África y la información del conflicto en Ucrania. Marina Kweli
Informarse sobre Ucrania está requiriendo un esfuerzo desmesurado. Es tremendamente dificil desgranar la información de la desinformación, la verdad de la mentira.
Hemos de navegar entre la censura abierta, la censura encubierta y la autocensura, entre la propaganda (mentiras, medias mentiras, medias verdades y verdades, bajo luces de neón que difuminan todo lo demás) elaborada por agencias especializadas y que trabajan al servicio de todos los intereses en conflicto, y sumar a todo esto nuestra incompetencia para detenernos a pensar con sentido crítico y nuestra vieja incapacidad para comunicarnos (dialogar, debatir y discutir) con sentido común. Ya en 1956, William H. Whyte afirmaba que «el mayor problema de la comunicación es la ilusión de que se ha producido»1, pero la era de las redes sociales nos ha empujado a un precipicio aún peor. Todo este mundo líquido definido por Bauman2 que fluye sin parar, nos está llevando al paroxismo.
Para la mayor parte de la población occidental ya es demasiado tarde, no tienen posibilidad de informarse independiente y verazmente y ni siquiera es consciente de ello. Lamentablemente, para un gran porcentaje de la población del sur global, sobre todo África y Asia, también es difícil ver este conflicto en perspectiva, porque tienen un problema de escasez de fuentes de información propias e independientes de las grandes plataformas propagandísticas occidentales, es decir, ellos o sus medios se abastecen de “noticias” en los medios occidentales.El viejo periodismo en los nuevos tiempos
Hoy, como ayer, los periodistas nos documentamos seleccionando como fuente lo que concuerda con lo que queremos decir y descartamos lo que no concuerda con, o incluso contradice, lo que hemos decidido contar. Exactamente igual que cualquier otro ciudadano que no sea periodista, buscamos confirmación de nuestras convicciones. Hoy, a todos nos es muy fácil encontrar datos y “noticias” que alimentan ese viejo sesgo de confirmación en lo que los expertos llaman las burbujas de confort de nuestras redes sociales (donde solo escuchamos voces que son prácticamente el eco de la nuestra propia), o en Google donde para una pregunta aparecen instantáneamente cientos de miles de respuestas, cuidadosamente seleccionadas por un algoritmo cuya finalidad no es informarte, sino manipularte. Escribes la pregunta en Google (o se la cuentas a Alexia o a Siri) y entre un océano de respuestas seleccionas el título que te confirma lo que ya pensabas.
Es complicado establecer cuál es la verdad ahí fuera. Nos faltan herramientas. Bertrand Russell recomendaba para restar intensidad al prejuicio propio y cultivar la cautela, imaginar una discusión con una persona que juzga las cosas de un modo distinto. Nassim Taleb recomienda algo parecido para eludir este sesgo de confirmación, buscar la demostración del error propio, en lugar de la confirmación, al estilo de los jugadores de ajedrez, que trabajan sobre sus debilidades o errores más que sobre sus fortalezas. Con esto, puede que no cambies de convicciones, pero te habrás acercado de un modo casi empático a esos argumentos a los que se aferra el otro, tan fuerte como tú te aferras a los tuyos y eso te ayuda a romper tu propio aislamiento. Lo malo es que ya no parece que haya tiempo para eso, estamos en la era de las redes sociales, la realidad fluye sin detenerse, nosotros no podemos detenernos, aunque sospechemos que deberíamos hacerlo.
Este trabajo de buscar confirmación y negación se complica con las mentiras, hoy conocidas como fakes (mentiras, en inglés). En la búsqueda de argumentos de conformación o de error, además hay que dilucidar cuáles son mentiras y cuáles son verdades. Y ahí no acaba la complicación, hay más, tengamos en cuenta el hecho de que las mentiras suelen ser más fáciles de digerir que las verdades, cuya naturaleza las hace bastante más complicadas que la ingenua dicotomía de “los buenos contra los malos”. Las mentiras, al estar fabricadas, se hacen al gusto del consumidor.
En esta época crítica, al borde del precipicio, los y las periodistas estamos fallando a la sociedad y a nuestra profesión. ¿Qué necesidad de periodistas hay en una sociedad en la que los profesionales cuentan con las mismas “herramientas de investigación y análisis” que el resto de la población?
La guerra se nos presenta como un teatro, de hecho se alude continuamente al escenario, es una representación de marionetas y los periodistas no podemos comportarnos como unos espectadores más, mirando a la representación y contando a gritos a los demás espectadores lo que ellos ya están viendo. Se supone que nosotros, para comprender un conflicto, para poder analizarlo y transmitirlo con veracidad y honestidad, debemos mirar no a las figuras que se mueven en el escenario, como meros espectadores, sino a quien mueve los hilos. Tenemos que ver el conflicto en el espacio y en el tiempo, estudiar dónde está el “escenario” geográfica e históricamente eso que se llamaba… ¿cómo era? ¡ah, sí! CONTEXTO. O ofrecemos contexto, o aquí no se puede hablar de periodismo.
Las sociedades occidentales estamos enajenadas, somos las más desinformadas del mundo y de la historia. Estamos en decadencia y unos nos acusamos a los otros de ser los responsables. Estoy convencida de que otros pueblos nos miran con estupor, aquí, gesticulando histriónicamente mientras caemos por el precipicio. Debemos ser un espectáculo penoso y lamentable para los pueblos oprimidos y colonizados de este mundo, que tanto tiempo llevan sufriendo y sobreviviendo a agresiones, a violencia, destrucción, injusticia, humillación, muerte y vida después de todo, recompuesta con los pedazos de dignidad y cordura que quedan bajo los escombros de la guerra permanente, generación tras generación, guerra a la que les somete el cínico occidente en nombre de mentiras.
Para combatir la ansiedad de no saber ya qué es mentira y qué es verdad, podríamos aprender un poco de mentalidad diunital africana, ese modo de ver la realidad en la que no todo es blanco o negro, bueno o malo, con o sin, encima o debajo, más o menos, sino que a la vez conviven en espacio y tiempo el bien y el mal, el blanco y el negro, el más y el menos, el con y el sin. Nuestro modo de ver las cosas es dicotómico, basado en las leyes de las contradicciones y comparaciones, no admitimos ni comprendemos que la convivencia del bien y el mal en espacio y tiempo es pura armonía vital. Este carácter nuestro nos cercena la capacidad de escuchar y comprender. Nos trunca el diálogo, nos aísla de los demás, mucho antes de que los algoritmos de las redes sociales nos empujasen a un precipicio, herméticamente recluidos en nuestras burbujas de confort. Mírennos gritando histéricos “¡O condenas la invasión de Ucrania o estás contra el bien!”, “¡Si no crees que Putin sea un loco ególatra, estás apoyando la tercera guerra mundial!”… el clásico “O estás con nosotros o estás contra nosotros”, pero llevado a un frenesí verdaderamente nauseabundo.
Lo más penoso de todo, es que seguimos considerándonos al timón del mundo, superiores moralmente al resto, “exigiendo” a los pueblos oprimidos y a sus gobiernos -ni más ni menos corruptos que los nuestros-, que tomen partido, «¡O te unes a nuestro grito exaltado: “¡Putin criminal! ¡acabemos con Putin!” o eres indigno, ignorante y no sabes mirar por ti mismo!».
Los pueblos colonizados del mundo, atónitos
Lo que les pasa a los pueblos colonizados de este mundo es que miran el esperpéntico teatro que se está representando en Europa y se preguntan por los verdaderos protagonistas, que no aparecen en nuestro bochornoso escenario «¿Y la OTAN?» «¿y el imperialismo de Estados Unidos y sus aliados? ¿dónde está?», «Pero ¿cómo se atreven estos a acusar a otros de lo que han hecho y todavía hacen ellos en nuestros países?». «Estos siguen con su eterna alianza con el nazismo y el fascismo y creen que nadie lo ve ¡Pero si es un descaro, cómo lo ha sido siempre! ¿a quién pretenden engañar?».
Estamos convencidos de que no se unen a nuestro fanático salmo que implora que corra la sangre del pueblo ruso y sus gobernantes, no porque ellos sean más sensatos que nosotros, sino porque los rusos les han influenciado. Creemos que los pueblos colonizados y expoliados del mundo son ignorantes, no pueden ni saben decidir por sí mismos. Son tan tontos, pobres, que los rusos les han engañado para que dejen de apoyar a occidente y comiencen a apoyar a Rusia que no quiere más que sus materias primas, y se las quieren comprar, los muy criminales. ¡Oh! se desgarran la camisa los blancos buenos «¡Rusia y China están llevando a cabo una nueva colonización de África! ¡nooo!», blanqueando de paso la verdadera colonización, crimen contra la humanidad donde los haya, y la neo-colonización occidental para la cual se ha visto necesario reducir a cenizas países enteros, asesinar a millones de personas y hacer la vida de los supervivientes miserable y dura y los pueblos occidentales no nos hemos indignado tanto como ahora.
Desde la inducida perspectiva de las audiencias de Europa occidental y de Estados Unidos y sus socios de la OTAN, todo se ha reducido a “Guerra sí o guerra no” y “Todas las guerras son malas”. Exclamamos “¿A quién le importa quién sea el responsable primero de la guerra? ¡Qué más da! Nuremberg está sobrevalorado [Cuando a nosotros nos interesa]”. Pero la mirada de quienes se consideran pueblos colonizados ve un trasfondo diferente: La OTAN es una estructura agresiva ilegítima al servicio del imperialismo occidental. Se ha encargado de poner bases en toda África a su servicio, para defender el sistema capitalista a costa de décadas de muerte y destrucción en lo que occidente denomina Tercer Mundo.
Las potencias aliadas en la OTAN han destruido sus países, han matado con bombas, bloqueos, hambre, medidas económicas, imperialismo cultural, sanciones o todo a la vez, han saqueado, doblegado y maltratado a sus países y pueblos. Todo en connivencia con las élites gobernantes, que suelen ser títeres de estas mismas potencias, y si no lo son, corren en riesgo de ser asesinados o derrocados, incluso sus países enteros destruidos, como Guinea en el 58, Argelia entre el 56 y el 62, Somalia desde 1991, Irak en 2003, Libia en 2011… la lista es larga.
El eje de dominación OTAN-EEUU-UE3
Según la periodista Onyesonwu Chatoyer, «Esencialmente, la OTAN es una alianza militar supremacista blanca, imperialista, reaccionaria de potencias europeas dominadas por United Snakes, [juego de palabras entre Estados Unidos y Serpientes Unidas]. Es el modo en que el mundo occidental se une para destruir movimientos anticoloniales por todo el planeta. Su mano está detrás de todo tipo de invasiones, por ejemplo la destrucción de Libia, que tuvo lugar con Obama, en 2011, fue un proyecto de la OTAN. Pero se puede ir mucho más atrás en el tiempo, cuando en Guinea Bissau se luchaba contra el colonialismo portugués, la OTAN apoyó a Portugal para combatir la resistencia anticolonial de los africanos; lo mismo pasó en Argelia, en Guinea, en Mozambique. Por lo tanto, la OTAN es básicamente Poder Blanco Unido para reprimir el mundo colonizado».
Hasta los que no saben leer comprenden que AFRICOM es una extensión de la OTAN, y que tiene bases militares por todo el continente porque ha militarizado el control de los recursos africanos. Lo que estas analistas afroamericanas denominan el eje de dominación OTAN-EEUU-UE es el protagonista del teatro que están representando los europeos, aunque resulta que ellos mismos no parecen comprender su propia obra. Es con drones de este eje de dominación con los que se mata a gente en Somalia todos los días, es con militares y mercenarios al servicio de este eje con los que se dan golpes de estado en todo el continente, para tener bien dominadas a sus marionetas y que no negocien con China y Rusia. Es con armas de este eje de dominación -evidente, estridente y archiconocido por todos los pueblos oprimidos del mundo- con las que milicias armadas proxy o delegadas de los intereses del eje, matan a gente inocente todos los días en la región de los grandes lagos africanos.
Este eje de dominación, del que no habla el aparato propagandístico mediático occidental, en realidad es el que está moviendo los hilos de todo el conflicto en Ucrania. Y todo el mundo lo ve, menos los europeos. La periodista Erica Caines, nos conoce y describe mejor que todos nuestros periodistas y expertos, «los países europeos tienen un rol de colonias ellos mismos con EEUU, son capaces de perjudicar a sus propios pueblos para expandir el capitalismo y combatir a quienes se resisten, pero también es para que EEUU mantenga su estatus de imperio, ¡no más!», y lamenta que muchos africanos han caído también en esta especie de consentimiento fabricado en que han caído los pueblos europeos, «la izquierda [de Europa y EEUU] es incapaz de hacer un análisis materialista de la situación, es incapaz de comprender el panorama, de ver lo que está haciendo el eje de dominación OTAN-EEUU-UE. Ya no comprenden qué significa imperialismo, que es una contradicción primaria».
Para ellas, el único imperialismo bajo el que están sometidas todas las naciones del llamado tercer mundo es el de este eje OTAN-EEUU-UE. Cuando vimos en los medios que las autoridades nazis de Ucrania, incluso las de los países vecinos como Polonia, maltrataban a los africanos y daban prioridad a los blancos europeos para huir de la guerra, las embajadas de todas estas naciones que tienen gobiernos neocoloniales no tuvieron capacidad de decir una sola palabra sobre lo que les estaba pasando a sus ciudadanos, «Vimos a chinos que vivían en Ucrania que fueron evacuados a China en un vuelo charter, “wow, eso es poder” no son inmigrantes colonizados como los demás que se quedaron allí varados en las fronteras», exclama Caines.
Otros analistas africanos están en esta línea de contextualización, como Musavuli Boniface, que afirma que a nadie le interesa que esta crisis continúe, salvo a EEUU, y que Rusia parece haber logrado sus objetivos estratégicos: el abandono del plan de adhesión a la OTAN de Ucrania y el respeto de la situación actual de Crimea, Donetsk y Lugansk, y explica «Esto sólo deja un objetivo inicial por lograr: la «desnazificación» de Ucrania (eliminar todas las organizaciones neonazis que operan en la vida política y el ejército). ¿Quién quiere realmente que los neonazis florezcan en cualquier parte del mundo? Así que, objetivamente, esta crisis está lista para ser resuelta, pero las agendas ocultas del bando estadounidense no facilitan la desescalada.»
Patrick Mbeko reflexionaba en su muro de Facebook «Decir que Rusia está aislada es pensar que el mundo se limita a los países de la OTAN y a las instituciones dominadas por Occidente. ¿Y si es Occidente quien se aísla del mundo sin darse cuenta? Otro mundo ya está en marcha».
Este es el escenario y la representación que ven claramente los demás, que además se habrán quedado boquiabiertos viendo que el eje de dominación, a punto de perder los estribos por las tremendas contradicciones que saltaban a la vista para todo el mundo, ha recurrido sin el clásico disimulo que le caracterizaba, a la censura más ilegal, ilegítima y desvergonzada. Ha censurado los medios de información que miran a los hilos en lugar de las marionetas. La lectura que ha hecho el mundo de esta medida desesperada es que el eje de dominación tiene miedo de lo que esos medios estaban contando.
Han matado el periodismo [occidental] en directo, ante los atónitos pueblos oprimidos del mundo. Ante el peligro real de una guerra nuclear, algunos podrían pensar “¡Que le den al periodismo y a los mentirosos e inútiles de los periodistas! [occidentales]”, y no les faltan razones para ello, pero recordemos la advertencia de Julian Assange, «Prácticamente, todas las guerras que han comenzado en los últimos 50 años fueron resultado de las metiras de los medios de comunicación. Los medios podrían haberlas impedido si hubieran investigado lo suficiente, si no se hubieran limitado a reproducir la propaganda gubernamental», y añade «a las poblaciones no les gustan las guerras y tienen que ser engañadas para ir a la guerra, porque no irían por voluntad propia. Si tuviéramos un entorno mediático saludable, también tendríamos paz».
Comprendido esto, la búsqueda de la paz se puede emprender por un primer paso fundamental: abandonar el cadáver del periodismo occidental y empezar a mirar a otros periodistas descentralizados del eje de dominación OTAN-EEUU-UE. Hay muchos, búsquenlos. Por la paz.
(Publicado en Al Mayadeen, el 27 de marzo de 2022)
WHYTE, William H., The Organization Man. Primera publicación, 1956 ↩
BAUMAN, Zygmunt. Modernidad líquida. 2017 ↩
Ver la conversación entre tres periodistas afroamericanas, Jacqueline Luqman, Onyesonwu Chatoyer y Erica Caines, titulada “Decentering Europe in Dismantling the US/EU/NATO Axis of Domination”, emitido en directo el 5 de marzo de 2022, en el canal YouTube de la plataforma Black Power Media. https://www.youtube.com/watch?v=3v468J1L9Ss&t=4370s ↩