Arreaza y la moral de combate. Farruco Sesto
La extraordinaria campaña de Jorge Arreaza va a quedar como un referente para el chavismo. Estoy seguro. No tanto por un tema de planificación y estrategia, que también, sino sobre todo por su capacidad de entregarse con autenticidad para restablecer, a nombre de la Revolución, esa profunda conexión con nuestro pueblo que nunca ha de perderse.
En ese sentido, el efecto más evidente de tan hermosa campaña fue la recuperación de la moral de combate. Hablemos de ello.
Moral de combate. Así le decimos cuándo nos referimos a esa especie de virtud imprescindible en la contienda.
Tiene que ver con la capacidad para sostener la voluntad indoblegable a todo lo largo de la guerra. Con la disposición animosa con que cada uno se prepara para ir a la batalla, a cada una de ellas, y así mismo con el coraje inteligente con que, en el momento de la verdad, nos entregamos a fondo en la pelea. Le añadiría que también tiene que ver, como elemento fundamental, con la valoración que se tenga de la dignidad humana, propia y ajena, que es lo que le da sentido a todo esto de lo que, sin nombrarlo, estamos hablando. Sé que ustedes me entienden.
Y hay que decir que la moral de combate se construye y para eso están los liderazgos, las ideas que nos convencen, y las fuerzas espirituales que se desarrollan en el seno del pueblo a partir del conocimiento convertido en conciencia.
En ese sentido, por ejemplo, el ejercicio de la política cuando tiene lugar en los términos de compromiso en que lo planteaba nuestro comandante Chávez y, por supuesto, el ejercicio del poder cuando se ejerce a plenitud con el pueblo, en entrega total y absoluta, son los mejores aceleradores y propulsores posibles de esa moral de combate tan necesaria. Hasta convertirla en una hoguera creciente, en un ardimiento, como decía Chávez: “Tú compañero, tú compañera, si quieres ser gobernador de una revolución, bueno, es un ardimiento compadre; ministro, ministras, es un ardimiento compadre. Si no estás listo pa’l ardimiento…”
Pero, así como se construye, la moral de combate también puede ser disminuida e incluso destruida. Y esa hoguera apagada. Y ese ardimiento convertido en ceniza. Eso también hay que decirlo.
Cuando el ejercicio de la política se degrada, cuando el ejercicio del poder se distancia del pueblo, cuando las comunidades y sus familias se quedan solas en su soledad y ven que la soberbia, las redes de intereses y la incompetencia se convierten en norma, nada como ello para destruir su moral de combate. Y eso es imperdonable. ¡Alerta las vanguardias! ¡Alerta el PSUV! ¡Atención a los denominados cuadros medios! ¡Que tales prácticas sean erradicadas de raíz para siempre!
(Publicado en Correo del Orinoco, el 13 de enero de 2022)