El genocidio se recrudece. Cristóbal León Campos
Las imágenes son impactantes, infantes bajo los escombros de edificios, mujeres y hombres desgarrados por las máquinas de matar, los tanques sionistas toman sus posiciones estratégicas en Rafah, el último reducto de sobrevivencia palestina, donde el cruce a Egipto es ocupado por las bestias militares israelíes y la entrada de ayuda humanitaria está totalmente suspendida, al tiempo en que las bombas ininterrumpidamente iluminan la oscura noche de un genocidio descarado y cínico, ante el cual el imperialismo estadounidense calla y juega con el doble discurso mientras sigue aportando millones de dólares, y las potencias de la Unión Europea y la OTAN se han olvidado de las sanciones económicas y políticas contra Israel, siendo que con total descaro no emiten mensajes pidiendo un alto al fuego, justo cuando se hablaba de una oportunidad para el avance en las negociaciones.
La ONU dice que es inaceptable la ocupación de Rafah, pero su discurso queda varado en el desierto de las hienas que devoran sus funciones y emprenden el avance del despojo territorial contra Palestina. Este genocidio es alevoso, se viene preparando desde hace más de 75 años, se ha saboreado en el comedor sionista inhumano entre gusanos y bestias que juran ser los “elegidos” asesinando en nombre de un Dios que jamás aceptaría la barbarie que hoy vivimos. En Israel, una parte de su población, con clara orientación sionista, baila y celebra este genocidio, gestos de una deshumanización profunda, pues ¿cómo se han olvidado de que ellos lo vivieron ante los nazis y hoy lo recrea su Gobierno sin un mínimo de conciencia contra el pueblo palestino? El genocidio se recrudece y ya nadie lo puede negar, aunque con formas legaloides haya quien busque desviar la verdad, hoy asistimos al infierno en la tierra, y las bombas, los tanques, las balas y la muerte avanzan con descaro por encima de toda humanidad.
Pero, así como un sector de la población israelí celebra la barbarie, también un importante segmento del pueblo de Israel se manifiesta contra el genocidio y pide el fin del gobierno de Benjamín Netanyahu, como ya se hacía antes del 7 de octubre del año pasado. Asimismo, en gran parte del mundo, los pueblos claman por el fin del genocidio; la juventud y los trabajadores y trabajadoras de muchas naciones, alzan la voz por un cese al fuego y por el derecho de Palestina de existir y ser libre. En países como Estados Unidos, Francia, México, Argentina, Cuba, España, Alemania y más, los estudiantes toman las universidades y los espacios públicos para rechazar la barbarie sionista, sin importar el incremento de la represión de los gobiernos aliados de este genocidio, pues nadie que se sienta humano puede seguir en silencio ante este crimen de lesa humanidad.
Es humanamente imposible no sentir dolor e indignación ante las imágenes de muerte y brutalidad en las que se observa el daño a infantes, mujeres y hombres; seres humanos. Es inconcebible estar en silencio frente al genocidio, no se puede callar sin ser cómplice. No es tiempo de ser indiferente y jugar a la neutralidad, los gobiernos del mundo deben romper relaciones con Israel y llamar en unión a un inmediato cese al fuego, y los pueblos hermandados debemos seguir hablando y clamando por la libertad palestina, por la justicia global y el fin de esta barbarie cuya esencia no es otra que la inhumana sinrazón del sionismo y el imperialismo. Callar no es opción ante el genocidio contra Palestina.