AHMEDABAD, AUG 26 (UNI):- 12 IVF babies were born to 8 mother on the auspicious day of Janmashtami at Bavishi's fertility clinic in Ahmedabad on Friday. UNI PHOTO-133U
ArtículosVíctimas y Resistencias

Los cuerpos de las mujeres pobres generan nuevos nichos de ganancia al capital

El capitalismo es un sistema criminal que produce muerte, horror y sufrimiento diario a millones de personas en el mundo. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) se ha dotado de un marco normativo que, teóricamente, se dirige a garantizar la paz, la seguridad y la prosperidad de los pueblos.

En dicho marco normativo destaca la famosa Declaración Universal de los Derechos Humanos. Pero esta es una mera fachada, pues en realidad la ley que prima y se impone es la del más fuerte económica y militarmente, que tiene como único objetivo salvaguardar los intereses de la clase capitalista global al precio que sea. El fin justifica los medios.

Por ello, en estos tiempos de crisis económica, para mantener y aumentar su tasa de ganancia, el capital busca desesperadamente nuevos mercados aun a costa de violar derechos humanos fundamentales, que invariablemente afectan a la clase trabajadora más pobre y, dentro de ella, a las mujeres y la infancia. De ahí que los cuerpos femeninos sean un territorio de conquista en el que hoy se están abriendo nuevas formas de explotación como son la maternidad de alquiler y la compra-venta de bebés.

El capitalismo se aprovecha de la capacidad reproductiva de las mujeres pobres, utiliza sus úteros o directamente los amputa -como en el caso de las trabajadoras indias de la caña de azúcar- a conveniencia. Y el fruto de esa maternidad mercenaria a que la misera aboca a muchas mujeres, nace ya con código de barras incluido. Pero vayamos por partes.

La industria de las madres de alquiler se abre paso, a pesar de que está prohibida en la mayoría de países.

El mes pasado nos informaba Berta O. García, presidenta de la Coalición Internacional para la Abolición de la Explotación Reproductiva (CIAMS), que la Conferencia de la Haya de Derecho Internacional privadolleva más de cinco años trabajando en legalizar de facto la mal llamada gestación subrogada”.  Los 24 países representados en esta Conferencia están elaborando un protocolo que “resuelva la cuestión de la filiación de bebés comprados en el contexto de los contratos de gestación subrogada internacionales”, optando incluso por ampliarla para que abarque todas las etapas del proceso de subrogación.

¿Dónde quedan el interés superior del menor a mantenerse en su familia de origen, el respeto a sus derechos fundamentales, la prevención contra la venta y el tráfico de niños? ¿Dónde los convenios, como el de 1995 relativo a la Protección del Niño y a la Cooperación en materia de Adopción Internacional? Se van por el sumidero, porque, como la propia institución reconoce, “It is now well-known that surrogacy is a global business” (Es bien sabido que la subrogación es un negocio global). Y más negocio a medida que la pobreza no deja de aumentar en el mundo.

Berta O. García y muchas más nos preguntamos ¿Se plegará UNICEF -presente en la Convención- a esos intereses en lugar de defender el derecho de niños y niñas a la dignidad y a no ser objeto de encargo y contrato, sino sujeto de derechos? Dependerá de la presión que ejerzamos para que prime ese derecho sobre las ganancias privadas de unas cuantas empresas. La CIAMS ha hecho un llamamiento que se puede firmar en este enlace.

Malasia: La compra-venta de bebés de mujeres violadas

Hace un par de años, la periodista Inés Rigal publicaba un artículo de investigación en el que, gracias a la información facilitada por mujeres miembros de asociaciones por los derechos de la infancia y las mujeres, destapaba la lucrativa industria de la producción de bebés para su venta que florecía en Malasia.

En los grupos de Facebook, los traficantes de personas exponen su catálogo de mujeres en estado de gestación para encontrar familias compradoras. Al parecer, esto no contraviene las normas de la red social. Los precios varían en función del tono de piel de la madre y el sexo del futuro bebé, ya que, claro: los varones valen más.

En Malasia siempre hubo la costumbre de que las madres que no podían hacerse cargo de sus hijos, los dieran a otras familias por algo de dinero. Pero ahora esta práctica se ha convertido en un negocio muy lucrativo para los intermediarios en vista del aumento de la demanda.

La mayoría de madres traficadas proceden de países vecinos como Indonesia, Vietnam o Myanmar. Los traficantes actúan de mismo modo que en la trata de mujeres con fines de explotación sexual: las engañan con la promesa de un empleo y, cuando llegan a Malasia las violan hasta que quedan embarazadas y las retienen junto a otras en el mismo estado en unas casas aisladas que se conocen como “granjas de bebés”.

Los compradores no son sometidos a ningún control de antecedentes, por lo que los críos quedan expuestos a todo tipo de abusos una vez vendidos. Muchos se quedan sin comprador por el tono oscuro de su piel y son llevados a Tailandia para mendigar y ser explotados sexualmente.

Este deleznable negocio es posible gracias a una red de agentes, médicos de clínicas privadas y algunos funcionarios corruptos que falsifican los certificados de nacimiento, con los nombres de los compradores que pasan por ser los padres biológicos, sin que quede ningún rastro del proceso.

Los proxenetas también han visto la veta de ganancia que ofrece este comercio humano y han convertido los prostíbulos en “granjas de bebés”. Las prostitutas, que son asimismo víctimas de trata de países asiáticos, están siendo obligadas a quedarse embarazadas para lucro de sus explotadores. De este modo ganan el triple de dinero, ya que, por un lado, hay “clientes” que pagan más por usar a mujeres embarazadas, y, por otro lado, una vez dan a luz, pueden vender al bebé fácilmente.

Malasia ha ratificado la Convención sobre los Derechos del Niño, pero esta normativa, como tantas otras en tantos otros lugares, es papel mojado. Sólo la publicidad que se ha hecho de este escándalo de la compra-venta de bebés ha logrado que el Estado haya impuesto controles más estrictos y agilizado los trámites de la adopción legal; pero estas medidas no han sido suficientes para erradicar este despreciable comercio.

Cuando los úteros molestan a los explotadores, el negocio está en extirparlos

Recientemente se publicaba la noticia de que en el Estado indio de Maharashtra, las obreras cortadoras de caña de azúcar se someten a histerectomías para poder trabajar sin la molestia de los ciclos menstruales y las gestaciones. La fotoperiodista francesa Chloe Sharrock ha documentado los estragos que produce la extirpación del útero en su obra Sugar Girls.

Esta no es, sin embargo, una decisión libre de las trabajadoras, sino que son empujadas por los contratistas y los médicos de clínicas privadas -que se lucran- así como por su estado de absoluta necesidad, que impide a estas “chicas del azúcar” permitirse el “lujo” de tomarse un día o dos de descanso si sus menstruaciones son dolorosas.

Los contratistas (mukadam) contratan a parejas de marido y mujer por seis meses que dura la corta de caña de azúcar, lo que no incluye seguro médico. Les pagan por adelantado una cantidad equivalente a entre 940 y 1.400 euros por toda la temporada. En algunas ocasiones, la menstruación y los embarazos ralentizan la recolección, por lo que los mukadam sugieren a estas mujeres analfabetas y pobres que se sometan a una histerectomía.

Las remiten a clínicas privadas con tarifas arbitrarias y altísimas -de las que el mukadam recibe una comisión. Y así es como la extirpación del útero de estas obreras se ha convertido en un negocio rentable y seguro. Mientras tanto, las víctimas caen en una espiral de deudas y enfermedades.

Nadie les informa de que la amputación de un útero sano les ocasionará desequilibrios hormonales debido a una menopausia no natural, deficiencia de calcio y dolores permanentes, en muchos casos. Esto aparte de las siempre imprevisibles complicaciones derivadas de una operación mal hecha.

Las estadísticas oficiales de Maharashtra muestran que, entre 2016 y 2019, 4.605 mujeres se sometieron a histerectomía en 99 clínicas privadas del distrito de Beed. Pero se sabe que la cifra real es mucho más alta. La mayoría de ellas tienen entre 35 y 40 años, y algunas menos de 25. Incluso hay un pequeño pueblo, Vanjarwadi, donde la mitad de las mujeres no tienen útero.

Si todo lo expuesto no nos produce horror, si al menos el destino de estas criaturas vendidas como si fueran esclavos no nos encoge el corazón y nos llena de ira, es que el capitalismo ha logrado despojarnos de todo vestigio de humanidad. Y, si esto no nos convence de que vivimos en un sistema de barbarie con el que debemos acabar, es que éste ha conseguido colonizar nuestras conciencias y anular nuestro sentido crítico. Como dijo Rosa Luxemburgo, «quien no se mueve no siente las cadenas«.

(Publicado originalmente en Canarias Semanal, el 7 de marzo de 2021)

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