A toda prueba, a todo tiempo. Farruco Sesto
El ritmo de la partida geopolítica es tan intenso en el ajedrez internacional, que a veces no es tan fácil seguirle el paso para comprenderla. Pues es evidente que los grandes movimientos que de pronto sacuden el tablero, como fueron recientemente la cumbre de los BRICS en Sudáfrica con su ampliación a 11 países, el gran Foro Económico Oriental en Vladivostok, o las rebeliones nacionalistas del Sahel, no pueden pasar desapercibidos. Pero también hay otros movimientos más acotados que, aunque alumbren por un instante, enseguida corren el riesgo de diluirse en el cúmulo de noticias del día a día, tal como lo fue la reciente gira del presidente Nicolás Maduro por la República Popular China, y su encuentro con el presidente Xi Jinping.
Es a este tipo de movimientos, un poco menos llamativos, pero bien representativos de la situación en la partida de ajedrez, a los que hay que saber prestarle el debido seguimiento por su significado profundo.
Tal es el caso de la gira del presidente Maduro, que vale la pena comentar, en su condición reveladora de la nueva dimensión que alcanzó la relación entre Venezuela y China, que aunque viene de atrás, pues se inició en 1973 y fue adquiriendo un nuevo carácter a partir de 1999, es innegable que llegó ahora a un singular momento de esplendor y de máxima intensidad que se proyecta hacia el futuro.
Fue, justamente, en ese marco de la gira presidencial, que tuvo lugar la XVII Comisión Mixta de Alto Nivel (CMAN) China-Venezuela, a cuya sesión final ampliada, realizada el miércoles 13 de septiembre en el Gran Palacio del Pueblo, en Beijing, se incorporaron personalmente los presidentes Xi Jinping y Nicolás Maduro.
Lo más importante de ella, a nuestro juicio, ni siquiera son los sustanciosos acuerdos que se firmaron en las áreas de economía, geología, salud (que incluye transferencia tecnológica), minería, hábitat y vivienda, energía eléctrica y telecomunicaciones, por citar los que más trascendieron, sino la demostración de ese nivel que adquirió la relación entre los dos países, en este justo período histórico en que el mundo de la hegemonía occidental comienza a perder terreno, para abrirle paso a la realidad de un mundo pluripolar sin hegemonías.
Si tratamos de precisar la aportación de China a la ecuación que expresa este mundo nuevo que está consolidándose, además de su papel económico-productivo de primer nivel, tendríamos que destacar la cualidad pacífica de su política exterior, no solo apegada al derecho internacional en todo momento, sino también dotada de una visión igualitaria de las relaciones y de un profundo respeto por la independencia y las características de cada país, siempre a la búsqueda de un desarrollo global y de una seguridad global beneficiosa para el conjunto de los pueblos.
Si, por su parte, tratamos de considerar la aportación de Venezuela, además de su condición de país con extraordinarias riquezas naturales de todo tipo, deberíamos destacar también, en términos políticos, sociales y humanos, su referencia como símbolo de dignidad y de resistencia activa frente al cruel bloqueo económico, comercial, comunicacional y financiero a que se ve sometida, sin renunciar por eso, ni por un instante, a su vocación de paz y de diálogo, doctrinariamente concretada en la llamada Diplomacia Bolivariana de paz.
Un recurso muy sencillo, tal vez extrapolítico, para valorar en su verdadera importancia ese nuevo estadio de la relación China-Venezuela, consiste en prestar atención al nombre con que los presidentes Xin Jiping y Nicolás Maduro se refirieron a ella, del modo como consta en los documentos suscritos. Tal como se sabe, en la cultura china, es bastante frecuente denominar sus políticas con nombres de resonancias poéticas, con todo el peso metafórico que pueda cargar el nombre elegido. ¿Quién no se acuerda de la “Campaña de las Cien Flores” (Que cien flores se abran y florezcan cien escuelas de pensamiento) o la “del Gran Salto Adelante”, o ya en nuestra época, “La Franja y la Ruta”?
Pues bien, desde esa óptica es significativa la caracterización que China le da a las nuevas relaciones con Venezuela, si atendemos a las cualidades con que se definió. En palabras de propio presidente Xin Jinping a la audiencia en el Palacio del Pueblo: “Me complace anunciar junto a Usted -presidente Nicolás Maduro- la elevación de las relaciones entre China y Venezuela a una asociación estratégica A TODA PRUEBA Y TODO TIEMPO”
Mao Zedong decía con acierto: “Estratégicamente debemos desdeñar a todos nuestros enemigos, pero tácticamente debemos tomarlos muy en serio”. Ahora, en estos tiempos en que vivimos, a quién parece tomar también muy en serio la China liderada por Xi Jinping, pero en un sentido creador y positivo, es a sus numerosos amigos en el mundo, como es el caso de la Venezuela Bolivariana.
(Publicado en Nos Diario, originalmente el gallego, el 6 de octubre de 2023)