Acortando el camino. El lince
La provocación de la abuela Pelosi con Taiwán ha generado el movimiento final. No, no son las maniobras militares con las que China está demostrando que puede cerrar el acceso a la isla cuando y como quiera. Olvidaos de la invasión. Esa es la última baza, y aún queda para ella. Por el momento, vale con lo que está haciendo y así lo está percibiendo todo el mundo. Porque, además, los chinos están explicando el por qué de las zonas donde se están desarrollando esas maniobras y dejando claro que esto no va a ser Ucrania, es decir, nadie, ni EEUU ni nadie va a poder surtir de armas a Taiwán si decide ir más allá militarmente. Esa es la ventaja de China, que Taiwán es una isla. Y la desventaja de EEUU, que es una isla. Aquí no hay ninguna Polonia que sirva de almacén de distribución.
Primer efecto: el tan nombrado portaaviones que EEUU envió a la zona cuando el viaje de la abuela sigue por ahí, sí, pero a 600 km de distancia. No está mal, estamos pero no estamos porque nos retiramos lo suficiente. Todos contentos. Su presencia anuncia una nueva provocación bajo el lema de «libertad de navegación» en las aguas donde China está realizando ahora sus maniobras, curiosamente una «libertad de navegación» esgrimida por uno de de los escasos países del mundo que no han suscrito la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar.
Segundo efecto: China está dejando claro que su proyección de fuerza ha roto la primera cadena de islas que había diseñado EEUU desde Japón hasta Borneo, pasando por Filipinas y el propio Taiwán para «contener la expansión china». Y ahí es donde entra EEUU, porque solo con su intervención directa puede intentar que China no reintegre Taiwán por las malas, aunque eso aún está lejos.
En cualquier caso, lo relevante es lo que ocurrió el día 5 en la cumbre de los países de la ASEAN y el encuentro entre los ministros de Exteriores ruso y chino. El comunicado chino de esta reunión no puede ser más claro: «China y Rusia no solo deben fortalecer su cooperación, sino también resistir juntos la hegemonía del mundo occidental». Un paso más en la relación, sin duda, un paso obligado para China, más que para Rusia. Pero el meollo de todo está en esta frase: «China y Rusia deberían liderar el proceso regional para garantizar una seguridad genuina». Aparentemente, es anodina, pero lo que encierra es definitivo: China está pidiendo ayuda militar a Rusia. Todas esas tonterías de que Rusia está empantanada en Ucrania, que no tiene material, que necesita la ayuda de Irán, de China o del que pasa por ahí, como Corea del Norte, no solo no tiene sentido sino que es la típica tontería occidental que solo ellos se creen. Hoy por hoy, el ejército ruso es muy superior a cualquier otro. Y no digamos su armamento. Y eso es lo que está reclamando China, su armamento. Mejor dicho, su tecnología militar.
Pese a sus innegables avances militares, como la construcción de su tercer portaaviones y sus armas hipersónicas, tecnológicamente está por detrás de Rusia y de EEUU en varios aspectos. Eso es lo que se va a subsanar a partir de ahora. La colaboración militar entre los dos países está asegurada a partir de ahora, y se hace, además, a un mes escaso de una nueva cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai.
La provocación de EEUU ha obligado a China a dar un paso que era bastante reacia a dar, pero hay que esperar a ver los pasos prácticos que dan unos y otros en esta alianza estratégica que mantienen ya en todos los aspectos. es un quid pro quo, un dar y tomar: si China es inferior en tecnología militar, no lo es en tecnología civil, de la que Rusia necesita y mucha. Por eso en el comunicado chino se habla de «aumentar la escala de cooperación con Moscú en las áreas de atención médica, comunicaciones y economía digital».
La abuela Pelosi no sabe lo que ha hecho, ni la Administración Biden dejando hacer o alentando, que es lo mismo. El nivel relaciones entre los dos países era ya muy alto, como se recoje en el documento conjunto firmado el 4 de febrero donde se establecía una «alianza sin límites». Ahora ya no los hay realmente. China venía jugando al papel de poli bueno y poli malo con Rusia, o sea, aunque las relaciones bilaterales eran muy amplias e intensas existía el temor a las sanciones secundarias por parte de EEUU y se mostraban reacios a desarrollar relaciones económicas en algunas áreas como, por ejemplo, los chips electrónicos. Eso va a quedar atrás definitivamente, aunque hay que esperar y ver. Un ejemplo: ahora que todo el mundo publica que el comercio entre China y Rusia ha aumentado de forma espectacular, y que se quiere llegar a una cifra equivalente a los 200.000 millones de dólares (el comercio entre los dos países ya se hace mayoritariamente en sus respectivas monedas), hay que recordar que este objetivo se tenía que haber conseguido en 2020. Formalmente se achacó su retraso a la pandemia, vamos a ver si ahora se llega a él o no.
No es culpa de China solo, también de Rusia. En este país, donde con motivo de la crisis de Ucrania los euroatlánticos han sido barridos, dentro de los euroasiáticos hay dos sectores: quienes apuestan por reforzar los vínculos con China y quienes ven a este país como un competidor para el desarrollo y fortalecimiento de la Unión Económica Euroasiática que hegemoniza Rusia (aunque China tiene firmado un acuerdo de cooperación económica y comercial con ella). Esto explica que Rusia sea, sorprendentemente, uno de los países más atrasados en el desarrollo de la iniciativa «Franja y Ruta», la Nueva Ruta de la Seda china.
En cualquier caso, los dos países se están moviendo con rapidez intentando acortar el camino hacia esa «alianza estratégica» definitiva en todos los aspectos. Las compras de petróleo ruso por parte de China son históricas y será muy difícil que sin el acuerdo chino Occidente imponga su pretensión de limitar el precio del petróleo ruso, por ejemplo. Y por primera vez en la historia de la post URSS, los vehículos occidentales (y de aliados de Occidente, como Japón y Corea del Sur) no lideran las ventas en Rusia, son los chinos. Estos son indicadores importantes, pero solo indicadores que aún no implican un cambio total.
La iniciativa china es más que interesante. La respuesta de Rusia debería estar al mismo nivel.
(Publicado en el blog del autor, el 8 de agosto de 2022)