Venezuela aprueba Ley contra el fascismo. Farruco Sesto
Entre los distinguidos arreglos florales del Jardín de Borrell crece una mala hierba que desde hace tiempo (en el sentido de tiempo histórico) amenaza con convertirse en una verdadera plaga. Pero los jardineros fieles, que saben que esa mala hierba forma parte del plan de cultivo, tratan de administrarla con sentido de ganancia. A veces la impulsan, otras la consienten y otras la recortan, según le convenga a los propietarios. Todo es diseño.
Esa mala hierba, que es el fascismo y el neofascismo, también crece siendo cultivada a conciencia y, por supuesto, según convenga, en los terrenos contiguos (léase, por ejemplo, América Latina) considerados cómo propios, aunque ajenos, por los dueños del jardín en sus sus afanes coloniales.
Hasta aquí la metáfora. Ahora dejémonos de hipocresía. La realidad desnuda es que el fascismo es un arma política alternativa del capital, no solo dentro de los propios países, sino también en los terrenos de la geopolítica. Como decíamos arriba, a veces se impulsa y otras se recorta, según convenga.
Veamos, por ejemplo, el caso de Venezuela. Allí la “Comunidad Internacional” (las comillas responden a una intención de ironía) ha respaldado a la extrema derecha venezolana, la ha ayudado y protegido, a pleno sol y sin ruborizarse, para tratar de impedir el desarrollo pleno de la soberanía del país bolivariano y derrocar su proyecto socialista. Dándole la vuelta a la verdad, para convertir a una democracia en un “régimen autoritario”, la hegemonía mediática internacional le ha dado su descarado apoyo al fascismo local. Fascismo que, no hay que olvidarlo, es violencia asesina, odio criminal y desprecio por la voluntad de aquellas grandes mayorías que, como diría un premio Nobel amarquesado, no saben votar bien. Baste recordar el apoyo europeo y norteamericano a la farsa de un presidente autoproclamado y a las acciones violentas de sus partidarios que incluyeron quema de personas, uso de francotiradores contra la multitud e incendio provocado de instituciones con gente adentro.
No es de extrañar, pues, dado lo expuesto, que ahora, cuando la Asamblea Nacional de Venezuela, aprueba en primera discusión una LEY CONTRA EL FASCISMO, NEOFASCISMO Y EXPRESIONES SIMILARES, la mayoría de los grandes medios de los países ajardinados, atacan la iniciativa venezolana y tergiversan su intención interpretándola como un intento del “regimen de Maduro” para reprimir a la oposición.
El hecho real es que Venezuela se sitúa nuevamente como vanguardia. Porque al legislar, como acaba de hacerlo, para contener al fascismo, da un paso en la dirección correcta que debiera ser imitado por todos los países democráticos.
Para que se comprenda bien la intención del pueblo venezolano al impulsar esta ley y que se pueda visualizar, e incluso juzgar, desde una perspectiva más real y con elementos precisos, me parece importante reproducir literalmente en esta nota el objeto de la ley, contenido en el artículo 1, así como la definición de fascismo, a efectos de la aplicación de la norma, contenidos en el artículo 4. Léanse con cuidado.
“Artículo 1. Esta Ley tiene por objeto establecer los medios y mecanismos para preservar la convivencia pacífica, la tranquilidad pública, el ejercicio democrático de la voluntad popular, el reconocimiento de la diversidad, la tolerancia y el respeto recíproco, frente a expresiones de orden fascista, neofascista o de similar naturaleza que puedan surgir en el territorio de la República Bolivariana de Venezuela.”
_»Artículo 4. A los fines de esta Ley, se establecen las siguientes
definiciones»_
Fascismo: Postura ideológica o expresión basada en motivos de superioridad racial, de origen étnico, social o nacional, que asume la violencia como método de acción política, enarbola la cultura de la muerte, denigra de la democracia, sus instituciones y valores republicanos y/o promueve la supresión de los derechos y garantías reconocidos en la Constitución a favor de determinados sectores de la sociedad, por motivos discriminatorios. Son rasgos comunes a esta postura el racismo, el chovinismo, el clasismo, el conservadurismo moral, el neoliberalismo, la misoginia y todo tipo de fobia contra el ser humano y su derecho a la no discriminación y a la diversidad.
Neofascismo y expresiones similares: Toda postura ideológica o expresión, independientemente de su denominación, que reproduzca total o parcialmente los fundamentos, principios, propósitos, métodos y rasgos propios del fascismo.”
Como puede verse, la intención está clara. Que el fascismo no pase. Habiendo sufrido las consecuencias de la violencia de la extrema derecha, el pueblo venezolano contraataca blindando jurídicamente la paz ciudadana.
(Publicado, originalmente en gallego, en Nósdiario)