Por una democracia fuerte
Una democracia fuerte. Es lo que digo ahora, cuando quiero hablar de la imprescindible fortaleza estructural en una sociedad como la nuestra. Para insistir en ello. Es decir, en la necesidad de desarrollar la capacidad orgánica de un país, de una comunidad nacional, para concebir sus proyectos y llevarlos a cabo sin mayores dificultades. Para poder garantizar la vida en plenitud de todas y de todos los ciudadanos. Para darse a sí misma hermosas leyes, justas leyes, y al mismo tiempo, tener la posibilidad material de organizarse para hacerlas cumplir.
En anteriores ocasiones me he referido a la necesidad de “un estado fuerte” a la hora de analizar nuestro presente de resistencia y lucha para superar las adversidades, pero desde hace un tiempo ya no me provoca decirlo de ese modo porque se presta a confusión.
Puesto que, a los golpes, ya hemos aprendido a estas alturas que no es lo mismo ni puede ser lo mismo, el orden burgués, basado en el poder siempre opresor del capital, que el orden democrático, basado en el poder real del pueblo. Que es lo que verdaderamente importa.
Decantado evidentemente por este poder propio, poder de todas y de todos, lo que yo quiero en verdad para mi país es una democracia fuerte. Me gusta más decirlo así, de esa manera.
Alcanzado este punto de mis reflexiones, recurro una vez al Comandante Chávez para sumergirme en su legado, a ver qué dijo, si es que algo dijo, sobre la necesidad de esa democracia fuerte. ¿Acaso se refirió a ello alguna vez, con esos mismos términos?
Y lo que encuentro es un tesoro: una bala de plata, metafóricamente hablando. Escuchemos una vez más a Hugo Chávez. En esta oportunidad en su intervención en la Asamblea Nacional del 6 de enero de 2006.
“La democracia revolucionaria tiene que ser necesariamente una democracia fuerte, una democracia poderosa, debe estar llena de fuerzas, debe ser llenada, cada día de mayor fuerza, poder, no puede ser una democracia debilucha lánguida, insulsa, ingenua. Y en ese sentido yo invito a todos a que pensemos y hagamos, pensemos, diseñemos y un pongamos en práctica acciones, acciones en todos los ámbitos para fortalecer, para llenar de fuerza transformadora la democracia revolucionaria”.
No cabe duda alguna de que Chávez y nosotros nos entendemos bien.