La verdadera Venezuela es la de su pueblo, no la de los medios. Farruco Sesto
Algunas notas para una mejor comprensión del país bolivariano.
Cada día los medios nos abruman con su relato sobre Venezuela, ofreciendo la imagen de un país con inmensas riquezas naturales, pero sometido a un régimen oprobioso que le hace pasar a su pueblo calamidades sin fin. Y, por si fuera poco, en permanente enfrentamiento a la comunidad internacional.
El caso es que esa guerra de opinión de los medios hegemónicos contra Venezuela, tergiversando su realidad, menospreciando al pueblo bolivariano y difamando a sus dirigentes, es tan constante, poderosa y de mala fe, que no es fácil acceder a un punto de vista distinto.
Pero es necesario hacerlo, para darle otro sentido a la mirada sobre Venezuela. Despejando la niebla que la opaca y yendo más allá de las noticias. Para acercarse sin prejuicios a uno de los procesos de transformación más interesantes que están ocurriendo hoy en el mundo y, a través de ese acercamiento, tratar de comprenderlo. Y tal vez, incluso, a partir de esa comprensión, amar a Venezuela y defender sus luchas.
Estas notas pretenden iluminar algunos de los aspectos menos conocidos, y que tienen que ver con la naturaleza de la Revolución Bolivariana y su proyecto de construcción del socialismo.
Es bien conocida la riqueza del territorio venezolano, con la más grande reserva de petróleo del mundo, así como de gas, oro, hierro, aluminio y otros minerales. Agua y biodiversidad.
Pero lo que no es tan conocido son los principios (o cualidades o virtudes, o postulados, o guías para la acción) de su proceso revolucionario. Vale decir, los grandes criterios políticos y éticos, con los que trata de construir su universo propio.
Creo que vale la pena aprovechar la oportunidad de escribir estas notas, para ofrecer una visión rápida sobre cuatro de ellos: la cuestión del poder, el papel de la historia, el tema de la cultura y el imperativo de la unidad. Tengo la convicción de que, una vez tenidos en cuenta, su conocimiento puede cambiar la mirada sobre Venezuela y facilitar la comprensión de lo que está pasando.
1 La cuestión del poder: El poder le pertenece al pueblo
Este es, tal vez, el principio esencial de la revolución. Y tiene que ver con un entendimiento de la naturaleza del poder político, en una sociedad compleja.
En Venezuela hay una fuerte toma de posición sobre quien debe ejercer ese poder: únicamente el pueblo. Sin intermediarios ni equilibrios de fuerzas. El pueblo directamente, porque el poder le pertenece.
Lo cual lleva, necesariamente, a un planteamiento de la democracia en los aspectos formales y sustanciales. En el caso de Venezuela, su Constitución aprobada mayoritariamente por referéndum en 1999 define a la democracia como participativa y protagónica. Es decir, donde el pueblo es el protagonista del hecho democrático, siendo como es el único soberano, el dueño del poder.
De allí los consejos comunales y las comunas, de allí los consejos productivos de trabajadores, de allí todas las formas de organización popular que toman decisiones vinculantes sobre la marcha del Estado.
Y de allí también, la necesidad de que el pueblo acceda sin trabas ni límites al conocimiento, como factor de generación de conciencia. Bajo el concepto chavista de que el primer poder es el conocimiento.
De manera que el poder le pertenece al pueblo, Todo gira alrededor de ese principio. Para que el ejercicio del poder no sea afectado por presiones externas, ni factores mediáticos, ni por interferencias del poder económico interno o externo.
Y es sobre el soporte del poder popular, que se construye el poder nacional, el poder del Estado. Ambos en una relación dialéctica. Y ambos entrelazados, con la conciencia de que el poder debe ser un poder liberador, emancipador, para avanzar con él hacia la construcción del socialismo.
Hugo Chávez lo dijo en múltiples oportunidades: “El poder popular, el poder comunal, el poder obrero, el poder campesino. Por eso es tan importante continuar consolidando ese poder popular, y con él, continuar dándole vida a la nueva hegemonía revolucionaria, socialista, popular.”
2 El papel de la historia: El conocimiento de la historia es instrumento de transformación
Otro elemento de principio que caracteriza al proceso venezolano es la utilización de la historia como instrumento de transformación. El conocimiento de su historia insurgente.
Al contrario de lo que ocurre en otros lugares, donde la historia, interpretada desde el punto de vista de las clases dominantes, es más bien un peso muerto, un anclaje conservador, cuando no reaccionario, para impedir los cambios, en el caso de Venezuela, su concepto de historia insurgente es un motor de transformación.
Así, el conocimiento de la historia acompaña las luchas populares y patrióticas por la liberación, por la descolonización, con el desarrollo masivo de la conciencia antiimperialista, basado en la experiencia acumulada a través de siglos e incorporada a la cultura del pueblo. Y no solo como una referencia del camino transcurrido colectivamente hasta llegar hasta el presente, sino como herramienta para entenderse, para identificarse, y sobre todo para identificar un proyecto del pueblo que es, y debe ser, un proyecto histórico distinto al de la burguesía.
Se trabaja políticamente con esa idea de un proceso de independencia, que comenzó hace dos siglos, y que continúa abierto para consolidar sus propósitos de emancipación y de justicia. Un proyecto popular que, con una mirada larga se extiende también hacia atrás en el tiempo quinientos años, representado en la lucha de los pueblos originarios contra los conquistadores. Y más tarde en las rebeliones de los esclavos.
Simón Bolívar bajó de las estatuas y camina junto al pueblo, dándole su nombre a la Revolución Bolivariana. Y todos los rebeldes y revolucionarios de antes y de ahora, lo acompañan construyendo la historia.
3 La noción de cultura: El pueblo es la cultura
Este lema, que manejó en 2003 la gestión revolucionaria de la cultura, expresa un principio, también estructural, del proceso bolivariano.
El pueblo es la sustancia de la cultura, el factor identitario primordial. El pueblo con su ser, con sus valores, con su experiencia, con su voluntad y su capacidad de hacer, también con sus proyectos, sueños y deseos. Es sobre la espiritualidad del pueblo, con sus poderes creadores, sobre lo que se asienta esa construcción del socialismo en el siglo XXI.
Se reconoce así, metafóricamente, la existencia de un alma colectiva. Un alma constituida a su vez, por la interrelación de las culturas en su diversidad. Aquellas que vienen de atrás, forjadas en el tiempo, y las que van surgiendo genuinamente en las nuevas condiciones de vida y que llevan el sello de autenticidad del propio pueblo que las genera. Es la propia Constitución la que habla de “las culturas populares constitutivas de la nacionalidad” para expresar ese concepto en términos legales.
Lo cual no descarta la aportación creadora de las vanguardias, ni la de los individuos, sino que las enmarca y les da soporte. Digamos, para entendernos, que es una identidad en construcción permanente. Un gran proyecto emancipador.
Hay que anotar en este punto, para destacarlas especialmente, tres de las virtudes o cualidades más resaltantes de esa alma colectiva venezolana, vale decir, de esa identidad como pueblo, que tiñen con su presencia activa la Revolución Bolivariana.
Son ellas, un profundo sentido igualitario, que es un muro contra las expresiones neofascistas de la contrarrevolución. Una espiritualidad abierta, sin prejuicios, y particularmente animosa y alegre. Y un sentido de la dignidad muy especial, que tiñe la resistencia a la opresión y a la injusticia.
4 El imperativo de la unidad: La unión es imprescindible para constituir el bloque hegemónico de poder
El tema de la unidad también viene de lejos, como un esencial legado bolivariano. No se concibe el trabajo político serio, con vocación de poder, tanto para alcanzarlo, como para mantenerlo una vez alcanzado, sin una disposición profunda y auténtica a la unión de todas las fuerzas.
No se trata de una unión de siglas, oportunista, cosida con alfileres en determinados momentos coyunturales. Sino de una unión en la diversidad, de voluntades, de pareceres, de esfuerzos que se van complementando en el tiempo, como garantía de la permanencia del poder en manos del pueblo. Es decir, de la nueva hegemonía en construcción.
En la Venezuela de hoy, según los escenarios de actuación política, se habla de la unión de todo el pueblo, unión de las generaciones, unión de los patriotas, unión de los revolucionarios y unión cívico militar, también policial. Son componentes vitales del proceso democrático revolucionario. De tal manera que el proceso de transformación está blindado, así como la defensa de la nación contra las amenazas externas.
Una prueba de esa voluntad de unión es la de que, en las últimas elecciones presidenciales del pasado julio 2024, todas las organizaciones de izquierda apoyaron al mismo candidato, Nicolás Maduro, que compitió contra doce candidaturas de la derecha.
Como dato adicional, vale citar también el hecho, silenciado por los medios, del Gran Congreso del Bloque Histórico, reunido en Caracas entre los días 14 a 16 de noviembre, como síntesis de unas jornadas que se fueron llevando a cabo durante meses en todo el territorio del país, con participación del pueblo en miles de asambleas de base, elaborando propuestas concretas para la transformación del país en los próximos años.
(Publicado en ENXERGAR, revista de pensamiento y análisis, Nº 8, febrero 2025. Galicia. Escrito originalmente en gallego)