VHRJF, además de otras operaciones, hasta ahora no de combate, pero que pueden devenir en enfrentamientos a gran escala en cualquier momento: el despliegue de baterías de misiles Patriot en Turquía, la policía aérea en los países bálticos y la participación en los batallones acorazados multinacionales deplegados en Polonia y paises Bálticos.

Con todo, tal vez el papel más destacado de España se centra en el apoyo político incondicional en todos los foros internacionales a cuantas acciones desestabilzadoras y de agresión son promovidas por los EEUU y los agentes más conspicuos del imperialismo europeo, Reino Unido y Francia, que en ocasiones han adoptado iniciativas más agresivas que las de los propios EEUU en ámbitos como África y Oriente Próximo. Y por supuesto, lleva la voz cantante en cuanto al papel injerencista de la UE en Latinoamérica.

4.- Las bases e instalaciones de la OTAN y de EEUU en España

Torrejón, muy cerca de Madrid, acoge uno de los dos CAOCs de la OTAN que quedan para todo el escenario europeo. Desde el se dirigen y controlan todas las operaciones de policía aérea y de combate del sur de Europa. También, para las operaciones expedicionarias de combate, rotando con el de Alemania. Jugará un papel de primer orden en la conducción de las operaciones aéreas en futuras intervenciones de la OTAN en el este de Europa, Medio oriente y África.

Adeás, está integrado en la red de instalaciones y fuerzas del Sistema Antimisiles balísticos de los EEUU, como punto nodal de control de las operaciones. Este sistema incluye tres componentes:

  • terrestre, con baterías de misiles desplegados en Hungría y Polonia

  • naval, con los buques dotados del sistema de combate AEGIS a bordo de los 4 destructores estadounidenses basados en Rota

  • aéreo, con toda la aviación desplegada por la Europa meridional y Turquía, incluyendo Torrejón como centro de mando y control.

Todo ello es un sistema integrado que incluye sensores, armas, unidades, centros de mando y control y sistemas de comunicaciones, de diseño y con “llave” de los EEUU, además de procedimientos operativos, adiestramiento y certificación.

Debe señalarse que la intención declarada de este sistema antimisiles, por su proximidad al objetivo, es la neutralización temprana de los misiles balísticos que pudieran ser lanzados desde Rusia, lo que garantizaría a los EEUU asestar el primer golpe nuclear sin que la respuesta rusa tuviera efectos devastadores.

Otras instalaciones de la OTAN en España son: el Cuartel General Terrestre de Alta Disponibilidad (Bétera, Valencia) y el Cuartel General Marítimo de Alta Disponibilidad (en el buque “Galicia”, basado en Rota).

Ambos constituyen centros de mando desplegables con todos los medios necesarios para conducir las operaciones de los componentes terrestre y marítimo de la NRF, según el plan de rotación que se establezca con otros centros de mando similares de otros países. Cuando están asignados a la NRF, se mantienen en alerta durante un año.

Por otra parte están las bases de “utilización conjunta” con los EEUU:

  • Base Naval de Rota: estacionamiento de los 4 destructores AEGIS del Sistema Antimisiles, autorizado por el gobierno de Zapatero en 2011, con el pretexto de la defensa contra misiles balísticos del sur de Europa bajo el paraguas de la OTAN. La elección de Rota permite además su rápida intervención en el mediterráneo o en África Occidental, evitando los tránsitos desde EEUU. Estos buques han intervenido en el último ataque con misiles de crucero a Siria.

  • La Base Aérea de Morón, en la que el gobierno de Rajoy ha autorizado el despliegue de la Fuerza de Tarea Aire-Tierra de Marines, unidad de hasta 2.200 combatientes con sus medios aéreos de transporte, concebida para su despliegue a cualquier punto de África o el Mediterráneo en cuestión de horas.

Ambas bases prestan apoyo logístico a los despliegues de las fuerzas norteamericanas en todas las operaciones en Oriente Próximo y Medio y en África, habiendo jugado un papel primordial en las guerras de la ex-Yugoeslavia, Afganistán, Irak, Libia y otras.

5.- Conclusiones

A la vista del historial y las capacidades de la OTAN, podemos extraer una serie de conclusiones:

La OTAN es el principal instrumento de imposición imperial frente a la voluntad de resistencia y la soberanía de los pueblos. Es una organización política y militar para garantizar la acción coordinada de sus miembros en defensa de los intereses de sus élites, ofreciendo a todos sus cuotas de participación en los beneficios derivados de su acción imperial, al tiempo que actúa como cámara de compensación para resolver las contradicciones y los espacios de influencia entre ellos. Por otra parte, sirve para la militarización de la sociedad y el disciplinamiento de la clase obrera al interno.

Su mera existencia hace que las élites de los estados prefieran su adhesión a la OTAN antes que mantenerse neutrales, a pesar de que ello les hace cómplices de sus crímenes. Consideran que ello les reporta ventajas en términos económicos y estratégicos, sin considerar el daño y la destrucción sobre los países en que interviene.

La incorporación a la OTAN implica una perversa cesión de soberanía puesto que, a fin de cuentas, es la voluntad de los estados más poderosos, sobre todo los EEUU, pero también del Reino Unido, Francia y Alemania la que acaba imponiéndose.

Su actuación como entidad homogénea es complicada, ya que requiere la unanimidad del Consejo. Sin embargo, resulta fácil a los más poderosos comprar la voluntad de los socios menores a cambio de ciertas concesiones o simplemente, bajo chantaje. No obstante sus miembros usarán de la infraestructura, armamento, procedimientos, etc. comunes, en el caso de que la falta de unanimidad fuerce a algunos de sus socios a emprender operaciones multinacionales por su cuenta y no de la OTAN en su conjunto.

Su razón última reside en la posesión de un potencial militar que no tiene parangón, aunque interviene en todo un rango de acciones diplomáticas, políticas, mediáticas, económicas, propagandísticas y de inteligencia sin que, en la mayoría de los casos, sea necesario su uso para conseguir sus objetivos.

Aún sin intervenir directamente, actúa como un poderoso mecanismo inhibidor para los movimientos de liberación populares, que se sienten intimidados por su potencial destructivo e impiden una genuina expresión de soberanía.

Llegado el caso de recurrir a las intervenciones militares, sean de la OTAN como organziación o de algunos de sus socios únicamente, estas pueden ser directas y abiertas (Yugoeslavia, Afganistán) como total o parcialmente subrogadas a potencias regionales aliadas (Yemen, Somalia) o, en el paroxismo de la criminalidad, a mercenarios fanatizados (Libia, Siria) y, más a menudo, a una combinación de ellas. En todo caso, injustificables como acciones defensivas.

La utilización por las potencias de la OTAN del fundamentalismo islamista para la destrucción de los gobiernos díscolos, inaugurado por los EEUU en Afganistán contra la URSS con el soporte intelectual y material de las monarquías árabes, ha devenido en el instrumento más letal de cuantos se han empleado, liberando a sus fuerzas militares del trabajo sucio en el terreno, al tiempo que se oculta pudorosamente la responsabilidad de su intervención. La consecuencia inmediata ha sido la multiplicación incontrolada de las acciones terroristas en todo el planeta, aunque sobre todo, en los países de mayoría musulmana. Resulta por ello insultante la presencia de personajes tan siniestros como los presidentes de los principales países de la OTAN, Israel o Palestina en las movilizaciones masivas organizadas en las grandes capitales europeas en repudio de los atentados perpetrados en su territorio por los mismos agentes de las fuerzas destructivas desencadenadas por ellos mismos. Ello hace que las intervenciones imperialistas pasen desapercibidas para la mayoría de las poblaciones occidentales, que otorgan su temeroso consentimiento a las escaladas militares. La brutalidad de sus acciones, convenientemente amplificadas por los medios y la propaganda, resulta un excelente acicate para las campañas belicistas y la militarización de la sociedad.

La OTAN ha venido esgrimiendo permanentemente la amenaza de un supuesto enemigo que pone en riesgo la seguridad de occidente: la URSS, el terrorismo internacional, Irán, Corea, ahora Rusia… Pero es su actitud belicosa la que provoca las reacciones desesperadas de fanáticos deshumanizados y las legítimas medidas defensivas de los estados acosados.

La gran desestabilización provocada por la OTAN ha conducido a una carrera desenfrenada de armamentos en todo el planeta. Los gastos militares suponen una gigantesca exacción de recursos públicos, cuyos beneficios van a manos privadas, sin que sea preciso siquiera su empleo. De manera que, no solo se pone en riesgo a las poblaciones, sino que además se las depauperiza. Por otra parte, los grandes beneficiarios de este entramado son las corporaciones del complejo industrial-militar, del que sus máximos representantes son casi en exclusiva las únicas que han quedado a salvo del masivo desplazamiento a países subdesarrollados de la otrora boyante industria euroatlántica.

Por último, la UE ha declarado que su “defensa colectiva” descansa en la organización criminal OTAN, inhibiéndose sus responsables políticos en su obligación de buscar una política de seguridad integral que garantice a sus poblaciones un digno nivel de vida, al tiempo que cesa en su empeño en mantener la explotación y el dominio de los países periféricos.

Treinta y seis años después de la entrada de España en la OTAN, no solo estamos en su estructura militar, sino que aportamos un número muy elevado de instalaciones y fuerzas a disposición de la OTAN, al tiempo que permitimos la libre operación de las fuerzas norteamericanas desde sus bases en nuestrro territorio. El silencio de la sociedad ante nuestra activa participación en los crímenes de la OTAN resulta pavoroso. Solo un poderoso y coherente movimiento de oposición, coordinado en todos los países, puede obligar a nuestros gobernantes a detener esta locura. Y si no, habrá que cambiarlos. Nuestros hijos nos lo demandan.

Madrid, 25 de abril de 2018.

Manuel Pardo de Donlebún Montesino

Capitán de Navío de la Armada (Rtd)

Miembro del Foro Contra la Guerra Imperialista y la OTAN y del Frente Antiimperialista Internacionalista


(Descargar en PDF)

Comments are closed.