La presencia del rey Felipe VI hoy en Auschwitz. Oportunidad, inmoralidad e incoherencia. Floren Dimas
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La presencia del Rey y su consorte en el campo de exterminio nazi de Auschwitz, no solo es una incongruencia moral insoportable, si no también histórica, porque mientras las cámaras de gas funcionaban a pleno rendimiento en ese y otros campos, el antecesor dinástico legítimo de Felipe VI, el infante Don Juan (abuelo del actual rey) tras la muerte de Alfonso XIII en 1941, andaba flirteando con el régimen de Franco desde su residencia suiza de Lausana, mientras entre bambalinas intentaba dar coba, sin que se notara demasiado, a los aliados como si ya nadie se acordara de que en plena guerra civil, intentó presentarse ante Franco para ofrecerle luchar contra la República como oficial de Marina.
Ahora, el nieto del Infante don Juan de Borbón que se ofreció a matar republicanos durante la guerra, pretende darse un baño de legitimidad participando en un acto que simboliza el recuerdo a los republicanos asesinados por los aliados nazis de Franco contra los que quería combatir el abuelo del Rey… si Franco hubiera aceptado su ofrecimiento.
A diferencia de las monarquías europeas de la época, casi todas exiliadas en Londres, que lideraron la resistencia contra la ocupación nazi, la monarquía española en su dorado exilio suizo, trabajó a favor de los golpistas antes y después de 1936, para conseguirles el apoyo militar de Mussolini, que propició su victoria junto con la ayuda de Hitler.
Este recordatorio histórico de la trayectoria de los Borbones en este cambio de siglo, convierte en ominosa y desafiante democráticamente, la presencia del Rey en el acto del aniversario del campo de exterminio de Auschwitz. Un jefe de Estado que no se ha dignado todavía participar en España en un acto de homenaje a los republicanos, presidido por la bandera tricolor que históricamente les representó y les sigue representando.
Puedo apostar lo que quieran, a que en las fotografías oficiales que se difundan hoy, será imposible encontrar la bandera de la República que representa a las víctimas españolas, indecorosamente suplantada por la monárquica.