Contra la protesta del 15 de Noviembre en Cuba, contra “La marcha por el cambio”. Carlos Ruiz
Protesto contra los que con su protesta confunden la necesidad de criticar nuestro proceso para mejorarlo, con la vanidad y la irresponsabilidad suicida de invitarnos a olvidarlo todo y buscar un cambio…..Protesto contra el asesinato cotidiano de la historia y la forma oportunista en que se manipula la delicada situación por la que pasa Cuba . ¿Marcha por qué cambio? Cuba como cualquier país necesita, no un cambio, sino miles de cambios, la pregunta ahora es ¿qué se debe conservar y preservar? ¿En base a qué criterios, valores y principios queremos cambiar? No se dejen confundir, la protesta va en el fondo contra el corazón y la esencia de la Revolución y el socialismo, no contra la injusticia, la desigualdad o las causas que la producen. Es por eso que sus instigadores no tienen más programa que invocar a la revuelta “pacifista”, pero desestabilizadora, usando una jerga llena de ambigüedades y contradicciones, bien afinada con profecías y cantos de sirenas que se nos presentan abrumadoramente por todo tipo de canales y medios.
Lo que está en juego más allá de esta nueva ola de protestas, es el reseteo de nuestra forma de hablar sobre Cuba, su presente, su pasado, su futuro y su lugar en el mundo. Lo que está en juego es un golpe blando a la mente del pueblo para deslegitimar nuestro gobierno y sus instituciones, y convencernos de que a pesar de todo lo innegable (del bloqueo, las conquistas del socialismo, de los logros en salud y educación, la igualdad social, el internacionalismo), Cuba es un estado fallido y su gobierno es corrupto, autoritario y solo se mueve bajo la lógica de conservar el poder por el poder. Una nueva táctica que busca la desvinculación progresiva y profunda del estado y el pueblo. Tratan de darnos todo tipo de elementos y narrativas para concluir que a pesar de todo, incluyendo las cosas buenas, Cuba es una dictadura (de izquierda, pero dictadura). Nos quieren convencer de que todos los grandes logros y esfuerzos han sido solo para legitimar el “régimen” y blanquear su imagen. Pues bien ganada esa legitimidad, haciendo cosas buenas para el pueblo y el mundo, y manteniendo el poder para poder seguir extendiendo esa capacidad. ¡Qué contradicción para quienes protestan!
A estas alturas del partido y por estas fechas, me da igual si los que protestan son conscientes o no del daño que hacen, si lo hacen a sueldo, por convicción, remordimiento o con espíritu aventurero. Lo más probable es que a la larga termine siendo una mezcla, quizás trágica y lamentable, de todo eso. Pues que asuman las consecuencias de sus actos y cosechen lo que están sembrando, un lugar en el rincón más oscuro y solitario de la historia! En Cuba no tendrán tribuna aquellos que invitan al suicidio colectivo, pero tampoco serán torturados, no serán héroes ni mártires. Probablemente ya fueron publicados, y seguirán siendo premiados. Déjenlos vivir cómo cualquier ser humano debería en libertad y en responsabilidad, reformemos y constituyamos los temas pendientes, dialoguemos sobre la base de principios innegociables, eso será suficiente para no dar tribuna a los vanidosos. Siempre existieron y van a existir los artistas e intelectuales que se tambalean y se ahogan entre su arte y su ego. Pero no olviden que también Martí fue artista, también Lezama se afilió a la revolución, igual Bola de Nieve, la lista de artistas se me puede hacer bien larga, Silvio, Villena, Titón, Nogueras y hasta Roque Dalton (cubano del Salvador), tantos grandes que fueron capaces de domesticar esa pequeña bacteria llamada vanidad!
Me resisto a dejarme confundir y arrastrar por este intento de reseteo, protesto contra esta operación de reprogramación artificial, lingüística, cultural y vital que se nos intenta imponer en estos tiempos posmodernos; de afuera hacia adentro, y de arriba hacia abajo. Es desde este nuevo mundo digital desde donde se proyecta y ejecuta el asesinato cotidiano de la historia a plena luz del día y a toda hora! Ya lo dijo un general bien ranqueado del Pentágono, no necesitamos más aviones, ni helicópteros, quien controle las comunicaciones y el mundo de las ideas ganará la partida. ¿Quién eres tú, que protestas y reclamas la atención del pueblo? ¿Quién te aplaude, quién te premia, quién te sigue y porqué? ¿Te aplaudieron desde Washington o desde Miami?. No hace falta que te paguen para sacar claras conclusiones
¡Hoy sólo hay derecho a rebelarse contra los opresores y sus satélites, nunca a favor de ellos!
Si hay que protestar hoy en Cuba, que sea contra la plutocracia del silicon valley y su pretensión de institucionalizarse como nueva forma de vida, denunciemos a los dueños de la comunicación mundial y el mercado de las palabras, Facebook y Twitter al servicio de la guerra mediática. En estos nuevos espacios se enredan y proyectan realidades paranormales, virtuales, improbables, distópicas, sin otro horizonte que el individualismo. Que imputen inmediatamente a los fabricantes de metanfetaminas digitales, a los mercaderes de los clicks y likes. Ya a estas alturas da igual cuán deslumbrante o formidable resulte la acrobacia de la tecnociencia, una vez más se ha puesto al servicio de la guerra y capitalismo. Hoy parece ser, más que una solución ingeniosa a los desafíos de la humanidad, un efímero, pomposo y espectacular salto al vacío. Pero sigue siendo preocupante su capacidad de seducir, generar adicción psicológica e incluso dependencia profunda.
En voz baja, pero clara, con amor y respeto a mi pueblo defiendo el camino del Socialismo, el Internacionalismo, la soberanía, el antiimperialismo, el anticolonialismo y la dignidad. Doy fe de que los pueblos tienen la capacidad y la sabiduría para identificar, elevar y empoderar a las heroínas y los héroes que le dan voz y presencia a sus inquietudes, deseos, frustraciones y esperanzas, doy fe de Cuba y su historia. También puedo dar fe del costo y el riesgo que contrae el rebelarse contra el suicidio colectivo del capitalismo. Cuba, su ciencia, sus universidades, sus maestros, su medicina, y sus médicos representan eso, audacia y conocimiento! No ha sido Cuba quien ha arremetido contra la democracia, los derechos humanos o la libertad. No es Cuba quien viola autoritariamente el derecho internacional, ni quien posee la mayor cantidad de armas nucleares, ni bases militares por todo el planeta. ¡No es Cuba quien dicta al mundo cómo hablar, pensar, sentir, vivir, no tiene necesidad ni pretensión de someter! No ha sido Cuba ni su gobierno quien ha decidido ponernos bajo un régimen de guerra económica y carencias materiales. Es la reproducción insostenible del capitalismo y sus grandes monopolios, así cómo el sometimiento de toda la vida del planeta a su lógica depredadora, lo que hace improbable cualquier posibilidad de garantizar el derecho a vivir para todos los habitantes del planeta. Es con nombres y apellidos el imperio anglosajón encabezado por EEUU y sus ya débiles satélites quienes atentan contra cualquier forma viable de vida en este planeta, son ellos los guardianes del actual desorden mundial. Solo bajo la lógica de las guerras fétidas, el terror y la irracionalidad senil se podría sostener este proyecto arcaico. Sus combustibles más potentes son el odio ciego de quien oprime y el miedo ciego del oprimido. Sus calmantes son el salario disciplinante, y el beneficio individual exclusivo y excluyente.
¡Amigos y enemigos! En este mundo todos somos en mayor o menor medida oprimidos. Sólo unos pocos pueden llegar a bailar y pasear por la corte de los opresores, ello conlleva casi siempre a prostituirse y traicionar. Pero recuerden que bastó que unos pocos volcaran su vida sobre la historia para despertar el hambre insaciable de justicia y amor que todos los buenos tenemos. Pocos pueblos han logrado mantenerse beligerantes frente a las grandes potencias agresoras, ni la gran Revolución Francesa ni la otra grande Soviética pudieron resistir tanto como la Cubana. Pero bastó que existieran para cambiarle la cara al mundo. Por eso, en voz bien baja, frente a la inefable y colosal señora historia, estaré siempre orgulloso, preocupado y conmovido, del lado de ese pequeño Archipiélago Socialista llamado Cuba. Por eso en voz baja me sumo a apoyar sin condiciones el horizonte de la utopía de la revolución, y a criticar cualquier paso en falso que nos aleje del mismo sin vanidad.