Ecuador, reflejos de una crisis. Cristóbal León Campos
La crisis política que se vive en Ecuador desde meses atrás, ha rebasado las leyes internacionales y violado la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomaticas y la Convención sobre Asilo Diplomático de 1954, tras el violento asalto a la Embajada mexicana en dicho país sudamericano, autorizada por el presidente Daniel Noboa, cuyo Gobierno vive una serie de cuestionamientos populares por el retroceso que ha generado en los aspectos económicos, políticos, de seguridad y soberanía.
El reciente secuestro del ex vicepresidente de Ecuador, Jorge Glas Espinel, quien desde diciembre de 2023 se encontraba en la Embajada mexicana luego de solicitar asilo político, es una acción, además de ilegal a nivel internacional y neofascista, que muestra de la sumisión del régimen ecuatoriano de Noboa al imperialismo estadounidense, pues después de aquellas escenas donde se observó a un grupo de criminales tomar las instalaciones de una televisora y del incremento de la violencia por el narcotráfico, se establecieron con mayor rigor una serie de “alianzas”, o más bien de imposiciones imperialistas, que entre otras cosas han mostrado la presencia del Comando Sur de EE.UU., siendo que la general Laura Richardson, jefa de dicho Comando, ya había declarado que “Estados Unidos tiene un plan de seguridad de 5 años para Ecuador”, y esto no es otra cosa que la imposición de la agenda políticoeconómica de Washington. Jorge Glas, además de haber denunciado la corrupción del Gobierno y de negar las acusaciones que sobre su persona recaen actualmente, también se posicionaba como el contendiente electoral contra la derecha, por lo que su actual detención ilegal busca incriminarlo y desplazarlo de la posibilidad de ser Presidente. Algo que ya vimos con Lula da Silva en Brasil.
Por su parte, el Gobierno mexicano ha iniciado una serie de procedimientos legales que buscan la defensa de su soberanía, cuyo primer paso ha sido la ruptura de la relaciones diplomáticas con Ecuador, lo que representa un cisma para la unidad latinoamericana, y esto tampoco es casual, pues no se olvide que México ya había dado asilo a Evo Morales y demás funcionarios bolivianos después del Golpe de Estado que se vivió en ese país, algo que para el imperialismo y las oligarquías sudamericanas quedó pendiente de ser cobrado, y tampoco debe dejarse de lado la figura tan ejemplar que para Latinoamerica recae en México por su historia diplomática en la región. Esto último es otro objetivo de desestabilizar, ya que se sabe que las oligarquías y el imperialismo no son amigos de la idea de unidad e integración que México ha vuelto a representar tras varios años de dudosa diplomacia.
Ecuador vivirá disputas internas, la acción violenta en la Embajada mexicana desenmascaró más el carácter neofacista del régimen de Noboa, siendo que ni las dictaduras sangrientas de Argentina y Chile llegaron a violar la Convención de Viena, y aquellos años fueron de verdadero terror. Además, si bien para algunos el seguir al pie de la letra los dictados de Washington pudieran darle puntos a Noboa, en realidad siempre debe considerarse la repercusion internacional de este tipo de actos, y ante el rechazo mayoritario, Noboa corre el riesgo de ser descartado por el imperio estadounidense, cuyo discurso habla de “democracia”, aunque ya sepamos muy bien que subvenciona bombas en Medio Oriente, grupos criminales en Sudamérica y oposiciones en países gobernados por la izquierda o el “progresismo”. La región vuelve a encenderse, veremos cómo se desarrolla esta nueva crisis que en nada beneficia a los pueblos de Nuestra América.