20 minutos para 20 días
Y más de lo mismo. O el fin de una ilusión. O la estupidez permanente. O poned los calificativos que queráis. Que la pandemia del coronavirus es evidente nadie lo discute, como tampoco que la estupidez de los estadounidenses es congénita. O como que la estupidez de los «progres» está en consonancia con su carácter de meapilas como máxima expresión de su «rebeldía».
Aún está fresco en la memoria todo lo que se dijo de las elecciones en EEUU, de la pérdida de la presidencia de Trump y de cómo se felicitaba todo el mundo por la llegada de Biden. Raudos y veloces todo el mundo, sin excepción, desde la derecha menos casposa a los «progres» más rancios tuiteaban loas y alabanzas a Biden. No han pasado ni 20 días y bastan 20 minutos para que volvamos a tener un baño de realidad, es decir, de que todo lo anterior es cierto: más de lo mismo, ilusión frustrada y estupidez.
La historia va del discurso que Biden pronunció ayer ante el Departamento de Estado donde marcó sus «líneas maestras» de política exterior. Si ya eran previsibles tras conocer los nombramientos que ha hecho, he decidido esperar hasta que él mismo lo dijese.
20 minutos no dan para mucho y, como conferenciante, en este caso la experiencia es un grado. Hay que establecer unas líneas básicas y luego, si da tiempo y en función de las preguntas, desarrollarlas. No tengo conocimiento de que esto haya sido así en el caso de Biden, por lo que he visto solo habló esos 20 minutos y se largó. Y lo que dijo no tiene desperdicio y nos coloca donde siempre.
1.- Como es lógico, Biden se centró en los primeros minutos en repudiar la política de Trump de «EEUU primero» diciendo que «EEUU ha vuelto, la diplomacia está de vuelta en el centro de nuestra política exterior». Prometedoras palabras, pero…
2.- De inmediato apostilló que él, «como comandante en jefe, defenderé la democracia globalmente«. A ver. Comandante en jefe significa el mando sobre las Fuerzas Armadas, por lo tanto anuncia guerras y/o «intervenciones» al estilo de Obama con Siria. Es el mismo discurso que se repite, una y otra vez, al menos desde la etapa de Bush actuando como «fuerza policial global».
3.- Como es consciente de que hay un cierto cambio en el mundo, o sea, que eso de la hegemonía de EEUU ha pasado a la historia, dice que «hay que reconstruir los músculos de las alianzas democráticas que se han atrofiado tras cuatro años de abandono y abuso» y que eso no lo puede hacer EEUU en solitario. De inmediato viene a la mente el caso europeo y el de Oriente Próximo. En el primero, se deja entrever un quod pro quo con temas como la OTAN y el gasoducto ruso-alemán y, en el segundo, el reforzamiento del frente anti-iraní y el intento de retorno al acuerdo nuclear con este país. Para ayudar en lo primero, Biden dijo que ello «requerirá detener, por el momento, la retirada de tropas de Alemania ordenada por Trump» (y que han sido reubicadas en Polonia) porque «las alianzas de EEUU se encuentran entre nuestros mayores activos, y liderar con diplomacia significa estar hombro con hombro con nuestros aliados y socios clave una vez más».
Obsérvese el lenguaje.
4.- En sentido estricto, y dado que lo que hay son líneas maestras a desarrollar, Biden ha retrocedido hasta Obama y estamos de regreso ante el «intervencionsmo humanitario» (como Libia o Siria) que es la antesala de guerras encubiertas (Libia y Siria) para derrocar gobiernos y sistemas.
5.- «Esto debe comenzar con la diplomacia, arraigada en los valores democráticos más preciados de EEUU: defender la libertad, las oportunidades, los derechos universales, respetar el estado de derecho, tratar a todas las personas con dignidad». Bonito envoltorio para un ejercicio macabro. Porque…
… de inmediato pasó a enumerar el cómo.
6.- Rusia.- «No dudaremos en aumentar los costos sobre Rusia». Es decir, nuevas sanciones a la vista porque Biden se convirtió en el paladín del don nadie Navalny exiguiendo a Rusia «la liberación inmediata y sin condiciones» porque «dejo claro al presidente Putin, de una manera muy diferente a mi predecesor, que los días en que EEUU se da la vuelta ante la acción agresiva de Rusia se han acabado». Pensad que Rusia hará lo mismo, desde luego (y el caso Navalny es uno de ellos porque este tipejo, entre otras cosas, no es partidario de honrar y apoyar a los veteranos de guerra que derrotaron al fascismo hace 75 años y eso es, todavía, «casus belli» en Rusia). Rusia es la obsesión de los demócratas, al igual que China la de los republicanos. Pero…
7.- China.- «El liderazgo estadounidense debe enfrentar este nuevo momento de avance del autoritarismo, incluida la reciente determinación de China de rivalizar con EEUU y la determinación de Rusia de dañar nuestra democracia».
8.- Por supuesto no faltaron otras menciones como Myanmar, donde de hecho acusó a China de apoyar el golpe de Estado «para ganar influencia», y Yemen, donde anunció pomposamente «el fin formal de las operaciones ofensivas» (lo que quiere decir que EEUU ha estado involucrado directamente en ellas) aunque «continuará apoyando y ayudando a Arabia Saudita».
9.- Aunque no lo mencionó en su discurso en el Departamento de Estado, sí lo hizo al miércoles diciendo que «se mantiene el reconocimiento del líder opositor Juan Guaidó como presidente legítimo de Venezuela».
10.- Hay más menciones y referencias, algunas hechas con anterioridad, sobre Siria (diciendo que no habrá retiro ni por razones morales, o sea, por ilegalidad manifiesta según el derecho internacional), sobre Irán (diciendo que este país tiene que dar los primeros pasos antes de que EEUU vuelva al acuerdo nuclear) y similares. Pero las grandes líneas básicas son las anteriores y tiempo habrá para abordar las otras.
Alguien dijo «saludamos a Biden por desalojar a Trump y tiempo habrá para arrepentirse y criticar». Pues con 20 minutos de discurso 20 días después, ya se puede comenzar.
(Publicado en el blog del autor, el 5 de febrero de 2021)7