Cuando 41 kilómetros son un mundo. El lince
Eso es lo que tienen las fronteras terrestres y marítimas entre Rusia y Corea del Norte, 19 y 22 km, respectivamente. Pero desde ayer equivalen a 41.000, o a 410.000; o sea, a todo un mundo. Un poco más lejos está Vietnam, el otro país que ha visitado Putin estos días.
Ya sé que el estercolero mediático no lo dice, pero que Putin haya visitado China, Bielorrusia, Uzbekistán, Corea del Norte y Vietnam solo un mes después de haber sido reelegido como presidente de Rusia debería llamar la atención de Occidente. Porque lo que hay en marcha no tiene vuelta atrás: se acabó la hegemonía occidental, y Rusia está siendo el acelerador de este cambio.
No hay costumbre de escuchar lo que dice Putin. Es más, ni siquiera se le oye. Pero cualquiera que se mueva en el mundo de la política internacional tendría que tenerlo por norma, y es algo que ya he dicho en repetidas ocasiones: a quien hay que leer, o escuchar, preferentemente, es al enemigo; nunca al amigo. Y si Putin es el enemigo, es a él, preferentemente, a quien habría que hacer caso y tomar muy en serio lo que dice.
Putin ha dicho en repetidas ocasiones, la penúltima justo antes de la fracasada «Cumbre de Paz sobre Ucrania» de Suiza, que habría «respuestas asimétricas» a las agresiones occidentales, tanto económicas como militares. La visita a Corea del Norte es la muestra de ello.
Ha tenido como objetivo darle a Occidente, a EEUU en particular, un elemento disuasivo importante: limita, y mucho, la capacidad de acción de EEUU en esa zona del mundo y anula cualquier acción secundaria de sus vasallos, Japón y Corea del Sur. En unos momentos en los que se dice que Corea del Norte proporciona munición y misiles a Rusia, Putin lo ha venido a reconocer diciendo que «aprecia mucho el firme apoyo de Corea del Norte a las operaciones militares especiales de Rusia en Ucrania».
Y esto lleva al Acuerdo Integral de Asociación Estratégica firmado entre los dos países y que contiene una cláusula sobre la prestación de asistencia en caso de agresión contra una de las partes del acuerdo. La pregunta que se está haciendo, o que debería estar haciéndose, Occidente, y EEUU en particular, es qué puede significar esto en la práctica y cómo la asociación entre Rusia y Corea del Norte cambiará los contornos de seguridad no sólo en Asia, sino también en Eurasia.
En el acuerdo hay una frase, «proporcionar asistencia mutua en caso de agresión contra una de las partes en este documento», que se puede interpretar de una manera muy amplia en términos de derecho internacional. Por ejemplo, las amenazas periódicas a Corea del Norte de EEUU y sus vasallos, acompañadas de ejercicios militares. Va a ser curioso observar cómo se desarrolla todo esto a partir de ahora.
Es más, se sabe, o se cree saber, qué proporciona Corea del Norte a Rusia pero ¿y al revés? No se sabe nada de nada y a buen seguro que hay algo. No es un secreto que en la visita del entonces ministro de Defensa ruso, hace exactamente un año, se acordó el fortalecimiento de los lazos militares y «la colaboración y cooperación estratégica y táctica». A esta visita la siguió, en septiembre, otra de Kim Jon-un a Rusia en la que se puso mucho interés en armas y tecnología satelital rusa. Sea casual o no, en diciembre el primer satélite coreano fue lanzado con éxito y aparecieron las primeras fotografías de instalaciones militares de EEUU y Japón hechas por él. No es descartable que sea aquí donde a Corea del Norte le haya tocado el gordo. Con la participación de Rusia, la mejora en los sistemas de defensa aérea y antimisiles está garantizada. Y si se añade la guerra electrónica, que Rusia está demostrando que domina de largo, el despegue político, económico y militar de Corea del Norte será espectacular, reduciéndose progresivamente la capacidad de amenazas occidentales contra este país.
Porque, junto a ello, esta vez se ha dado un paso más, crucial para Corea del Norte: el comercio. Los dos países «desarrollarán un mecanismo comercial no controlado por Occidente» y «se opondrán conjuntamente a sanciones unilaterales ilegales». El mensaje es claro: Rusia dice a EEUU y sus vasallos, Japón y Corea del Sur, que se afloja el nudo que aprisiona a Corea del Norte y que es a ellos a quienes a partir de ahora les comienzan los problemas. Hace tiempo que ni Rusia ni China siguen a pies juntillas las sanciones de la ONU contra Corea del Norte, pero a partir de ahora lo harán mucho menos. Porque esta iniciativa de Rusia va a empujar a China, sin la menor duda. Esos 41 km de frontera son impenetrables para Occidente y hacen las sanciones totalmente superfluas.
Estamos en una dimensión cualitativamente nueva, puesto que la cosa va más allá de EEUU y sus vasallos Japón y Corea del Sur: afecta también al famoso AUKUS (Australia, Gran Bretaña y EEUU) y anula en la práctica al también famoso, para Occidente, Quad (estos mismos más India).
Y queda Vietnam. El impacto de la visita es menor, en términos geopolíticos, pero también importante. Vietnam no va a correr el riesgo de ser sancionado por Occidente por un apoyo sustancial a Rusia, por ahora, pero los movimientos internos, la purga de pro-occidentales dentro del Partido Comunista (ayer «dimitió» otro miembro del Comité Central «por violar disciplinas y leyes, y descuidar sus deberes»), están haciendo que el camino hacia un mayor distanciamiento de Occidente sea normal y lógico.
Porque uno de los objetivos de la visita de Putin es que el comercio entre los dos países se amplíe «en monedas nacionales» y no en dólares y/o euros. Si se alcanza un acuerdo en este sentido, el éxito de la visita será notable. Y allanará el camino de Vietnam a los BRICS, de quienes estaba distanciado hasta ahora y cuya mención aparece con frecuencia en los discursos oficiales y ya Vietnam ha dicho que acudirá a la reunión de octubre de este año «como observador». Porque eso le sirve también a Vietnam para reducir su dependencia económica respecto a Occidente.
Y en medio de todo esto queda China.
Es evidente que el acuerdo ruso-coreano obliga a China a reaccionar, tanto con Corea del Norte como con Vietnam. Porque, en gran parte parte, es beneficioso todo lo que está pasando porque reduce la presión sobre China en esa parte del mundo y Rusia hará de «hombre bueno» en el conflicto que China y Vietnam tienen por unas islas en el Mar de China.
(Publicado en el blog del autor, el 20 de junio de 2024)
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