La cumbre UE-CELAC y la cuestión de la mutua mirada. Farruco Sesto
El otro (del latín, alter). Alteridad: la condición de ser otro. El otro. He ahí un concepto para revisarlo. Y para analizar la mirada con que observamos a ese otro. O con la que ese otro, él o ella, a su vez, nos observa. “El ojo que ves no es ojo porque tu lo veas, es ojo porque te ve” (Juan de Mairena). Entiendo que es un tema de la filosofía. Y por supuesto de la filosofía política y su praxis. Ese otro que puede ser un individuo, una clase social, una cultura, un país, un continente, un polo geopolítico…
La mirada es lo definitorio en la relación entre dos. Por poner un ejemplo de alto contraste, no es lo mismo la mirada del opresor que la del oprimido. Me refiero a la mirada de cada uno hacia su oponente. Donde también influye la mirada hacia sí mismo. El cómo uno se ve.
Vienen a cuento estas reflexiones un poco abstractas y generales, entre poéticas y políticas, para preguntarnos sobre el sentido y las dificultades de la reciente cumbre UE-CELAC.
La pregunta tiene lugar, en cuanto a que esa cumbre en Bruselas fue una reunión, dicho con una cierta ironía, desde luego, pero sin segundas intenciones, entre el jardín y la jungla.
La cuestión que una vez más queda en el ambiente, es si de alguno de estos encuentros, de este tener que verse para hablar en directo, podrá salir alguna vez algo útil, tanto, en este caso, para los pueblos de Europa, como para los de la América Latina y el Caribe.
Y la respuesta, tomando en cuenta las anteriores anotaciones, es que ello no será posible mientras sus respectivas estructuras de poder no cambien la mirada. Vale decir. la mirada sobre sí mismas. Y la mirada hacia la contraparte.
Muchos de los países de Europa fueron conquistadores y colonizadores por siglos, de los territorios y pueblos que se encontraban al otro lado del océano. Ese es un dato histórico objetivo, más allá de los juicios de valor que se tengan. Reprimieron a los pueblos originarios y en buena parte, los exterminaron. Traficaron con millones de esclavos. Construyeron, para su provecho, institucionalidades dependientes de su centro de poder. Extrajeron inmensas cantidades de materias primas, con las cuales construyeron las bases económicas de su jardín.
Se sentían superiores en términos políticos, culturales e incluso raciales ¿Qué es lo queda de ello hoy día en su mirada? Esa es la gran pregunta. No referida a los pueblos, insistimos en ello, sino a sus estructuras de poder. ¿Que es lo que pervive hoy de aquella mirada que iba de arriba abajo?¿Se mantiene aún desde la soberbia, así sea disimulada y maquillada? ¿Se ha trasmutado acaso en una mirada esencialmente paternalista? ¿Cuánto de esa mirada aviva hoy un espíritu de aprovechamiento neocolonial?
Mientras que la pregunta sobre la contraparte en esta cumbre, la de los otrora pueblos conquistados, y colonizados, se refiere al tipo de mirada con que se presentan. Emancipados políticamente en su momento ¿Han logrado también ( y una vez más nos referimos a sus estructuras de poder) sacudirse del todo, más allá de la retórica, el yugo neocolonial? ¿Cuánto han avanzado uno a uno, cada país, en conquistar su “única, verdadera, irrenunciable independencia” en lo cultural, en lo económico, e incluso en lo militar? ¿Y cuanto de eso aportan al conjunto?
Así, cuando analizamos las posibilidades de éxito de esta pasada cumbre UE-CELAC, entendida como una reunión de dos conjuntos, no pareciera que se pudiese avanzar mucho más allá. Porque en esa disposición a un diálogo que se supone que debe ser entre iguales, o equivalentes, hay un punto de desencuentro que es el de la mirada mutua. Una mirada que lo dice todo, porque indica que hay todavía un largo camino a recorrer hasta alcanzar una visión desde la horizontalidad, es decir, una visión, una mirada, basada tanto en el sentido de la propia dignidad, como en la dignidad del otro, de la comprensión del otro, del respeto al otro, con el espíritu de justicia, complementaridad, paz y cooperación, tan necesarios para diseñar el mundo de mañana.
Pues sin esas miradas igualadas que, mal que bien las van sienteiendo los pueblos, pero no así sus estructuras de poder, ninguna cumbre posible habrá de desplegar una ráfaga de optimismo para la gran humanidad.
Hugo Chávez repetía frecuentemente la idea de que los gobiernos van de cumbre en cumbre y los pueblos de abismo en abismo. Nos permitimos citarlo en extenso, en unas declaraciones de abril de 1999. “En ese sentido, esta mañana lo decía en estas reflexiones y también en Jamaica hace pocas semanas atrás, en la Cumbre del Grupo de los Quince y también seguiremos insistiendo en la Cumbre de los próximos días en Cartagena, la Cumbre del Grupo de los Tres y en la Cumbre del Grupo de Río, de la que debatíamos esta mañana y luego, en la Cumbre con la Unión Europea, andamos de Cumbre en Cumbre, pero ¡qué contradicción! Nuestros pueblos andan de abismo en abismo. Tratemos de que nuestros pueblos también anden en Cumbres”
(Publicado en NÓSdiario, originalmente en gallego)