Juramento. Farruco Sesto
Tómese como un juramento personal, como palabra sagrada de obligatorio cumplimiento, el compromiso total y absoluto, que una vez más reconozco y reitero, de luchar por Venezuela y por su pueblo, a quienes pertenezco, hasta el fin de mis días. Estoy seguro de poder hacerlo de una manera útil con las únicas armas de que dispongo, que no son otras que mi corazón, mi pensamiento y mi voluntad actuante, consagrados al objetivo supremo de llevar adelante la revolución bolivariana, en los términos y condiciones que fueron tantas veces expresados por nuestro comandante Chávez.
En verdad, amo a mi partido, el PSUV, a quien necesariamente incluyo en mis asuntos vitales como el instrumento imprescindible para avanzar con él hacia la emancipación completa de nuestro pueblo, en paz y prosperidad. Siento un orgullo inmenso en esa militancia, que hoy contribuye a darle sentido a mi existencia.
¿Y por qué este juramento, aquí y en esta hora? Permítanme explicarlo brevemente.
En estos días, en el marco del V Congreso, el Partido Socialista Unido de Venezuela renovó sus instancias directivas, comenzando por la presidencia y vicepresidencia para las cuáles, en función de su liderazgo innegable, permanentemente actualizado, fueron ratificados los compatriotas Nicolás Maduro y Diosdado Cabello. Esa renovación abarcó, como es habitual en los congresos del partido, a las instancias de que se compone la directiva del PSUV, a saber, la Dirección Nacional, la Dirección de la JPSUV (de la juventud) y el Consejo Político. Todo ello implicó, desde luego, la ratificación de una buena parte de los compañeros y compañeras de la dirección anterior, pero también algunos movimientos y la incorporación de nuevos nombres.
En mi caso personal, tengo el honor de seguir formando parte del Consejo Político por otros cuatros años. No sé ni como agradecerlo. Pero comoquiera que, en razón de la distancia, no tuve la oportunidad de juramentarme con el conjunto de la directiva del partido, como hubiera querido, vayan pues, ahora, las palabras con las que comencé esta nota, para dejar constancia escrita de la conciencia de mi compromiso.
Quiero añadir que a Venezuela se lo debo todo. Que, en sus querencias, búsquedas y batallas, es donde me reconozco más humano. Y que, puesto que amor con amor se paga, me permito exclamar con la moral bien alta: leales siempre, traidores nunca.
(Publicado en Correo del Orinoco, el 28 de abril de 2022)