¿Ser o no ser como Venezuela?
Con la obsesiva y persistente ayuda de la hegemonía mediática del capital, los partidos de la derecha de esta parte del mundo, representantes como son de las corporaciones y de las distintas oligarquías, utilizan a Venezuela como factor emblemático negativo a fin de meter miedo. En función de sus intereses, repiten una y otra vez ese mismo esquema sin pudor, particularmente en las épocas electorales, a partir de la propia imagen de Venezuela que ellos han venido creando.
No ser como Venezuela es para ellos, además de una consigna, todo un postulado político conservador, diseñado para influir en la sicología profunda de los electores. No ser como Venezuela. Apostando a los miedos, utilizando la mentira, manipulando el conocimiento de los hechos y de sus causas. No ser como Venezuela. No ser como Venezuela. Ten cuidado elector. Mucho cuidado. Tu voto puede conducirnos a ese desastre que es Venezuela. Lo dicen, lo repiten e insisten en ello, para que la sombra del miedo penetre emocionalmente en la voluntad de decisión de los electores y haga inclinar su voto hacia la derecha.
Así no son ideas las que se debaten, sino imágenes manipuladas. No son los hechos, sino las construcciones mediáticas. No son razones y propósitos, sino deformaciones de la verdad. Y no se trata de ética política, porque ¿qué valor practico tiene eso? sino de “ganadores y perdedores” en una competencia feroz. Y para lo cual el elector debe convencerse de que, con su voto, puede situarse en la corriente de los ganadores representada aquí por el aparato de poder constituido.
Porque la idea es que el trabajador vote por el representante del banquero. Que el pobre vote por el rico que lo aconseja desde su altura inalcanzable. Y que la media clase en sus laberintos se sienta burguesía privilegiada. De tal manera que todos nos quedemos como estamos, en el “mejor de los mundos”.
Así es como Venezuela es utilizada para que el pueblo “sepa lo que le conviene”. Para que tenga muy claro que si intenta ir contracorriente será aplastado. Que si quiere pensar, será tratado como hierba mala. Que si despliega su luz propia, será oscurecido a la fuerza. Y que si se descarrila será sometido. Para que todo el mundo vea que no hay que ser como Venezuela.
Pero hay algo que contradice ese discurso, y que para ellos no tiene mucha explicación. El hecho de que Venezuela sigue ahí. Su pueblo sigue ahí. Su gobierno único y legítimo sigue ahí. Su Revolución bolivariana sigue ahí. Con todo el decoro del mundo. Y que en lo más profundo del corazón de los pueblos se expande el sentimiento de que, contrariamente a las falacias de la derecha, de lo que se trata es de ser como Venezuela.
(Publicado en Correo del Orinoco, el 29 de abril de 2021)