Una nota difícil de escribir
Confieso que la semana pasada traté de escribir esta nota sobre Aristóbulo Isturiz sin conseguirlo. Ocurrió que no pude o no supe expresar las ideas y sentimientos que necesitaba exponer. Ahora vuelvo a intentarlo y de nuevo sucede. Tiene que ver con ciertas imposibilidades de la palabra escrita, cuando quiere referirse a los deslaves en el alma. De manera que me limitaré a hacer una crónica abreviada de nuestra relación.
Al poco tiempo de fallecer Alfredo Maneiro nos propusimos con David Paravisini publicar una antología lo más completa posible de su obra escrita, y así lo hicimos. Aristóbulo Istúriz fue el encargado de bautizar aquel libro, Notas Políticas, en la librería del Ateneo, antes de que esa institución se autodestruyera sin remedio con su imperdonable giro a la derecha.
Fue justamente en ese acto cuando conocí personalmente a Aristóbulo. No tengo en verdad la fecha exacta de aquel día, pero en lo que nos descuidemos ya va camino de los cuarenta años.
A partir de entonces, y cautivado por su personalidad, tanto en lo humano como en lo político, me prometí a mí mismo no perderlo de vista ni un instante y, en lo posible, tomarlo como buen camarada para el camino. Con lenguaje contemporáneo, y copiándome de Diosdado Cabello, hoy diría que decidí adoptarlo como hermano mayor.
Y así fue. Pues juntos militamos en La Causa, cuando en verdad era una causa. Juntos lo hicimos en Patria Para Todos. Y luego atendimos al momento el llamado del presidente Hugo Chávez para crear colectivamente el PSUV.
Estuve junto a él formando equipo y a sus órdenes, cuando el glorioso y rebelde pueblo de Caracas lo eligió alcalde en 1993. Siempre le estaré sumamente agradecido a Aristóbulo, no tanto por las responsabilidades que puso entonces en mis hombros, sino sobre todo por las lecciones de gestión revolucionaria que nos dio a todas y todos los que trabajábamos con él.
Más tarde habría de ser el mismo Aristóbulo, como ministro de Educación, Cultura y Deportes, quien en 2003 le propuso al comandante Chávez mi nombre para Viceministro de Cultura.
Cuando al año siguiente el Presidente decidió reconvertir esa figura a Ministro de Estado, recuerdo (y por allí lo tengo anotado) que en el propio acto de juramentación ante Chávez le hice un expreso “… reconocimiento a Aristóbulo como ministro, como mi ministro de la Cultura que siempre lo seguirá siendo, así como seguirá siendo mi alcalde. Calidad humana, calidad de jefe, calidad de amigo. Lo que estamos haciendo en la cultura, tiene mucho que ver con Aristóbulo, con su orientación y su apoyo. Gracias también, hermano.”
Ahora me embarga una tristeza cortante cuando me imagino llegar a Caracas y no poder conversar con él.
(Publicado en Correo del Orinoco, el 13 de mayo de 2021)