Palestina: genocidio y hambruna. Cristóbal León Campos
En las últimas semanas, con mayor frecuencia, se han podido apreciar imágenes dantescas de los efectos del hambre en Gaza y otras zonas de Palestina, donde centenares de muertes ya se han reportado a raíz de la desnutrición provocada de manera deliberada por el bloqueo impuesto en las fronteras por el ejército de ocupación sionista y el imperialismo estadounidense. El hambre es utilizada contra el pueblo palestino como un arma de guerra, lo que no sólo es ilegal ante cualquier tratado internacional, sino que resulta ser una evidencia más del grado de deshumanización del sionismo israelí, pues esas imágenes ejemplifican la reproducción sistemática del holocausto que sufrieran los judíos a manos de los nazis, pero ahora es el gobierno sionista israelí, de Benjamin Netanyahu, quien invade, asesina, mata de hambre, despoja territorios, realiza masacres como juego; pero eso sí, lo niega todo, como si aún hoy se pudiera ocultar la verdad. Y es tal el descaro, que Netayanhu ha querido culpar a la ONU y otros organismos internacionales por la falta de ayuda humanitaria, cuando se sabe que Israel destruye la ayuda y obstaculiza su entrada al territorio palestino por todos los medios posibles.
El genocidio contra el pueblo y la nación palestina continua, esto hay que seguir afirmándolo e incrementar las denuncias internacionales para que cada vez más voces se sumen al reclamo por el fin del genocidio y de la ocupación ilegal del territorio palestino realizado por el ejército sionista de Israel. Tan sólo el pasado 3 de agosto, en la ciudad de Sídney, Australia, más de 300 mil personas marcharon y ocuparon lugares emblemáticos de dicha urbe como el puente Harbour, para mostrar el repudio generalizado contra el genocidio y exigir el fin de este crimen de lesa humanidad. Al igual que en Sídney, a lo largo del mundo se han realizado protestas, cacerolazos, movilizaciones, pronunciamientos y todo tipo de acto político-cultural y, además, gobiernos de países como Francia, España, Reino Unido y Canadá, entre otros, han, al fin, comenzado a expresarse a favor del reconocimiento de Palestina como Estado independiente ante las Naciones Unidas, aunque esto último no ha significado el fin del apoyo económico ni la ruptura de relaciones con Israel, y en realidad los gobiernos de estos países levantan la voz ante el reclamo social que los presiona y por la evidencia innegable del genocidio, llegando al grado de que ya nadie puede cerrar los ojos ni negar los hechos crudos del mayor crimen del siglo XXI. Véase, como lamentable ejemplo, las declaraciones de Amichai Eliyahu, ministro de Patrimonio de Israel, quien ha dicho que su gobierno está “corriendo contra el tiempo para eliminar Gaza y a sus residentes”, y asegura que el enclave palestino “será completamente judío”.
Unos días atrás, las organizaciones B’Tselem y Médicos por los Derechos Humanos levantaron la voz y rompieron el silencio que en el seno de Israel subsiste, por el temor y la represión, para denunciar el genocidio que comete el gobierno sionista, dejando claro a través de informes denominados de forma general como “Nuestro genocidio”, la manera sistemática de cómo Israel ha cometido los actos y hechos atroces, significando a la fecha, la muerte de más de 60 mil palestino (según cifras oficiales), el desplazamiento de dos millones de palestinos, la destrucción del 85% de la infraestructura civil (hogares, carreteras, sistemas de distribución de electricidad y agua, comercios e instalaciones económicas, principalmente), así como la implementaciones de planes macabros como la utilización del hambre como arma de guerra, la generalización de la hambruna para el control social, el asesinato descarado de civiles que entre multitudes que buscan agua y comida, la negación de la entrada de alimentos y medicinas para atender a la población desplazada y a los heridos por los bombardeos y ataques terrestres, y mucho otros crímenes que deben ser investigados a profundidad y castigados con todo el peso del derecho internacional y bajo las perspectiva clara de genocidio y crímenes de lesa humanidad. Pues como establecen dichos documentos: “se trata de una política de Estado (israelí) que ha institucionalizado la violencia, la deshumanización y la expulsión forzada de más de dos millones de personas”.
El documento de B’Tselem, de manera específica, integrado por desgarradores testimonios, además de lo ya señalado sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos por el Estado de Israel, también hace hincapié sobre la complicidad que al interior de la sociedad israelí y la comunidad internacional existe, ya que los actos cometidos por el sionismo han sido a plena luz con una retórica abiertamente violenta y descarada, por lo que hoy nadie puede decir que no sabía lo que ocurrían en Palestina. Además, el documento lanza una advertencia urgente, pues si no se detiene a Israel ya, sus avances en zonas como Cisjordania y otros territorios significarán un holocausto mayor del que la humanidad será testigo y culpable a la vez. Por su parte, el documento de Médicos por los Derechos Humanos, cuyo título es “La destrucción de las condiciones de vida. Un análisis sanitario del genocidio en Gaza”, enfatiza su análisis en la destrucción del sistema sanitario y demuestra que esos actos deliberados y planeados no son “errores” ni “consustanciales a la guerra”, sino que “forman parte de una política deliberada dirigida contra los palestinos como grupo”, lo que representa otro gran crimen de guerra y de lesa humanidad. Ambos informes, y su generalidad “Nuestro genocidio”, vienen a sumar voces críticas que deben ser replicadas y apoyadas para el despertar de la conciencia al interior de Israel, los Estados Unidos y la Unión Europea, pues son ellos los cómplices del genocidio.
¡Palestina será libre!