Cuatro constantes de la ecuación venezolana. Farruco Sesto
¿Qué puede pasar en Venezuela? Es imposible predecirlo porque los locos siguen sueltos aún. Ya llevan unos cuantos meses en su última versión, con buques de guerra, amenazas y gestos estrambóticos. Nunca se sabe.
Así las cosas, el articulista, cronista, analista, o lo que quiera que uno sea, escribe con el recelo de que el desarrollo de los acontecimientos haga envejecer demasiado, de un día para otro, el contenido del texto, produciendo el efecto “periódico de ayer”. (¿Se acuerdan de la canción de Héctor Lavoe que fue tan popular en los setenta del siglo pasado: “Tu amor es un periódico de ayer, que nadie busca ya leer”?) Bueno, pues con esa inquietud escribimos, no sé si me explico.
De tal manera que, para evitar eso, hoy no me voy a aventurar a escribir sobre lo que pueda pasar, sino sobre aquello que es inmutable o que así lo considero, es decir, sobre aquello que sabemos que no va a cambiar en ningún caso, más allá de lo que ocurra. Digamos, sobre algunos aspectos inalterables en el conflicto o, para decirlo con una metáfora matemática, sobre algunas constantes de la ecuación.
¿Y cuáles son esos aspectos inmutables? Destaco cuatro, que lanzo como afirmaciones rotundas.
1. El pueblo venezolano es indomable. Rebelde por naturaleza y por experiencia histórica, cuenta con más de cinco siglos de resistencia en su haber. En este sentido, su disposición para seguir siendo libre y soberano y llevar su proyecto de construcción del socialismo hasta sus últimas etapas, no va a ceder en ningún caso. Antes bien, si es agredido, el cambio que se va a producir va a ser inexorablemente en el sentido de reforzar su espíritu de rebeldía. Pues en estos últimos veinticinco años, es mucho lo que aprendió. Tiene clara conciencia de lo que quiere, así como pleno conocimiento de sus circunstancias. Sabe que hay sueños que valen lo que la dignidad de quienes los sustentan. No se va a rendir. No va a entregar ni su espíritu, ni su territorio. No va a renunciar a su proyecto emancipador.
2. La unión entre el pueblo venezolano y su Fuerza Armada Nacional Bolivariana es la garantía más firme de la naturaleza invencible de Venezuela. Y esto no es una consigna, sino un hecho real. Pues esa fusión cívico-militar-policial se constituye como la mejor estructura organizativa política en la defensa de la nación. De modo que, si el ambicioso Imperio se decide a apoderarse de las riquezas naturales de Venezuela por la vía violenta, podemos tener la seguridad de que en definitiva no lo va a lograr. Entraría en ese caso en una guerra prolongada, relativamente fácil de comenzar, (aunque a lo mejor no tanto) si esa es su voluntad, pero en la cual no va a poder lograr la victoria de ninguna manera. Porque esa estructura de organización para enfrentar lo que venga, va a estar funcionando hasta el último día de combate. Un día en el cual irremediablemente se consagrará la victoria bolivariana contra el agresor.
3. La oligarquía apátrida y traidora que manejó el poder político a su antojo durante la cuarta república no volverá a gobernar en Venezuela nunca más. Este es otro hecho, visualizado como proyección al futuro, que además de fundamentarse en la disposición colectiva a defender el poder del pueblo, es un dato real del estado de ánimo general que se vive en Venezuela. El acceso al poder político de esta fatídica oligarquía supeditada a los EEUU, y de sus miserables agentes políticos ultraderechistas y corruptos, está absolutamente descartado como posibilidad. El pueblo venezolano no va a dejar que se le vaya de las manos lo que tanto le costó alcanzar, como es el poder político ejercido en una democracia participativa y protagónica. Para la oligarquía esa puerta está cerrada para siempre. Hay una suerte de juramento no escrito del pueblo venezolano de no permitir en ninguna circunstancia que estos miserables agentes imperiales puedan ni siquiera rozar el poder. Tal posibilidad simplemente no existe en ningún esquema imaginable.
4. El chavismo es una fuerza de cambio indestructible, destinada a perdurar en el tiempo. Lo que quiere decir, en definitiva, que está tan arraigado en la conciencia y el sentimiento colectivos, que ya trascendió la circunstancia política inmediata y se hizo cultura profunda. El chavismo es hoy un componente del alma nacional con la suficiente fuerza para mantenerse allí por siempre y para siempre. Es un bien que pertenece a todas y todos. Pasarán las generaciones y el chavismo estará allí, siempre vivo, palpitando como un gran corazón y siempre renovándose, siempre renaciendo sobre sí mismo, siempre trascendiendo el momento para acompañar la voluntad del pueblo de conquistar la mayor suma de felicidad posible en el sentido en que lo decía Simón Bolívar.
(Publicado en NÓSdiario, originalmente en gallego, el 4 de diciembre de 2025)









