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SÁHARA EEUU NACIONES UNIDAS: El Sáhara Occidental y la falsificación mediática: la victoria que no existe. José Manuel Rivero

El 31 de octubre de 2025, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó una nueva resolución sobre el Sáhara Occidental. Desde Rabat y desde su red de propaganda, amplificada sin filtros por buena parte de la prensa occidental —incluida la canaria—, se presentó el texto como una “victoria diplomática” y como el “respaldo” definitivo de la ONU al plan marroquí de autonomía. Nada más lejos de la verdad. Lo aprobado no reconoce soberanía alguna de Marruecos sobre el territorio, ni despoja al pueblo saharaui de su derecho a la autodeterminación.

El corazón de la resolución está en la prórroga del mandato de la MINURSO, la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental. Su mera existencia y su renovación anual constituyen el reconocimiento explícito de que el proceso de descolonización no ha concluido. La MINURSO fue creada para organizar un referéndum de autodeterminación, no para administrar una autonomía bajo soberanía marroquí. Que el Consejo de Seguridad mantenga esa misión, la dote de recursos y prevea una revisión de su mandato en seis meses demuestra que el estatuto del territorio sigue sin resolverse. Si el Sáhara fuera “parte integrante” de Marruecos, como proclama la propaganda, la MINURSO habría dejado de tener sentido hace décadas.

Los hechos son claros. Once votos a favor, tres abstenciones —entre ellas China y Rusia— y una ausencia significativa, la de Argelia, que rehusó participar para no legitimar un texto ambiguo. No hubo unanimidad, ni reconocimiento de soberanía, ni respaldo a ninguna fórmula cerrada. Lo que hubo fue un equilibrio precario, que deja a salvo el principio de autodeterminación y prolonga la supervisión internacional. De ahí que las celebraciones de Rabat sean una construcción propagandística: una tentativa de convertir una ambigüedad diplomática en “hecho consumado”.

La tergiversación mediática es escandalosa. En Canarias, hubo títulos, en la prensa oligárquica, del siguiente tenor: “La ONU da un giro histórico y respalda el plan marroquí para una autonomía en el Sáhara”, o éste: “Naciones Unidas acepta el Sáhara como parte de Marruecos”. Son titulares que sustituyen la información por propaganda. Ocultan que el Consejo de Seguridad no puede, por mandato de la Carta de la ONU, alterar el estatuto jurídico de un territorio pendiente de descolonización. Silencian que la MINURSO sigue siendo una misión de referéndum, no un instrumento de legitimación del ocupante. Y callan, sobre todo, que el Frente Polisario, reconocido por Naciones Unidas como representante legítimo del pueblo saharaui, sigue siendo parte de pleno derecho en el proceso político.

Que esta manipulación se produzca desde Canarias resulta especialmente grave. El Archipiélago mantiene vínculos históricos, políticos y humanos con el pueblo saharaui, que forma parte viva de nuestra realidad social. Ver a medios canarios repitiendo sin contraste las consignas de Rabat es una traición al deber de informar y una contribución objetiva a la desinformación. Convertir una prórroga técnica y una misión en curso en “reconocimiento de soberanía” es mentir deliberadamente al lector.

La resolución, lejos de cerrar el conflicto, confirma que la cuestión saharaui continúa abierta. La MINURSO seguirá desplegada; su mandato volverá a revisarse; el Consejo mantendrá el expediente en su agenda. Eso significa que Marruecos no ha conseguido el objetivo que persigue desde hace medio siglo: borrar la causa saharaui del tablero internacional. Y mientras la ONU siga reconociendo la necesidad de supervisión y la existencia de un pueblo pendiente de autodeterminación, el discurso triunfalista de Rabat no será más que un espejismo sostenido por los aparatos mediáticos que le son afines.

La verdad, que intentan ocultar, es que el derecho internacional continúa del lado del pueblo saharaui. Ninguna potencia ni resolución puede legitimar una ocupación colonial. Las abstenciones y la ausencia argelina son recordatorios de que el consenso no existe y de que el conflicto sigue siendo, en su esencia, una cuestión de descolonización inconclusa. Lo que se juega ahora no es solo el destino de un territorio, sino la credibilidad del derecho internacional frente a la razón de la fuerza.

El pueblo saharaui no ha sido derrotado. Resiste en los campamentos, en las instituciones y en la conciencia de los pueblos solidarios. La resolución del Consejo no es el fin de nada, sino la constatación de que el mundo aún no ha cerrado los ojos del todo. Quienes hoy proclaman una “victoria histórica” de Marruecos mienten, y quienes difunden esa mentira desde redacciones que deberían servir al interés público, actúan como portavoces del ocupante.

La batalla del Sáhara Occidental no se libra solo en el desierto, sino en el terreno de la verdad. Y en esa lucha, la propaganda puede ser poderosa, pero nunca definitiva. Mientras exista una misión de Naciones Unidas llamada MINURSO, mientras haya una voz saharaui que reclame su derecho y mientras haya pueblos dispuestos a escucharla, la historia no se habrá rendido ante la mentira.

(Publicado en La casa de mi tía, el 1 de noviembre de 2025)

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