Trabajón invisible y desigual
Las mujeres somos el motor de la humanidad a pesar de que, en el marco de este sistema capitalista, patriarcal, desigual y excluyente en el que vivimos (valgan todas las redundancias) no se reconozca todo el valor que agregamos con nuestro trabajo –mucho menos se remunera– por el contrario, se invisibiliza. Y cuando se reconoce y remunera, se subvalora.
A pesar de que en el mundo la mitad somos mujeres y la otra mitad son hombres, somos nosotras las que realizamos por lo menos las tres cuartas partes del trabajo doméstico, nos referimos no solo a cocinar, lavar, limpiar, buscar agua y leña, sino también a cuidar a los niños, a los ancianos, a las personas enfermas o con alguna discapacidad (Oxfam). Dedicamos tiempo y esfuerzo que ni siquiera se contabiliza en las cuentas nacionales, ni se suma al producto interno bruto, mucho menos es remunerado. En las estadísticas clasifican a las mujeres que realizan trabajos domésticos como “población económicamente inactiva”.
En el mundo, las mujeres dedicamos 12.500 millones de horas diarias al trabajo doméstico no remunerado, lo que equivale a decir que 1.500 millones de personas (el 20% de la población mundial) trabajen una jornada de 8 horas sin que se les remunere (Oxfam). El valor, en términos monetarios, del trabajo doméstico no remunerado se estima en 10.800 millones de dólares anuales, aproximadamente el 13% del PIB mundial. Según estudios de la Cepal, si se reconociese y se sumara el valor que agrega el trabajo doméstico de las mujeres, el PIB en América Latina sería en promedio, 26% mayor. El 42% de las mujeres a nivel mundial no puede acceder a un empleo remunerado porque son las responsables del trabajo de cuidados.
La pandemia, aunque ha visibilizado el esfuerzo y tiempo que implica el trabajo doméstico, también lo ha potenciado, recayendo principal y desproporcionadamente sobre las mujeres. El cierre de las escuelas y de servicios de atención y cuidado, así como el hecho de tener que permanecer confinados ha incrementado el trabajo en los hogares y el cuido de niños y personas enfermas o con discapacidad.
Un estudio realizado por Oxfam, revela que el 43% de las mujeres manifestó sentirse con “mayores niveles de ansiedad, depresión, sobrecarga de trabajo, aislamiento o enfermedades físicas por el mayor volumen de trabajo doméstico y de cuidados no remunerados que recaen sobre ellas desde que comenzó la pandemia”.
Las mujeres que cumplimos doble jornada laboral, es decir, que contamos con un trabajo remunerado además de las labores en el hogar, hemos tenido mayor dificultad para reinsertarnos en nuestros trabajos formales por el aumento de las responsabilidades de cuidados en el hogar.
El no reconocimiento del trabajo doméstico amplifica y potencia las grandes desigualdades que caracterizan al sistema económico explotador que predomina a nivel mundial: el capitalismo.
Conozco la situación por experiencia propia, creo que la primera lucha para la emancipación de la mujeres es una política de estado que permita volver al horario escolar igual que al de los trabajadores y trabajadoras, eliminar las tareas escolares, crear en todo el sistema educativo y laboral comedores escolares, hacer una campaña de responsabilidad masculina en las tareas del hogar, de manera que el espacio del hogar sea de encuentro y crecimiento familiar