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26 de julio y la continuidad revolucionaria. Cristóbal León Santos

El 26 de julio de 1953 es más que una efeméride, es un símbolo de la lucha por la emancipación de los pueblos de Nuestra América y del mundo, su significado sigue generando reflexiones y análisis no sólo sobre los hechos ocurridos esa madrugada en los cuarteles Moncada, de Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, Cuba, con Fidel Castro como comandante, sino porque esas acciones de los jóvenes revolucionarios cubanos contra la opresión de la dictadura de Fulgencio Batista marcó el camino que abría de recorrer el proceso de liberación de la isla caribeña, abriendo, además, todo un ideario revolucionario social que ha sido ejemplo e inspiración y que ha influido en movimientos políticos y sociales en luchas revolucionarias, en las naciones oprimidas que buscan su independencia y libertad, y en intelectuales comprometidos que forman parte de la historia y el presente de la izquierda latinoamericana e internacional que lucha por el socialismo y por un mundo mejor.

El surgimiento del Movimiento 26 de Julio como parte del proceso revolucionario cubano es el ejemplo de esa repercusión, ya que no sólo aglutinó a los sobrevivientes de los asaltos a los cuarteles, sino que significó la unificación de las diversas luchas contra la dictadura de Batista que aún actuaban de manera dispersa, quedando como un movimiento sólido con una ideología mucho más marcada y con la reafirmación del liderazgo incuestionable de Fidel Castro, y más después de su conocido alegato de autodefensa “La historia de absolverá”, pronunciado el 16 de octubre de 1953 durante el juicio que la dictadura realizó contra él para intentar aplacar la revolución que ya se vivía. El Movimiento 26 de Julio significó el triunfo del pueblo cubano a pesar de la represión, la tortura, los asesinatos y demás formas de violencia realizada por la dictadura de Batista, y hoy refuerza su significado al seguir ejemplificando la esperanza de los pueblos del mundo que resisten al imperialismo y al colonialismo depredador.

El triunfo de la Revolución cubana en enero de 1959; la declaración del carácter socialista de la revolución en 1961; la victoria sobre la invasión mercenaria imperialista en Playa Girón, de la Bahía de Cochinos; el apoyo a las luchas de liberación de los pueblos de Asia, África, América Latina y el Caribe, y la conformación de la Tricontinental como una forma de hacer frente al avance colonialista e imperialista de los Estados Unidos y Europa; la resistencia heroica contra el bloqueo económico y genocida impuesto por Estados Unidos al pueblo cubano; la resistencia ante las acciones terroristas de los Estados Unidos en territorio cubano, con asesinatos, bombas, difusión de propaganda golpista contrarrevolucionaria y otras acciones criminales; los avances en la construcción del socialismo en la isla con grandes logros en la educación, la medicina, el deporte, la ciencia y la academia, entre otras áreas, así como la búsqueda de la dignificación del ser humano bajo los preceptos del ideario de José Martí y del marxismo-leninismo; los esfuerzos incansables por la unidad latinoamericana y caribeña siguiendo los ideales de Simón Bolívar y José Martí; la muestra a todo el mundo de sí es posible hacer frente al imperialismo y construir sociedades sin la injerencia política de los Estados Unidos, defendiendo la autodeterminación y la soberanía sin ambigüedades; la proliferación en el mundo de estudios, análisis e investigaciones sociales, filosóficas, culturales, económicas y políticas con perspectivas anticapitalistas, anticolonialistas y antiimperialistas, con la finalidad de comprender el proceso e impacto de la Revolución cubana y de generar ideas que inspiren los procesos emancipatorios en otras geografías; son, entre muchos otros ejemplos, la muestra de cómo ha influido en los pueblos del mundo el heroico 26 de julio.

Hoy, a 72 años de esos hechos, la Revolución cubana continua su proceso revolucionario de construcción del socialismo, resistiendo con dignidad al imperialismo-colonialismo y dejando en claro que no existe forma de renunciar a la libertad y a la soberanía cuando las bases ideológicas están firmes en el pueblo, y esa luz sigue iluminando procesos emancipatorios a lo largo del orbe. Para nosotros, como para ellos, ¡siempre es 26!, porque la esperanza que nos han enseñado ha calado en lo profundo de nuestros sueños por construir sociedades justas, independientes, emancipadas de toda opresión; y el socialismo sigue siendo ese ideal por alcanzar.

¡Para nosotros, también, siempre es 26!

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