El negocio del chocolate y el espacio vital del neo fascismo occidental.
«Las neocolonias son consideradas como una fuente de riqueza que puede ser explotada para mitigar los conflictos de clase en los Estados capitalistas occidentales, tras el final de la Segunda Guerra mundial se hizo un intento deliberado para desviar las ganancias coloniales de la clase rica y utilizarlas para financiar el «Estado del bienestar», basado en altos niveles de vida de la clase trabajadora y un capitalismo casero de Estados regulados. Así, los países desarrollados lograron exportar sus problemas internos, y transferir el conflicto entre ricos y pobres de la esfera nacional a la internacional. El objetivo del neocolonialismo es prevenir la formación de grandes unidades de Estados que harían imposible la «guerra limitada», sólo donde existen pequeños Estados es posible, al desembarcar unos cuantos miles de infantes de marina, o al financiar fuerzas mercenarias, asegurar un resultado decisivo, si los Estados pequeños no consiguen unirse, se verán obligados a vender sus materias primas a precios impuestos por las naciones desarrolladas y comprar los bienes manufacturados a los precios que ellas fijen. En la medida en que el neocolonialismo pueda prevenir las condiciones políticas y económicas para el desarrollo óptimo, los países en desarrollo serán incapaces de crear un mercado suficientemente grande para apoyar la industrialización, en la misma forma, les faltaría la fuerza financiera para obligar a los países desarrollados a aceptar sus materias primas a un precio justo. Cuando África sea económicamente libre, y esté políticamente unida, los monopolistas se enfrentarán con sus propias clases trabajadoras en sus propios países, y surgirá una nueva lucha dentro de la cual la liquidación y el colapso del imperialismo serán completos. Actualmente, la necesidad de mantener un «Estado del bienestar», un Estado parásito interno, y de apoyar una voluminosa y cada vez mayor, carga de costos de armamentos, se vuelve absolutamente esencial para los Estados capitalistas desarrollados.» –Extracto de «Neocolonialismo, la última etapa del imperialismo» de Nkrumah
«La característica principal, de cualquier tipo de dominación imperialista, es la negación del proceso histórico de los pueblos dominados mediante la usurpación (el robo violento) del libre desarrollo de las fuerzas productivas.» Amilcar Cabral
Costa de Marfil y el terrorismo francés.
Costa de Marfil es actualmente el mayor productor mundial de cacao, elemento esencial para la fabricación del chocolate y un lucrativo negocio para empresas exportadoras extranjeras como la suiza Nestlé, la francesa Barry Callebaut, la norteamericana Cargill, la italiana Ferrero, la británica Armajaro, etc. Un salario mínimo por debajo del valor de la fuerza de trabajo que consiste en 90 euros mensuales, sumado al hecho de que en las plantaciones también trabajan miles de inmigrantes y menores de edad por mucho menos, algunos incluso secuestrados y enviados desde países limítrofes como Mali, Ghana, Togo, Benín o Burkina Faso, como denunció el periodista danés Miki Mistrati en su documental «El lado oscuro del chocolate», y como atestiguan las demandas presentadas contra Nestlé por explotación infantil, son la fuente de plusvalía con la que se sostienen la ingentes ganancias de estas empresas y del sobreconsumo insostenible en los países imperialistas. En Suiza, mayor consumidor mundial per cápita de chocolate, se consumen una media de 11 kilos al año por persona, por contra, uno de cada tres menores de 5 años sufre desnutrición crónica en Costa de Marfil, donde, paradójicamente el chocolate no se consume porque su precio es prohibitivo para la mayor parte de la población. En Inglaterra, cuarto país en consumo de chocolate y el de mayor porcentaje de obesos de Europa, se realizan una media diaria de 23 amputaciones de miembros por diabetes derivada de la obesidad.
Costa de Marfil se «independizó» de Francia en 1960, pero sigue atado a ella mediante el franco CFA, que significaba literalmente «Franco de las Colonias Francesas de África», ahora han maquillado lo de «colonias» por «comunidad» pero sigue siendo una moneda de ocupación como la que establecieron los nazis en las zonas invadidas para adquirir materias primas a menor coste. La fabricación del CFA es potestad exclusiva de Francia, actualmente con un valor muy por debajo del euro (0.0015 €), además, Francia exige a Costa de Marfil depositar el 50 % de sus reservas de divisas en las cuentas del Tesoro público francés.
Entre los años 70/80 se fomenta el endeudamiento y el FMI (Fondo Monetario Internacional) impone medidas de ajuste estructural como la reducción drástica de la inversión pública y de los salarios y la privatización de empresas públicas, sólo en el año 1982 el FMI interviene en 21 ocasiones.
En 1994, el FMI, tras un acuerdo entre EEUU y Francia, impone una devaluación del 50% del franco CFA para abaratar las exportaciones de materias primas hacia Occidente y facilitar la penetración de las multinacionales en el país. Un año después de la devaluación, los precios de los medicamentos importados desde Francia se duplicaron y el precio del arroz subió un 60 %, al tiempo que la esperanza de vida se reducía en proporción inversa.
En el año 2000, el profesor y sindicalista Laurent Gbagbo, del socialdemócrata Frente Popular de Costa de Marfil, gana las elecciones e intenta limitar el control económico de las empresas francesas sobre el país, al poco tiempo, se produce un intento de golpe de Estado mediante un ejército de mercenarios que penetra desde la zona norte armado por Francia, y financiado por empresas del cacao, sus filas se nutren con miles de soldados procedentes de la fronteriza Burkina Faso gracias a la colaboración del dictador Blaisé Compaoré (asesino del dirigente revolucionario Thomas Sankara), estos elementos emplearán acciones de terrorismo y ensañamiento contra civiles; fusilamientos, violaciones, degollamientos y desmembramientos a machetazos de partidarios del gobierno, niños incluidos, así como la ocupación de cooperativas de cacao y el desplazamiento forzoso de poblados enteros, todo ello bajo la dirección de la «demócrata» Francia.
Durante el desarrollo de la guerra son enviados Cascos Azules de la ONU junto a soldados franceses como supuesta fuerza de interposición pacífica, pero pronto se hará evidente su descarado apoyo a los mercenarios para que ocupen el norte del país, impidiendo que el ejército marfileño los desarme. La población local denunciará la pasividad y la connivencia de las «fuerzas de paz» de la ONU y Francia ante las matanzas de civiles perpetradas por los grupos mercenarios «rebeldes», que llegarán a quemar vivos a simpatizantes del gobierno delante de los propios contingentes internacionales de los Cascos Azules, sin que muevan un dedo para impedirlo. Del mismo modo, denunciarán la participación de comandos de las fuerzas especiales francesas en operaciones nocturnas camufladas contra objetivos selectivos del ejército de Costa de Marfil.
En 2004, durante una ofensiva marfileña para reunificar el territorio fraccionado por las fuerzas mercenarias, una base militar francesa resulta bombardeada por dos aviones sukhoi y 9 soldados franceses caen abatidos, Francia acusa al gobierno marfileño del ataque y bombardea en represalia un aeropuerto destruyendo toda su fuerza aérea.
Tiempo después, el abogado de los soldados franceses muertos señalará a los servicios de Inteligencia franceses como los responsables de haber fabricado un ataque de falsa bandera contra sus propios hombres para justificar la intervención total y el derrocamiento del gobierno de Gbagbo.
Siguiendo con el guion, los militares franceses ocupan el aeropuerto internacional y varios hoteles, lo que provoca protestas populares masivas en las que miles de manifestantes sitian la base militar francesa e intentan asaltar el aeropuerto para expulsar a los soldados franceses, que responderán asesinando a decenas de civiles durante los disturbios, solo la movilización masiva obliga a que los franceses aborten su plan golpista. Tras diversas treguas y pactos que obligan al débil gobierno a incluir como ministros a políticos opositores, la inestabilidad se prolongará hasta las nuevas elecciones de 2010.
La negativa del presidente Gbagbo a privatizar la refinería estatal de petróleo a petición de la multinacional francesa Total, su intención de crear una empresa pública para la producción y exportación de cacao y café, cuyo almacenamiento y transporte estaba en manos de la francesa Bolloré que controlaba el ferrocarril y el principal puerto del país, y su proyecto para crear una moneda nacional con la que salir de la dominación neocolonial del franco CFA, provocarán que Francia, Estados Unidos y la UE organicen un nuevo golpe de Estado exigiendo la presidencia para su marioneta Alassane Ouattara, amigo personal del presidente francés Sarkozy y «casualmente» ex-director general adjunto del Fondo Monetario Internacional, manipulando el proceso electoral para expulsar a Gbagbo del gobierno, y desconociendo al Tribunal Constitucional que le había proclamado ganador tras examinar las múltiples denuncias de fraude en el recuento del voto opositor y las amenazas de grupos armados contra los electores de zonas favorables al gobierno. Francia, finalmente proclama ganador desde un hotel militarizado a su candidato títere.
Puesto que Gbagbo se niega a renunciar, la Unión Europea y EEUU le imponen un embargo económico prohibiendo la exportación de cacao y café, grandes empresas chocolateras se niegan a pagar al gobierno marfileño el D.U.S., impuesto prefijado para la salida de los cargamentos de cacao de los puertos del país (entre ellas Cemoi, el mayor productor de chocolate francés), los bancos internacionales se unirán al boicot paralizando sus servicios, a lo que reaccionará el gobierno con la nacionalización de sus sucursales, para rematar, también se producirá un embargo internacional de medicinas que se traducirá en muertes directas, como denunciará ante Televisión Española el misionero español Maximiliano Herráiz, al frente de un orfanato en el país, quien acusará a Francia y a la ONU de haber organizado un golpe de Estado criminal provocando el caos y la asfixia del país para imponer al candidato de las multinacionales.
Tras un llamamiento de «Juventud Patriótica», organización inspirada en figuras socialistas como Thomas Sankara y Nkrumah, miles de jóvenes se alistan como voluntarios para la formación de milicias populares, al tiempo que helicópteros franceses de la misión Licorne y de la ONU bombardean masivamente la capital, milicianos y soldados leales de la guardia republicana se distribuyen por los puntos neurálgicos para enfrentar la invasión, junto a masas de civiles que bloquearán con barricadas las vías de acceso formando escudos humanos para impedir los bombardeos.
En abril del 2011, la resistencia de Abiyán es finalmente sofocada gracias a los tanques y helicópteros franceses y a la traición de altos mandos del ejército marfileño, los mercenarios consiguen llegar hasta la residencia presidencial y secuestrar al presidente Gbagbo, internando en campos de concentración a cientos de prisioneros de guerra.
Gbagbo será extraditado a Holanda junto al ministro de Juventud y dirigente del Congreso Panafricano de Juventudes Patriotas, Charles Blé Goudé, para ser «juzgados» por la farsa de la Corte Penal Internacional, en su defensa contará con el apoyo del famoso abogado Jacques Vergés, que denunciará al gobierno francés por crímenes de guerra y de lesa humanidad tras entrevistarse con familiares de víctimas de los mercenarios, recopilando sus testimonios en el libro «Crímenes y fraudes en Costa de Marfil». Entre los crímenes de las fuerzas mercenarias de Francia se encuentra la ejecución de Philippe Remond, ciudadano francés residente en Costa de Marfil, que ejercía como profesor de Ciencias Industriales en el Instituto Politécnico Nacional, que había denunciado en la televisión pública marfileña la conspiración neocolonial francesa y ofrecido su ayuda para la creación de la futura moneda nacional de Costa de Marfil.
Con las armas aún calientes y las botas aún manchadas de sangre, Francia participará ese mismo año en el derrocamiento de otro gobierno en Libia, sirviendo de fuerza aérea de la filial terrorista de Alqaeda en la zona, el Grupo Islámico de Combatientes Libios (GICL), como vanguardia de la Otan.
Este es sólo un ejemplo más de la larga lista de intervenciones francesas (Argelia, Madagascar, Benín, Burkina Faso, Camerún, Indochina, Nueva Caledonia, Guayana, Martinica, etc) que muestra como la política exterior de Francia en particular y de la UE y EEUU en general, no es más que la continuación del concepto fascista de «Espacio vital» que expresara Mussolini: «el programa de la política exterior del fascismo comprende una sola palabra: expansionismo, el imperialismo es la base de la vida de todo pueblo que tiende a extenderse económica y espiritualmente»…con la diferencia de que Mussolini y Hitler al menos se atrevieron a intentar establecer colonias dentro de la propia Europa, y Francia sin embargo, se limita a atacar cobardemente a pequeños países periféricos con aviación y mercenarios.
Primero, llegarán las Fundaciones y ONGs con sus agentes camuflados junto a «paraperiodistas» que reconozcan el terreno, acto seguido establecerán una cabeza de playa a través de la cual penetrarán los mercenarios, terroristas y militares extranjeros, para, finalmente, restablecer la «democracia» y los «derechos humanos» con una lluvia de misiles.
- Documental «Guerra en Costa de Marfil: El imperialismo francés en África»
El caso de Cola Cao
«África exporta cacao, Europa lo consume, desde hace muchos años. Cada cacahual está plantado sobre los restos de hombres que cayeron para dar cultivo a la tierra. Cada metro de ella, encierra una vida joven cortada, una existencia muerta en plena productibilidad. Existe sólo un deseo: dinero, en pocos años, sin escrúpulos, sea como sea, el camino para llegar a conseguirlo está sembrado de negros putrefactos, de razas deshechas, de poblados devastados, de religiones destrozadas. He aquí un pequeño ejemplo hecho con estadísticas oficiales de la Dirección de Sanidad de la Guinea española, y datos sobre la exportación de cacao de la isla de Fernando Poo:
– Cada 25.000 kilogramos de cacao presupone un muerto por la enfermedad del sueño.
– Un propietario de la isla de Fernando Poo cosecha la tercera parte del cacao que esa isla produce, lo que presupone cada diez años 1.250 muertos, producidos por la tripanosomiasis o enfermedad del sueño.
– Cada enfermo del sueño tiene en la evolución de su enfermedad tres años de parálisis, que afecta a la columna vertebral, resultando de esto que cada kilogramo de cacao que esa misma isla exporta presupone una hora de parálisis de un tripánico.
– La cantidad mensual que perciben los braceros negros en Fernando Poo, es de 16 pesetas; en Guinea continental, 15 pesetas.
Cada kilogramo de cacao se compra al indígena colono por cincuenta céntimos de peseta, vendiéndose en Europa a un precio de cuatro pesetas. Este es el valor que tiene una hora de sufrimientos y trabajo. Así es como la bandera del imperialismo ha desplegado sus vuelos triunfales a través de continentes enteros y el aire que la ha mecido ha sido corrompido en su contacto. La tempestad sobre África se anuncia, y con ella la agonía de la burguesía capitalista, que en las estribaciones africanas encuentra su último baluarte. Va el mundo caminando rápidamente, y los siglos terminan en breves momentos, en los que desaparecen opresores y oprimidos, en una sola masa de hombres, de razas, de ciudadanos y de camaradas. Pero a este fin no puede llegarse sin la violencia.» Guillermo Cabanellas
Este fragmento pertenece al libro «Esclavos» escrito en 1933 por el historiador, abogado laboralista, editor y lexicógrafo, Guillermo Cabanellas, en el que denunciaba la situación que se encontró en la por aquel entonces colonia española de Guinea Ecuatorial, a la que fue destinado como funcionario por el gobierno republicano. Guillermo Cabanellas era hijo del general golpista Miguel Cabanellas Ferrer, en oposición a su padre, apoyó al gobierno del Frente Popular y sería forzado a huir de España a Sudamérica por sus ideas socialistas durante la guerra.
El cacao guineano formaría parte de las exportaciones a la Alemania Nazi y la Italia fascista, junto a otros productos como café, caucho y la madera de Okume (utilizada para fabricar el contrachapado de los aviones militares), como pago por la ayuda militar prestada por el fascismo internacional a Franco.
En 1940, tan sólo un año después del final de la guerra nacional revolucionaria española, que tuvo como consecuencia la victoria del traidor golpista de Franco y el inicio de una larga dictadura al servicio de banqueros, terratenientes y grandes empresarios que florecieron al calor de la misma, nace la empresa catalana Nutrexpa, dedicada a la elaboración de productos alimenticios, en 1946 dará el salto comercializando cacao en polvo guineano, «Cola Cao», el cual se convertirá en su producto estrella, y será ampliamente publicitado en televisión y radio con la famosa canción infantil del «yo soy aquel negrito del África tropical, que cultivando cantaba la canción del Cola Cao…» Esa aparentemente inofensiva y alegre canción que nos acompañó a varias generaciones de niños españoles, ocultaba miserablemente la cruda realidad: que aquellos «negritos» no se pasaban el día cantando alegremente en idílicas plantaciones, sino que eran explotados de forma brutal en un territorio ocupado a punta de pistola. Con la llega de la «independencia» de Guinea la situación no revestirá muchos cambios, de hecho en los años 80, las ganancias de Nutrexpa se multiplicarían exponencialmente ampliando sus ventas fuera de España, llegando a introducirse hasta China. El descubrimiento de grandes reservas de petróleo en los años 90 hará pasar a un segundo plano la producción del cacao guineano.
«No hay países subdesarrollados, sino explotados; no hay países en vías de desarrollo, sino países cuya evolución económica ha sido bloqueada. Es precisamente el bloqueo estructural, previa desarticulación interna y dominación externa, lo que ha conducido al mundo extraeuropeo a convertirse en el nuevo proletariado de Occidente, como sustituto de los antiguos proletarios nacionales. La Europa del europeo medio, se horroriza ante la idea de que las colonias estén «perdiéndole el respeto», recrudece la represión contra los movimientos populares, teme su rebelión: no precisamente por la repercusión en la metrópolis, poco probable desde el momento en que sus fuerzas populares están amaestradas tras años de acción alienatoria sobre ellas, sino por una no descartable pérdida de los recursos de la colonia». Carlo A. Caranci