Anonymous declara: “contra Venezuela, la mayor red de malware del mundo”. Geraldina Colotti
Ya no se puede ocultar la proporción del ciberataque que debería haber cubierto el golpe en Venezuela, bloqueando la transmisión de datos del CNE después de las elecciones del 28 de julio. De hecho, no sólo el magnate de las redes sociales, el ultraliberal y financista de Trump, Elon Musk, ha directamente amenazado al presidente Nicolás Maduro, sino que ahora, Anonymous Venezuela también se ha atribuido la responsabilidad de los ataques. El grupo de hackers declaró en “X” que había desarrollado “la mayor red de malware del mundo”, en colaboración con CyberHunters, para lanzar ataques contra sitios y portales gubernamentales y organizaciones que se ocupan de la ciberseguridad.
Quien todavía tenga dudas sobre la orientación de estos hackers, que ya fueron vistos trabajando durante las “guarimbas” anteriores, y sobre quién los financia -una orientación que no es para nada “anárquista”-, puede mirar a quién atacan en Venezuela: plataformas sindicales, obreras, comunitarias y feministas, sedes de movimientos y partidos socialistas. ¿Cuánto tiempo más seguirá Europa sin ver la verdadera naturaleza de estas entidades supuestamente “libertarias”?
Y sobre todo, ¿por que, con todo el horror que siembra el imperialismo en el mundo, empezando por el genocidio en Palestina, estos “simpáticos” hackers se dedican a desplegar “el arsenal más grande del mundo para lanzar ataques contra el régimen de Caracas”?
Por otra parte, basta repasar algunas de las revelaciones del sitio WikiLeaks -recientemente republicado por la agencia venezuelanews- para comprender el alcance y la obstinación de la injerencia norteamericana y europea en los asuntos internos de Venezuela y los intereses que han movido y siguen moviéndo los intentos de derrocar a los gobiernos bolivarianos.
En los numerosos documentos publicados por el sitio web de Julian Assange – quien pagó con muchos años de prisión su valentía para informar – Venezuela aparece mencionada en más de 170.000 documentos. Hay evidencias del uso y financiamiento de ONGs y defensores de “derechos humanos”, y los testimonios de quienes fueron comprados para pasar información a EE.UU. desde el interior de la petrolera estatal (PDVSA).
Después del golpe de Estado contra Chávez en 2002, sólo entre 2004 y 2006, Estados Unidos, a través de sus agencias de seguridad, proporcionó 15 millones de dólares a más de 300 ONG venezolanas.
Ríos de dólares que sirven para difundir la historia de los manifestantes “pacíficos” injustamente atacados por una dictadura “feroz”. Falsedades astutamente alimentadas para apoderarse de los recursos del país, expropiar a las clases populares del poder de decidir y extender la guerra imperialista también en América Latina, el único continente que hasta ahora ha permanecido inmune.
Pero, afortunadamente, Venezuela no está sola y cuenta con un sólido tejido institucional y una sólida unión cívico-militar que han impedido el ascenso de un “Pinochet” venezolano.
Entretanto, el Parlamento venezolano discute una ley específica contra el fascismo y el neofascismo.
“Si usted no tiene expresiones similares de odio, no debe preocuparse… – dijo el vicepresidente del PSUV, Diosdado Cabello – Deben preocuparse los fascistas, los neofascistas y los odiadores de siempre”.
(Publicado en Resumen Latinoamericano, el 15 de agosto de 2024)