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Repudio al genocidio. Cristóbal León Campos

Las manifestaciones de rechazo a la guerra se incrementan en Israel, ya que, tras la muerte de seis rehenes, las voces inconformes se hicieron escuchar y se movilizaron para repudiar al gobierno de Benjamin Netanyahu, que sigue empeñado en cometer más genocidio en Palestina, haciendo caso omiso al reclamo popular de su propia nación.

La negativa de Netanyahu para alcanzar un acuerdo que permita un cese al fuego en Palestina –no se diga la paz- le genera mayor rechazo; por ejemplo, las 200 empresas más importantes y varios sectores de la clase obrera han realizado paros laborales y han expresado con airada demanda la urgencia de parar las muertes, lo que no necesariamente significa un reclamo mayoritario por otra política ante Palestina, pero sí deja en claro el cansancio del propio pueblo israelí, pues es la clase obrera con su trabajo la que, sin ser consultada, sostiene el genocidio y costea la millonaria inversión de muerte, misma que en estos días ha sido incrementada a 160 mil millones del presupuesto de guerra para 2025. Así o más claro el interés del gobierno sionista, ya que, en lugar de atender las demandas internas de Israel para garantizar las necesidades de la población, la riqueza generada por ese pueblo es usada para cometer crímenes de lesa humanidad contra el pueblo y la nación palestina.

La suma de muertes de palestinos ha rebasado las 40 mil, la destrucción de edificios habitacionales y de orden civil en la Franja de Gaza, Cisjordania y otras zonas ya alcanza al menos un 90 por ciento, el desplazamiento forzado registra casi al total de la población que ha buscado refugio de las bombas en un territorio que no tiene hoy día un lugar seguro, las tropas de ocupación sionista han destruido campamentos de refugiados y masacrado con descaro a civiles -sobre todo mujeres, ancianos e infantes-, e impide la entrada de ayuda humanitaria. Las enfermedades como la polio –que en otras partes del mundo está erradicada- comienzan a presentarse pudiendo agudizar la crisis sanitaria que ha provocado el genocidio, además de que ya se ha denunciado cómo el acceso al agua se ha convertido en un arma de guerra, negando los sionistas el acceso a una mayoría poblacional que no sólo enfrenta esta barbarie, sino también el manto de impunidad con el que Israel sigue actuando sin que hasta la fecha la comunidad internacional –sobre todo de occidente- ponga un alto definitivo. Ya hemos dicho que ese manto de impunidad es totalmente contrario a lo que sí aplica la Unión Europea (UE), el imperialismo estadounidense y las muchas naciones sometidas a esos intereses cuando se trata de países que se oponen a su hegemonía.

El imperialismo estadounidense mantiene esa aparente “ambigüedad” que por un lado pide proteger a los civiles, pero por el otro incrementa la subvención económica que otorga para la guerra en Ucrania y para el genocidio en Palestina, y ya sabemos que la industria de la guerra es la principal de la economía imperialista que, además, quieren complementar con una millonaria inversión que buscarán realizar en lo que jurarán será la “reconstrucción de Palestina”, pero que no sería otra cosa que el sometimiento. Algo que la digna resistencia palestina sabrá evitar.

El reclamo que al interior de Israel crece junto a la exigencia global de millones de personas por un alto al genocidio, son banderas esperanzadoras para el incremento de la presión internacional contra el gobierno sionista de Netanyahu, ya que sólo así se podrá alcanzar un alto al fuego. Únicamente la movilización de la clase obrera israelí y de diversas naciones logrará detener este crimen hoy impune. La barbarie sionista en la Franja de Gaza, en Cisjordania y otras zonas de Palestina debe detenerse, los bombardeos deben cesar y el ejército de ocupación sionista debe dejar los territorios despojados de inmediato.

¡Palestina será libre!

 

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