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El hombre de la paz se llama Nicolás. Sara Rosenberg

Esta consigna fue coreada en las inmensas marchas del Bravo Pueblo en contra del fascismo y la violencia desatada después del triunfo electoral del 28 de julio.

No olvidamos y no perdonamos. Sabemos que desde los años 90 la guerra contra el pueblo ha sido implacable y esta consigna lo sintetiza: el pueblo organizado defiende la Paz y la soberanía de la República, del Estado y de su democracia protagónica y participativa. El pueblo organizado en unión cívico militar defiende el camino al socialismo del siglo XXI.

Frente a esto, tenemos a los ejércitos del caos, los ejércitos de una clase social criminal dirigida y financiada desde los centros de poder de USA y la UE en plena crisis, que necesitan la guerra y el robo para sobrevivir. Les llamo la internacional negra, si bien debería decir la internacional parda, la peste parda del nazismo-el sionismo y el fascismo que opera coordinadamente como una hidra cuyo cuerpo es la industria de la guerra- la corporación financiero-militar-cibernética-, cuyas cabezas atacan en distintos lugares del planeta. Es una hidra herida de muerte, pero feroz y criminal como lo ha sido siempre y tal como cuenta el mito estamos luchando para que sus cabezas cortadas no se regeneren y sean enterradas definitivamente. Lo digo porque después de la Gran Guerra Patria, como llaman los soviéticos a la segunda guerra mundial que finalizó en 1945, las huestes nazis vencidas no fueron enterradas sino protegidas por sus mentores yanquis y europeos y siguieron creciendo y reproduciéndose hasta hoy, ocupando puestos en Gobiernos y disfrazándose de demócratas mientras asesinan.

Estamos en la etapa de enterrarlos ya definitivamente y en esta lucha no hay atajos. Estos ejércitos del caos trabajan de manera articulada en contra de la soberanía y de la democracia, es decir en contra de la paz, porque necesitan del fascismo para sobrevivir. Decía Bertolt Brecht: “Un fascista es un burgués asustado”, y es así porque el sistema imperialista en crisis necesita el militarismo, la represión, la violencia y la muerte. El pueblo, los trabajadores, son su enemigo principal y si están organizados y luchan han de ser aniquilados como fueron aniquilados en los años 30 en Europa, como el nazi-sionismo hace hoy en Palestina, como hacen los nazis en Ucrania, como hacen los nazis en Siria, en Libia, en Irak, en Yugoeslavia, etc. ¿O acaso hemos olvidado de lo que fueron capaces de hacer en Hiroshima y Nagasaki, ahora que se cumple otro aniversario de la barbarie? ¿O acaso los nazis que hoy gobiernan en algunos países de Nuestra América no son el instrumento perverso de la hidra internacional que necesita destrozar nuestra unidad latinoamericana y antiimperialista?

Venezuela está hoy en el ojo del huracán de esta internacional nazi-sionista-fascista porque no solo ha consolidado el Estado democrático (soberano, protagónico y participativo), sino que, a pesar de la continuada guerra híbrida y de las sanciones criminales, ha crecido y crece económicamente y ejerce su derecho absoluto a la paz con soberanía y justicia, sostenida por un pueblo organizado para defenderse.

La campaña de propaganda contra Venezuela y contra el triunfo electoral ha sido brutal. La mentira ha ocupado informativos y primeras planas y sigue sembrando el odio que es el corazón de las políticas nazis fascistas. Odian al pueblo soberano y usan toda su maquinaria de propaganda para confundir y envilecer a los desprevenidos e ignorantes norteamericanos y europeos que, además, creen o se han creído que viven en democracia, mientras los hunden en la miseria material y mental para que no sean capaces de sentir la sagrada cólera y la necesidad de rebelarse contra la injusticia que aceptan obedientemente. Operan sobre comunidades que han perdido la capacidad de ver y pensar, que son presas del caos y la impotencia. Por eso el nazi fascista “inmundo” apela a la “comunidad internacional” en su campaña, porque solo la barbarie instalada en el “mundo occidental” puede apoyar a esa oligarquía vendepatria que pide guerra, que roba, que reclama invasiones, que pide y clama por la muerte, que asesina y quema a su propio pueblo, y que -como ya dije- son el arma enferma y siniestra del nazi fascismo. Una oligarquía criminal cuya única patria es el dólar.

La cabeza de la hidra en Venezuela esta siendo enterrada de manera definitiva y será enterrada por la fuerza de la conciencia y la memoria del bravo pueblo que resiste, se organiza y lucha con esperanza y confianza en su proceso. No basta la mentira ni el veneno para romper esta unidad y esta decisión, aunque sabemos que la lucha será larga y esa maldita cabeza de hidra que ataca a Venezuela necesita de todo nuestro apoyo internacionalista para ser enterrada definitivamente debajo de la piedra más pesada de la historia.

¡Venceremos! ¡El nazismo-sionismo-fascismo no pasará!

(Publicado en teleSUR, el 10 de agosto de 2024)

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