17 de abril de 2025 – Juicio a los hermanos Kononovich
El Frente Antiimperialista Internacionalista, en respuesta al llamamiento lanzado desde la Union pour la Reconstruction Communiste de Francia, ha emitido la siguiente Declaración de apoyo a la campaña en defensa de los hermanos Kononovich, que serán mañana sometidos nuevamente a juicio y sobre los que pesa una seria amenaza de ser enviados al frente para que allí sean eliminados:
17 de abril de 2025 – Juicio a los hermanos Kononovich
¡Zelenski debe detener las detenciones y torturas en Ucrania!
Libertad para los presos políticos ucranianos Mijaíl y Aleksandr Kononovych
Existe la legítima preocupación sobre que las vidas de los hermanos gemelos Mijaíl y Aleksandr Kononovych en Ucrania corren un peligro grave e inminente. Presos políticos, antifascistas y pacifistas, han sido falsamente acusados de eludir la movilización militar, a pesar de no estar obligados a ello y están bajo amenaza inminente de ser arrancados de sus hogares, donde se encuentran bajo arresto domiciliario y vigilancia electrónica, y de ser trasladados al frente de guerra para ser eliminados físicamente.
El 25 de febrero de 2025, Mijaíl y Aleksandr Kononovych fueron detenidos sin orden judicial por agentes de policía uniformados, amenazados con fusiles de asalto y llevados a comisaría, acusados de eludir la movilización militar. Sin embargo, los hermanos Kononovych no podían ser movilizados. No sólo eran miembros del Comité Central del Partido Comunista Ucraniano, y dirigentes del Komsomol ucraniano (Liga Juvenil Comunista de Ucrania) y del Comité Antifascista de Ucrania. También fueron falsamente acusados, en virtud del artículo 109 del Código Penal ucraniano, de «acciones dirigidas al derrocamiento por la fuerza del poder del Estado», una ley ucraniana que prohíbe explícitamente la movilización de este tipo de personas.
Durante su detención en comisaría, a los hermanos Kononovych no se les permitió consultar a un abogado. Hay motivos legítimos para temer que el régimen ucraniano, al no haber logrado hasta ahora señalar su culpabilidad por delitos que no cometieron y hacer que fueran condenados por un tribunal, el régimen ucraniano decidió deshacerse de ellos físicamente, de una vez por todas. Las prácticas pasadas han demostrado que órdenes semejantes dadas a los opositores comunistas al régimen han supuesto de hecho ejecuciones sumarias, dado que el Batallón Azov y otras fuerzas neonazis operan dentro del ejército ucraniano.
Desde el golpe de mayo de 2014 y el inicio de la guerra en el Donbass, los hermanos Kononovych han sido sistemáticamente perseguidos y sus derechos violados. En 2015, ambos fueron expulsados de la universidad nacional donde cursaban estudios de doctorado, únicamente por razón de sus actividades comunistas y antifascistas.
En enero de 2022, pocas semanas antes del comienzo de la guerra, los hermanos Kononovych fueron secuestrados por el SBU (los servicios de seguridad ucranianos) y encarcelados sin orden judicial. Durante los primeros cuatro días, estuvieron retenidos en una instalación no oficial, un «sótano» gestionado por el SBU, donde fueron brutalmente torturados, golpeados con culatas de fusil y patadas cada dos horas mientras estaban esposados, estrangulados hasta perder el conocimiento y les rompieron las costillas y la nariz. A Alexander le arrancaron la nariz y los dientes, sus cuerpos fueron mutilados hasta quedar irreconocibles, incapaces de mantenerse en pie o incluso sentarse sin ayuda, debiendo ser transportados para los interrogatorios. Se les privó de atención médica, sueño y comida. Mikhaïl Kononovych fue incluso amenazado con que su hija de 13 años sería violada delante de él por los servicios especiales del régimen SBU.
Fue gracias a la enorme presión internacional, en particular de la Federación Mundial de Juventudes Democráticas y organizaciones antifascistas de todo el mundo que el régimen de Zelenski finalmente tuvo que admitir que los hermanos Kononovych estaban vivos y habían sido detenidos por las autoridades. Poco después, fueron trasladados al centro de detención preventiva de Kiev (SIZO), donde estuvieron recluidos durante dos meses en régimen de aislamiento, sin atención médica, prácticamente sin comida, sin cama y teniendo que dormir en un suelo de cemento y sin acceso a un abogado, como método de intimidación para obligarles a confesar delitos que no cometieron y a declararse culpables. Al no haber conseguido doblegar a los hermanos Kononovych mediante la tortura y el aislamiento, las autoridades los trasladaron a la prisión de Kiev, arrojándolos a celdas separadas, hacinados con delincuentes comunes, incluidos asesinos reincidentes, delincuentes comunes, nazis y racistas, donde estuvieron recluidos durante casi 6 meses. En las celdas estaba el Mein Kampf de Hitler y banderas alemanas nazis. Los hermanos Kononovych fueron obligados a llevar tarjetas de prisión con la temida etiqueta de «criminales especialmente peligrosos», lo que significaba que eran vistos con hostilidad y tratados como terroristas. Durante los ocho meses que pasaron en la cárcel, los hermanos Kononovych fueron constantemente amenazados, intimidados y sometidos a presiones, mantenidos en condiciones inhumanas y degradantes, maltratados y privados de comida y sueño.
Durante su detención, los domicilios de los dos hermanos estuvieron bajo vigilancia constante y sus familias amenazadas e intimidadas. El domicilio de Mikhail Kononovych fue atacado en junio de 2022, la puerta principal ametrallada y destruida, aterrorizando a su mujer y a su hijo, que estaban solos en el piso. Hoy, a pesar de los brazaletes electrónicos, los hermanos Kononovych siguen siendo constantemente vigilados, seguidos, intimidados y perseguidos. Continúan los ataques, las amenazas y la intimidación y sus vidas siguen en constante peligro.
Desde el golpe de Estado de mayo de 2014, Mijaíl y Alexander Kononovych han sido atacados e intimidados por sus opiniones políticas y su pertenencia al Partido Comunista de Ucrania, así como por sus acciones a favor de la paz y contra la guerra en Ucrania, privados de una serie de derechos y libertades fundamentales garantizados por los instrumentos internacionales de derechos humanos. Entre ellos figuran, en particular, el derecho a la libertad de pensamiento y de conciencia, y a manifestarlos; el derecho a la libertad de opinión y de expresión; el derecho a la libertad de reunión pacífica y de asociación; el derecho a la igualdad ante los tribunales y cortes de justicia, a un juicio justo y a la presunción de inocencia; el derecho a no ser torturado ni sometido a tratos crueles, inhumanos o degradantes; el derecho a un recurso efectivo; el derecho a la libertad y a la seguridad de la persona; y el derecho a un juicio justo y el derecho a no ser sometido a detención arbitraria; el derecho a la salud, a la alimentación y, fundamentalmente, el derecho a la vida.
En muchos países, como Estados Unidos, Italia, España, Alemania y Francia, se han emprendido numerosas acciones para proteger el derecho a la vida y a la integridad física de Mikhail y Aleksandr Kononovych, ¡requisito previo para el disfrute de todos los demás derechos!
En estas circunstancias, la URC ha realizado gestiones ante los órganos de los tratados que supervisan la aplicación de los principales instrumentos internacionales relativos a los derechos humanos, así como a los mecanismos del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, para una acción urgente, en particular, ante el Comité contra las Detenciones Arbitrarias, el de Desapariciones Forzadas, el de la Tortura y en favor de la libertad de opinión.
La URC ha llamado a las mayores concentraciones posibles en Francia e internacionalmente para salvar a los hermanos Kononovych y pide que se apoyen acciones como la manifestación que tuvo lugar frente a la Embajada de Ucrania en París. Debemos enviar mensajes de protesta al gobierno ucraniano y a los gobiernos europeos cómplices. Debemos exigir la paz y rechazar la guerra.
Estas movilizaciones deben contribuir a presionar a los gobiernos que han elegido la tensión, la guerra y el diluvio de armamento, que tendrá que pagarse socavando aún más nuestros derechos sociales, en particular el derecho a las pensiones.
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