Con el alma puesta en el referéndum. Farruco Sesto
En estos días de renacimiento de la conciencia patria, y de efervescencia popular masiva sobre la cuestión de la integridad territorial, unidos como estamos, surge entre líneas la pregunta de si todos entendemos lo mismo cuando hablamos de patria.
Porque tal vez es un tema contradictorio. Quien sabe. Tal vez quienes lo abordamos para enarbolarlo, no le asignamos un mismo significado. Me he visto a mí mismo infinidad de veces hablar de patria, porque la siento en el corazón y la conceptualizo en el universo de mis ideas. Y he oído también, en el extremo opuesto de lo que soy, y de lo que con humildad represento, a algunos de los fascistas que por ahí andan, hablar igualmente de patria.
Me pregunto si hablamos de lo mismo, porque no deja de intrigarme la coincidencia en algo que es mucho más que un símbolo. Y aunque sé muy bien que la respuesta es no, que de ninguna manera hablamos de lo mismo, me interesa estirar un poco el tema, aunque nada más sea por curiosidad, por ver si hay algún punto de coincidencia, algún bordecito que se toque, alguna orillita del concepto que pudiéramos compartir tales fascistas y yo.
Dejénme comenzar por una confidencia sobre algo que, aunque ya quedó atrás y no tiene hoy mayor relevancia, me sirve para ilustrar un poco lo que quiero explorar. En 1997, a finales del siglo pasado, me pidieron que sugiriese un nombre para un partido que estaba naciendo, producto de la división de un partido anterior. Tras un par de días dándole vueltas, me desperté una noche con un nombre que resonaba en mi cabeza. Patria para todos. Y así, efectivamente se llamó, y se llama aún, ese partido en el que, entre otros y otras, militamos por un tiempo con entrañables camaradas como Aristóbulo Istúriz, Alí Rodriguez Araque, Muller Rojas y Bernardo Álvarez, por citar solo a algunos de los ausentes, hasta que acudimos al llamado del comandante Chávez para constituir el PSUV. (Aprovecho desde aquí para enviar un abrazo fraternal a la gente de PPT, que sigue manteniéndose firme en defensa de la Revolución Bolivariana).
Bien, pero ¿Por qué ese nombre, Patria para todos? ¿Qué tipo de patria es la que se concibe bajo ese lema?
Tenemos constancia de que el presidente Chávez compartía este concepto, el de una Patria para todos, en el hondo significado de su expresión literal, independientemente de que correspondiera al nombre de una organización que no era la suya, porque más de una vez lo utilizó públicamente en sus intervenciones. Así por ejemplo, en su Aló Presidente número 300, en enero de 2008, explicaba: “Esta es Venezuela. Tu Patria, mi Patria, tu Patria, nuestra Patria. Estamos haciendo realidad el proyecto de la Venezuela grande, grande, bonita, para todos. ¡Patria para nuestros hijos! Ese es el lema del socialismo: ¡Patria para todos! ¡Patria para nuestros hijos! Y no sólo para una minoría, y la mayoría, entonces, viviendo en la miseria. Eso no es Patria. Una Patria es como una madre, la madre Patria, una madre cría a sus hijos por igual, no es que va a darle pecho o alimento a dos nada más y va a dejar que tres se mueran o se vayan a las calles. Y es esa la madre Patria para todos, por igual.”
Volvemos entonces a la pregunta: ¿A qué tipo de patria nos referimos los bolivarianos?
Indudablemente, y por encima de todo, a un concepto de patria que lleva incorporada plenamente la idea de humanidad, como un principio fundamental para nosotros. Para ilustrar lo cual, nos acogemos, en ese sentido, a la definición nítida, directa, de José Martí, que lo dijo de esa manera: ¡Patria es humanidad!
Así mismo, en el caso de Venezuela, a la idea de una patria mayor que nos abarca y en la que fraternamente nos encontramos los pueblos de esta parte del mundo, que tanto tenemos en común, tanto esfuerzo por ser, tantas luchas anticoloniales y antiimperialistas. Y para ello, nada mejor que acogernos a la sentencia definidora de Simón Bolívar: “Para nosotros, la patria es América”.
A una patria, también, la nuestra, la Venezuela amada, de la que somos hijos, que la entendemos embanderada con el concepto irrenunciable de la igualdad. Es decir, una patria plenamente igualitaria. Porque si así no fuese, si no la consideráramos portadora de un manto tejido con la tela de la equidad que nos cobije a todos por igual ¿Qué patria sería esa?. Nuestra Venezuela es, y lo seguirá siendo hasta lograr el objetivo, una patria con un hermoso proyecto revolucionario para acabar con las diferencias estructurales entre nosotros, con las injusticias de clase, con las exclusiones y las diferencias sociales heredadas.
Y también está el tema precioso de la soberanía. Esa es la patria nuestra, la que estimulamos y queremos: una patria libre. No supeditada a ningún imperio. Digna y con expresión propia en el concierto de todos los países. Abierta a todas las fraternidades entre los pueblos. Cerrada a todos los intentos de dominación de unas naciones sobre otras. Y, por supuesto, amante y practicante de la paz, tanto a lo interno, como a lo externo. Aunque hay que aclarar, dicho entre paréntesis, en un por si acaso preventivo, que como advertía el presidente Chávez, la concebimos “pacífica, pero no desarmada”, al menos hasta que el desarme se haga una condición universal, en un futuro deseable para la especie humana.
Y, por supuesto, una patria próspera, que haya dejado atrás la pobreza para siempre. Una Venezuela potencia, pero potencia amigable y solidaria. Una Venezuela fuerte, libre, unida, productiva, próspera, preparada, abierta, bonita y alegre, calificativos todos ellos utilizados por el comandante Chávez para referirse a la Patria que nos enamora. Y grande, en el sentido de que quepamos todos en condiciones de igualdad.
Una patria que sea comunidad. Que sea casa. Que cuide de su gente. Que tenga el don de hacerlo. Que quiera y sepa hacerlo. Una patria que sepa nutrirse tanto de la memoria, como de los sueños. Una patria orgullosa ante el mundo, por lo que de sus hijos le corresponde.
No es tan difícil de concebir, ni de sentir en las entrañas. Nadie, que no sea un apátrida fascista, puede pensar, a mi juicio, en una patria que no sea esa. Y por eso pienso que el día 3 de diciembre, que es uno de esos días históricos de movilización general del pueblo, todas y todos estaremos con el alma puesta en el referéndum. Como uno de los grandes temas de unidad en Venezuela.
(Publicado en Correo del Orinoco, el 1 de diciembre de 2023)