Marruecos abandona la guerra saudí contra Yemen
Marruecos, en un inesperado movimiento ha anunciado el abandono de su participación en la coalición genocida en la que se integraba desde 2015. Pero no queda ahí la cosa, la ruptura con Arabia Saudí va mucho más allá, ya que también ha ordenado la retirada temporal de su embajador, Mustapha Mansouri, de la legación diplomática que dirigía en Riad, lo que en el argot se denomina una llamada a consultas en toda regla.
Nadie entendía realmente qué se le había perdido a Marruecos en Yemen, un país situado a más de cinco mil kilómetros de distancia y cuya población jamás podría constituir ningún tipo de amenaza contra el reino alauita. Sin embargo, las obediencias diplomáticas derivadas de las inversiones saudíes en Marruecos y las ayudas millonarias para la modernización de su ejército, pueden obrar verdaderos milagros.
La histórica buena relación entre Riad y Rabat se ha ido deteriorando poco a poco en los últimos años hasta llegar a una situación de enorme enfriamiento, que podría convertirse, a la postre, en un alejamiento estructural y no en una crisis pasajera, como anunció el propio embajador.
Uno de los puntos de fricción más determinantes fue la retirada del apoyo saudí a la candidatura del mundial de fútbol, al que optaba Marruecos para 2026 en marzo del pasado año. El ministro saudí de deportes ilustró tal decisión con palabras extremadamente gruesas e inusuales para un responsable de gobierno:
“Vamos a optar por la candidatura más beneficiosa para el fútbol, para que el Mundial se desarrolle en las mejores condiciones. No vamos a tener en cuenta los lazos de supuesta amistad con países hermanos que ya nos han traicionado varias veces. Aquí no hay amigos o enemigos, únicamente intereses”
La traición a la que aludía el ministro, se refería a la posición de neutralidad que el país alauita había decidido tomar en el conflicto que Arabia Saudí desató contra Qatar —lo que fue interpretado por Riad como un apoyo explícito a Doha.
El deseo saudí de aislar y sitiar a Qatar, de negar incluso la posibilidad de acceso a productos alimentarios básicos, chocó con la aparición de nuevos aliados y con la negativa de determinados países árabes y musulmanes a participar en la agresión. La locura de Riad llegó al extremo de promover la creación de un canal en su territorio para convertir literalmente a Qatar en una isla y colocar en su frontera un cementerio nuclear. Así se las gastan los jeques de las espadas y las motosierras…
Su venganza ya se está produciendo. Arabia Saudí ha usado la cadena internacional Al Arabiya para transmitir a los cuatro vientos que la ocupación del Sáhara Occidental por Marruecos es ilegal y que carece de soberanía sobre los terrenos que España abandonó en 1975 (incumpliendo el mandato de descolonización que Naciones Unidas había decretado). Pero no quedará ahí la cosa, si no se enmiendan las deterioradas relaciones entra ambos países, quedan aún por ver nuevos episodios en la guerra diplomática entre ambos países.
Lo único positivo de todo esto es que ha aparecido una grieta en la coalición que ha sesgado la vida de centenares de miles de personas inocentes (sumando víctimas de la guerra y de enfermedades causadas por el hambre y la falta de acceso a agua potable) y que ha creado la peor crisis humanitaria de las últimas décadas. Lo triste es que la situación de la población civil yemení no haya pesado lo que debiera en la toma de decisiones…