¡Viva Eurovisión! Pablo Sapag
Dejando de lado el dudoso gusto de muchas de las canciones y coreografías que ahí se presentan, el recién celebrado Festival de Eurovisión es muy útil para entender todo lo que está pasando desde hace más de cien años en la Siria Natural de la que forma parte Palestina.
Quienes se escandalizan por la participación de “Israel” en esa justa musical y exigen su expulsión definitiva del certamen se equivocan. En primer lugar porque confunden espacios geográficos con realidades étnicas y culturales y con imposiciones político-militares. No hay entidad ni concepto más europeo y por tanto occidental que “Israel”. Por lo mismo su pertenencia a Eurovisión es de pleno derecho. Expulsarlo, además, supondría ocultar su origen espurio, su condición de extraño exclave colonial europeo en Bilad al Sham y el resto de la Siria Natural.
Cada año, más aún si como en este caso la entidad europeo-sionista está perpetrando acciones como las de Gaza, el Festival de Eurovisión, organizado por las televisiones públicas europeas, es una oportunidad única para que el gran público se haga las preguntas básicas cuyas respuestas permiten entender semejante anomalía. Igual ocasión ofrecen las competiciones deportivas europeas de las que también participa “Israel”, o las actuaciones del Grupo de Estados de Europa Occidental en la ONU, al que igualmente pertenece “Israel”. Expulsarlo de esas instancias o suspender su participación en las mismas privaría a mucha gente de una oportunidad única y simple de acercarse a la realidad histórica, esa que la propaganda camufla con burdas apelaciones religiosas, semánticas y de otro tipo.
Los sionistas y su criatura, la entidad israelí, no surgieron en la Siria Natural por generación espontánea. Lo hicieron desde el corazón de Europa, la del romanticismo alemán, donde en el último tercio del siglo XIX nacieron esa y otras ideologías supremacistas, excluyentes y expansionistas. Más tarde se proyectaron en la Siria histórica gracias al imperialismo de Francia y Reino Unido, que con su acuerdo secreto Sykes-Picot de 1916 para trocear y repartirse Bilad al Sham sentaron las bases de la “Declaración Balfour” de 1917, en la que el Reino Unido prometió al sionismo la creación de un estado en Palestina. El nazismo alemán aceleró el trasvase de población europea a la Siria Natural y la partición de Palestina impuesta en 1947 atrajo a otros sionistas de todo el mundo, desde Estados Unidos a Argentina, desde Rusia a Etiopia. Así hasta hoy.
Eurovisión, como las competiciones europeas de fútbol o el básquetbol, ayuda a entender todo el proceso. Este año la concursante israelí decía llamarse Eden “Golan”. Naturalmente se trata de un apellido adoptado. La intérprete es de origen ucraniano y letón, siendo el verdadero apellido paterno el de Glagolev, de claras reminiscencias bálticas y eslavas. En realidad, la cantante estaba haciendo lo que han hecho muchos otros israelíes, sobre todo aquellos con proyección propagandística, como el productor y guionista cinematográfico Menachem “Golan”, en realidad, Globus y alternativamente Joseph Goldman. O el músico Eyal “Golan”, en realidad, Bitton. Como evidencian los más reputados diccionarios genealógicos de nombres familiares, el de “Golan” o “Golán” es “un apellido artificial adoptado por muchos israelíes” a partir del accidente geográfico cuyo nombre es “Meseta o Altos del Golán”.
Resulta que de acuerdo con Organización de Naciones Unidas (ONU) el Golán es un territorio de la República Árabe Siria ocupado por “Israel” en 1967 y anexionado por la entidad sionista en 1982. Acciones que violan el Derecho Internacional y las resoluciones 242 y 497 del Consejo de Seguridad de la ONU, que respectivamente le conminan a retirarse del Golán sirio ocupado y declara nula de pleno derecho la anexión ilegal de ese territorio del que fueron desplazadas decenas de miles de personas y desde el que “Israel” ataca casi todas las semanas al resto de Siria. Un territorio ocupado que entre 2011 y 2018 fue la retaguardia de los grupos yihadistas que actuaron en el sur de la República Árabe Siria. Sobradamente conocida es la imagen del primer ministro Benjamín Netanyahu, cuyo apellido polaco original es Mileikowsky, visitando en 2014 a miembros de esos grupos armados en un hospital de campaña israelí en el Golán sirio ocupado.
La participación en Eurovisión de la intérprete israelí permite conocer y en su caso recordar que el proyecto europeo-sionista, hoy apoyado por el conjunto del Occidente colectivo liderado por EE. UU., se basa precisamente en la ocupación de territorios ajenos y su poblamiento por no oriundos de Bilad al Sham, a los que delatan sus apellidos, como el de la señorita Glagolev. Su mera presencia en el escenario se convirtió en un enaltecimiento consentido a la ocupación de territorios ajenos y su sostenimiento a sangre y fuego.
Gracias a que, a diferencia de lo que viene ocurriendo desde hace dos años con Rusia por lo de Ucrania, el concurso no ha vetado a “Israel”, ha quedado en evidencia el hipócrita doble estándar europeo. También eso que el canciller alemán Olof Scholz y sus predecesores llaman “razón de Estado” para justificar su irrestricta defensa de “Israel”, haga lo que haga. Lo explicitó mucho mejor la imagen repetida de jóvenes hedonistas europeos ondeando abrazados las banderas alemana e israelí en Malmo, la ciudad sueca sede del certamen. Todo ello mientras obviamente se prohibía cualquier símbolo que remotamente recordara a Palestina y se cubrían en el audio televisivo los pitidos a la Glagolev con aplausos enlatados. Acción innecesaria porque en la votación a distancia del público la israelí arrasó, lo que le permitió quedar en quinto lugar entre los 26 participantes. No está nada mal. Como dice el título de la canción presentada por España en la edición de 2002, desde hace más de cien años, Europe’s living a celebration!
(Publicado en Al Mayadeen, el 14 de mayo de 2024)