50 años de “aquel 8 de agosto”
Este año se cumplen 50 años de aquel suceso que, a mi modo de ver, no solo cambió para siempre la vida del joven Hugo Chávez, que llegaría a ser quien fue, sino que transformó la historia contemporánea de Venezuela y del mundo. Que nos afectó a todas y a todos, como colectivo nacional, a quienes ya vivíamos entonces y a quienes fueron llegando después, a lo largo de este medio siglo.
Me refiero a la entrada de Hugo Chávez como cadete a la Academia Militar. Él lo cuenta de esta manera: “…Yo quería ser pelotero, era ‘Tribilín’, era mi sueño, pitcher. No tenía todavía despierta la vocación militar, pero aquí nació yo creo que el primer día, 8 de agosto 1971 (…) porque aquí fue donde uno comenzó a hacerse hombre, a cuajarse, a hacerse soldado y hacerse patriota
y bolivariano; y yo estaré ligado toda mi vida a este patio, a este sentimiento…”.
“… Cuando yo aquí llegué de cadete, de aspirante a cadete, Venezuela estaba comenzando a hundirse, yo no lo sabía, no tenía conciencia de ello; pero fue aquí en esta Academia Militar donde comencé a tomar conciencia de lo que pa
saba en Venezuela y en el mundo”.
“… Solo agradecer a la vida el haberme hecho soldado, agradecer a la vida el haber ingresado a nuestra Academia Militar aquel domingo ocho
de agosto de 1971; agradecer a Dios, a la vida, haber pertenecido como pertenezco y pertenecerá siempre a la promoción de Oficiales que lleva el
nombre de Simón Bolívar del año 1975, y compañero de las demás promociones: de la Armada, de la Aviación, de la Guardia Nacional”.
Y en una entrevista le comenta a José Vicente Rangel: “…nunca olvidaré el día que vine aquí saliendo de la cárcel y la primera pregunta que me hiciste fue, ‘Hugo, ¿dónde o cuándo comenzó todo? Y yo decía, comenzó el 8 de agosto de 1971, cuando entré a la Academia Militar, ahí comenzó para mí todo esto…’”.
El comandante Chávez estaba, pues, convencido de que allí hubo un punto de inicio para la épica bolivariana de nuestro tiempo y le daba gracias a la vida por ello. Creo que todos nosotras y nosotros estamos convencidos también
de que, en efecto, es así, y le agradecemos también a la vida por aquel instante tan decisivo.
Sin él no hubiera habido 4 de febrero ni 27 de noviembre, no se hubiera dado el triunfo de diciembre de 1998, no hubiera habido Revolución Bolivariana, al menos tal como la conocemos y no se hubiera logrado tampoco la unidad cívico militar que hemos construido para impulsarla y defenderla.
Sé que todavía faltan cuatro meses. Pero estamos ya en el año de ese 50 aniversario. Creo que vale la pena intentar una conmemoración adecuada y por eso, con tiempo, me permito recordarlo a quien corresponde. Es decir, a todas y a todos nosotros.
(Publicado en El Correo del Orinoco, el 22 de abril de 2021)