Fidel Castro Ruz, maestro de maestros. Ramón Pedregal Casanova
El pueblo cubano ha tenido y tiene, la suerte de contar con uno de los mejores maestros del mundo, y a ese maestro le han sucedido millones. El mejor maestro es el que mejor comprende y mejor hace y enseña. El pueblo cubano se mantiene unido gracias a él, no se dispersa, se mantiene solidario, no le es indiferente nada de lo que ocurre, se mantiene independiente, no deja sus asuntos en manos de otros, se mantiene culto, no permite que le mientan. El nombre del gran maestro lo pronuncian las gentes trabajadoras que ansían la unidad, la solidaridad, la independencia, el conocimiento, el nombre del gran maestro es Fidel Castro Ruz.
Aquí tienen una de sus muchas lecciones con la que explicaba de forma sencilla un problema lanzado por el enemigo de todos los tiempos, un problema también de nuestro tiempo, sabrán inmediatamente a la guerra a que me refiero:
Cuando surgieron, los medios masivos se apoderaron de las mentes y gobernaban no solo a base de mentiras, sino de reflejos condicionados. No es lo mismo una mentira que un reflejo condicionado. La mentira afecta el conocimiento; el reflejo condicionado afecta la capacidad de pensar. Y no es lo mismo estar desinformado que haber perdido la capacidad de pensar, porque ya te crearon reflejos: «Esto es malo, esto es malo; el socialismo es malo, el socialismo es malo». Y todos los ignorantes, todos los analfabetos, todos los pobres, todos los explotados diciendo: «El socialismo es malo». «El comunismo es malo».
No enseñan a leer y a escribir a las masas, gastan un millón de millones en publicidad cada año para tomarle el pelo a la inmensa mayoría de la humanidad — que, además, paga las mentiras que se dicen—, convirtiendo al ser humano en persona que, al parecer, no tuviera ni siquiera capacidad de pensar, porque las hacen consumir jabón, que es el mismo jabón, con diez marcas diferentes, y tienen que engañarla, porque ese millón de millones, no lo pagan las empresas, lo pagan aquellos que adquieren los productos en virtud de la publicidad. Gastan en crear reflejos condicionados, porque aquel compró Palmolive, el otro Colgate, el otro jabón Candado, sencillamente porque se lo dijeron cien veces, se lo asociaron a una imagen bonita y le fueron sembrando, tallando el cerebro. Ellos que hablan tanto de «lavado de cerebro», lo tallan, le dan una forma, le quitan al ser humano la capacidad de pensar.
El pueblo cubano ha tenido, y tiene, la suerte de contar con el mejor enseñante, capaz de formar equipo, y su equipo es reconocido a su vez el mejor por su método y sus resultados educacionales. Educación es lo que ha formado la barrera de resistencia social al primitivismo oscuro, a la ignorancia que fermenta en el abono de “el hombre es un lobo para el hombre”, ese veneno antisocial con que el imperio trabaja. El pueblo cubano cuenta con todos los mejores antídotos culturales, que son los mejor considerados y ejemplos de los que aprender a todos los niveles internacionales. Los mayores humanistas reconocen el esfuerzo de enseñanza impulsado por su gran maestro.
Las masas de Cuba saben que su formación premiada en el mundo se desprende de quien dedicó su vida a enseñarle para con la cultura elevar su fortaleza. La gratitud de éstas se escucha con orgullo: “¡Yo soy Fidel! ¡Yo soy Fidel! ¡Yo soy Fidel!
La mayor preocupación de Fidel es la unidad conseguida, el muro más fuerte. Contra ese muro se estrella el imperio falsificador de la realidad. Contra la fortaleza de pensamiento no puede la violencia, ninguna clase de violencia, desde la más sibilina a la más inhumana. EEUU puso en práctica 650 proyectos de magnicidio, y el fabricante del terror fracasó, no hay que fiarse “ni tantito así”. Fidel, a riesgo de su vida, trabajó con el ejemplo por la unidad, trabajó por la unidad porque fortalece la tranquilidad de la vida del pueblo. Fidel trabajó así contra el enemigo de la vida y contra la mano ladrona, enseñó conciencia, enseñó a luchar contra “el reflejo condicionado”.
Sus 96 años están registrados, los ha grabado la Historia, y su equipo descubre en los infantes, proyectos que son verdaderos ejemplos de futuro en unidad, ejemplos de la vida familiar y social novedosos, la clase trabajadora que decide cambios para hacerlos constitucionales, respondiendo a la transformación social continua, “cambiar lo que deba ser cambiado”, principio de las enseñanzas del maestro.
El último ejemplo de la grandeza cubana fue mostrada en el pavoroso incendio de la base de supertanqueros de Matanzas. La ejemplar grandeza la dieron los participantes en los trabajos de extinción, acompañados de los cuerpos de apoyo a quienes estaban en primera fila de la batalla, todo el pueblo cubano de un extremo a otro de la Isla Rebelde, a lo que se sumaron los hermanos venezolanos y mexicanos. En múltiples ocasiones se escuchaba a unos y otros expresarse con palabras de Fidel.
En ese esfuerzo titánico los bomberos tuvieron un papel protagónico, entre ellos hubo quienes perdieron la vida acudiendo a salvar lo que se pudiese en bien del país, eran jóvenes, todo valor y confianza en lo que querían dar y, de ahí, su grandeza humana. Cómo Fidel, maestro que siempre expuso su pecho al enemigo para proteger a Cuba, los bomberos fallecidos se dieron, y el corazón de cada cubano los homenajea con las palabras: ¡Hasta la victoria siempre!