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Anotaciones sobre el tema de la emigración venezolana. Farruco Sesto

Si algún país sabe de emigración es Galicia. Pues prácticamente todas las familias gallegas, directa o indirectamente, llevan ya dos siglos bebiendo de esa agua que fluye y refluye sin parar. Y muchos de nosotros, incluso, nos sumergimos en ella.

Con base a ese conocimiento pareciera útil en términos humanos, pero también políticos, comprender lo que pasó, entre 2015 y 2020, con la emigración en Venezuela, con la que existen tantos vínculos. Sobre todo, porque fue un gran motivo de manipulación mediática.

Lo primero que hay que decir es que históricamente Venezuela es un país de inmigración, es decir, de recepción de emigrantes de todas partes. Y nunca fue, ni seguramente será, un país generador de emigración.

Para comprender ese paréntesis puntual de seis o siete años, vayan las siguientes anotaciones:

• En 2013 la derecha opositora, siguiendo su costumbre, desconoció la victoria presidencial de Nicolás Maduro y se lanzó a un plan de violencia y subversión con el objetivo de derrocar al gobierno.

• En paralelo, sobre todo a partir de 2014, los EEUU iniciaron una brutal guerra híbrida contra Venezuela (bloqueo comercial, “sanciones”, sabotaje a los servicios, ataque a la moneda, etc.) para retorcerle el brazo al país, según expresión de Obama, con la finalidad de producir tal deterioro de las condiciones de vida, que el pueblo se viera obligado a renunciar a su proyecto histórico y cambiase su orientación política. (Vana ilusión)

• Su exembaiador en Venezuela, William Brownfield, entonces miembro del equipo de la Secretaría de Estado, lo habría de reconocer después, hablando de esas “sanciones”, cuando dijo en castellano:
“…en este momento quizás la mejor resolución sería acelerar el colapso, aunque produzca un período de sufrimiento mayor, por un período de meses o quizás años”

• Para poner la guinda en el pastel, en 2015 Obama lanzó un decreto (todavía vigente) que declaró a Venezuela “amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad de los EEUU”.

• Hay que anotar de paso que, en esa guerra híbrida, la oposición de extrema derecha, estableció alianzas con el narco paramilitarismo colombiano así como con sus réplicas locales en Venezuela, tales como el Tren de Aragua, (hoy extinto) a las que apoyó logísticamente, para sumarlas a los planes subversivos.

• Es entonces, en el cénit de esa estrategia subversiva, de escasez y violencia, cuando la oposición derechista promovió una campaña mediática sin precedentes, incluyendo el uso masivo de las redes, para estimular a la población a emigrar y “huir de la dictadura”.

• De manera que se puede afirmar que el fenómeno de emigración desconocido hasta entonces, que se produjo puntualmente en Venezuela, fue el resultado natural de un plan diseñado para volver añicos la vida cotidiana del pueblo venezolano, con el fin de afectar su voluntad política.

• Pero como para la derecha todo es mercancía, ocurrió también que el control y manejo de una parte de esa emigración inducida, se convirtió en un negocio para los dirigentes de la oposición, a través del acceso a fondos “humanitarios” procedentes de organismos internacionales, pero también con el cobro directo a los propios emigrantes, por gestiones de traslado y falsificación de documentos, en muchos casos hasta los propios EEUU.

• Paradójicamente y en paralelo, esa misma oposición fascista promovió en el exterior, particularmente en América Latina, una campaña de odio y desprecio contra los propios emigrantes a los que Julio Borges, “canciller” del “gobierno” de Guaidó, llegó calificar de plaga.

• A partir de la pandemia, sobre todo en 2020 y 2021 sucedió que esta onda migratoria episódica comenzó a revertirse, con el regreso paulatino de una parte de los migrantes a Venezuela. Dos años antes, en 2018, el gobierno bolivariano había lanzado la misión “Vuelta a la patria” para facilitar el retorno de sus emigrantes, poniendo a su disposición aviones y ayudas logísticas. Actualmente ya la cifra de retornados supera ampliamente el millón de personas.

• Con respeto a las dificultades de los venezolanos migrantes en EEUU que fueron amenazados, detenidos y maltratados por las autoridades de ese país, Venezuela manifiesta su disposición para recibirlos incondicionalmente, exigiendo al mismo tiempo que, en todo momento, sus derechos humanos sean respetados.

• En relación con los centenares que fueron deportados ilegalmente, acusados de terroristas, sin pruebas ni juicio, a los campos de concentración de Bukele en El Salvador, el gobierno bolivariano reclama su inmediato regreso a Venezuela, al mismo tiempo que denuncia el caso en las Naciones Unidas como tráfico de personas.

(Publicado en NÓSdiario, originalmente en gallego, el 9 de abril de 2025)

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