Venezuela y los enemigos encubiertos. Pablo Iglesias se viste de marine y apoya a Trump
Cortinas de humo, olvidos, silencios y mensaje directo a los EEUU, al PSOE, a “Podemos” y a la OTAN
Hace tiempo que no solo lo cantan los grillos sino también los caracoles.
Ayer entrevistaron a Pablo Iglesias en RT y él mismo acabó confirmando lo que ya se veía venir desde hace mucho tiempo.
Después de colocar algunas pequeñas cortinas de humo sobre los pequeños cambios en la política interna para los todavía ingenuos, se viste de marine junto a los dirigentes más fieles, a su ejecutiva y a los consejos y asambleas varias, locales territoriales y estatales.
El público para el que habla no es el de los votantes, ya que lo hace desde un medio RT en español que -aunque tiene una audiencia creciente y está rompiendo el monopolio de Falsimedia- no es un medio masivo. El público es una audiencia que él conoce perfectamente: los cuadros políticos muy conservadores de la izquierda constitucional; los intelectuales, orgánicos o no; los vigilantes del orden constituido; algunos sectores políticos en América Latina a los que aconseja la sumisión a los EEUU, y, desde luego, la izquierda revolucionaria y solidaria. Habla fundamentalmente para el PSOE, para las empresas del IBEX y para las Fuerzas Armadas. Para que no se asusten ante alguien como él que ya no asusta a nadie. También para los EEUU, la OTAN y la UE, para convencerles que él es un buen chico que ha pasado de sus “sueños juveniles” a la más pragmática de las políticas de los “ni-ni” contemporáneos. No es preciso que me extienda mucho en esto. Lo repite constantemente, casi como argumento único en toda la entrevista.
El cómo lo ha conseguido es cosa suya. Su cálculo fue preciso: perderá algunos militantes y muchos votantes pero recuperará algunos miles más de los que se le han ido. Su alianza con el PSOE recuperará un sentido pleno: ya no hay obstáculo para un Gobierno de coalición. Por él que no quede. Tal vez alcance la Vicepresidencia soñada a costa del engaño. Como todos los traidores quizás se equivoque; ahora o en futuro próximo o a medio plazo.
Tal vez piense que RT es un medio de comunicación con mucha influencia en la izquierda pero poca -relativamente-, en la masa de votantes. Lo que sí es cierto es que Pablo Iglesias es socialdemócrata en el único sentido contemporáneo. El líder de Podemos, se ha quedado en manos de Pedro Sánchez y del PSOE.
Negociador flexible
Como dijo en la primera parte de la entrevista él es un negociador “flexible”. Entre parpadeos de inseguridad por el giro violento de la política que muchos suponían en Podemos, se comió la siguiente afirmación evidente. Pablo Iglesias, el Líder máximo de Podemos, también es un “político flexible”, no solo un negociador vanidoso y dubitativo. Se quiere parecer al “primer Felipe González”; no se engañen ustedes, no al segundo. Digamos que él alterna entre el “felón” y el entregado a la política de los EEUU. El tercer González es el corrupto y cómplice de genocidas. Espero que Iglesias no continúe por el camino trazado.
La mirada itinerante y contrarrevolucionaria sobre América Latina
En relación con su mirada a América Latina, Pablo Iglesias señala que se aprende mucho más de las derrotas que de las victorias y que es tiempo de derrotas.
Con ello se suma claramente a la tesis de lo inevitable del fracaso del proceso emancipatorio contra el imperialismo de los EEUU en América Latina. La “mirada ahora es más amarga” y no “puede ser una mirada unificada”.
Inmediatamente se refiere a Bolivia como un país de gran éxito económico “como un país de crecimiento asombroso según las últimas encuestas” algo que “reconoce todo el mundo”. “La reelección de Evo Morales va a tener un apoyo popular enorme”. En relación con Argentina, Iglesias dice: “hemos visto en Argentina, algo que yo (Iglesias) considero positivo (…) una cierta calma en la alternancia política». “Perdió Cristina, ganó Macri, y ahora todo apunta a que perderá Macri”.
En Venezuela afirma que la situación es terrible después de Chávez, hay un proceso de degradación política, que no tiene que ver solo con el gobierno sino con la oposición política que algunas veces parece jugar más al golpismo (con una sola palabra se distancia de los asesinatos, las “guarimbas”, de la guerra económica y de otras barbaries), que a unas elecciones que podría ganar perfectamente. Creo -dice para completar Don Pablo-, que es un país que necesita el diálogo para entrar en una nueva fase política. La situación puede definirse con una sola palabra: desencanto.
En todo lo que dice no hay ni una mención a los Estados Unidos y a su política descarada de intervención en Venezuela bajo la doctrina declarada por Trump y sus asesores. Tampoco se refiere a la OTAN.
“Tonalidades calmadas”
Después habla de Ecuador, donde Lenin Moreno ha representado una gran decepción, y de Brasil donde ha ganado la “extrema derecha” (…), en cada país es distinto… en Méjico, López Obrador abre nuevas esperanzas. “Veremos a ver lo que pasa”.
La gran lección, concluye el presidente de Podemos, es que no hay buenos, cien por cien buenos; ni malos, cien por cien malos. Todas las cosas son relativas. Ante el asombro del entrevistador que mantiene una cara entre la perplejidad y el espanto, Iglesias concluye asumiendo que es un hombre de “tonalidades calmadas”.
En este artículo, escrito con urgencia no he podido comentar algunas intervenciones, nunca explicadas, de las primeras actuaciones de Pablo Iglesias cuando era, según él, un político transparente.
Por ejemplo:
¿Qué se dijo en su primera visita al embajador de los EEUU?