Cuarenta años con Alfredo Maneiro. Farruco Sesto
En el momento en que me siento a escribir esta nota, y viendo hacia la fecha que sale en la esquinita superior de la computadora, me doy cuenta de que hoy, 24 de octubre de 2022, se cumplen cuarenta años exactos de la muerte de Alfredo Maneiro. ¡No puede ser! me digo a mí mismo. ¿Cuarenta años ya? Y es que aún no acabo de aceptar en paz, todavía hoy, la muerte prematura de aquel revolucionario de prodigiosa inteligencia, y de un más prodigioso todavía compromiso vital, existencial, con la revolución venezolana, que es nuestra expresión nacional de la lucha por la causa humana.
Feli, mi esposa, me lo había dicho en la mañana. Ella suele recordármelo siempre, casi sin falta, todos los años, a mí, que soy el señor de los despistes. Pero en esta oportunidad, cuando me lo dijo temprano, yo no le había prestado suficiente atención. Fue ahora, ya en la nochecita, confrontado con la necesaria concentración en solitario ante la escritura, cuando el significado de la fecha me retumbó en los ojos.
¡Alfredo, Alfredo! A los catorce años, casi un niño, ya era militante activo en la juventud comunista, en plena dictadura. A los veintiuno fue elegido diputado suplente del entonces Congreso Nacional, tal vez el diputado más joven en la historia de la República. A los 24 años era miembro del Comité Central de su organización. Tres años más tarde, comandaba el Frente Guerrillero Manuel Ponte Rodríguez, en Oriente. Y así siguió, en los cambiantes escenarios de su época y ya fuera del PCV, con una intensidad de trabajo revolucionario en el pensamiento y en la acción, hasta que la muerte lo sorprendió, también muy joven, a sus cuarenta y cinco años.
Yo lo había de conocer en 1973 y lo acompañé militando bajo su liderazgo, durante esos diez últimos años de su vida. Y por esas extrañas vueltas del destino, Hugo Chávez lo conoció también y pudo conversar con él durante horas, en una reunión clandestina en Maracay, cuando todavía Chávez era apenas un subteniente, de 21 años. De lo que hablaron no quedó registro, salvo lo que nos contó el propio Chávez, quien se refirió varias veces a algunos aspectos de su conversación: “…me dijo: teniente Chávez yo quiero que usted haga un compromiso conmigo – ya despidiéndonos – (…) Me dijo, un compromiso. – ¿A qué se refiere, qué compromiso? – Cualquier cosa que vayamos a hacer no es ahorita, Teniente, esto es para largo, porque yo andaba con esa fogosidad..”
Cuarenta años, pues, y nosotros seguimos aquí, con Alfredo y con Chávez, sabiendo también, como sabemos, que todo esto es una carrera de largo aliento.
(Publicado en Correo del Orinoco, el 28 de octubre de 2022)