Ceguera histórica de la élite europea. Farruco Sesto
Este 11 de noviembre pasado, la Unión Europea decidió renovar por un año consecutivo más, las ilegales medidas coercitivas unilaterales, mal llamadas sanciones, contra la República Bolivariana de Venezuela.
Me entero de eso a través de un comunicado que hizo público, al día siguiente, la Cancillería de mi país, rechazando tales medidas.
Lo leo con cuidado y me siento, como es lógico, muy identificado con él, en su justo reclamo. Es corto, pero contundente. No tiene desperdicio. En él subrayo algunas ideas y calificativos que me parecen sumamente acertados. “Desafortunada decisión”. “Anacrónica decisión”. “Estrategia completamente errónea”. “Decisión incoherente”. “Peligrosa práctica”. “Política insana”. “Chantaje político”.
También se denuncia en él, y quiero copiar el párrafo completo, que “las Medidas Coercitivas Unilaterales aplicadas ilegalmente por la Unión Europea de forma premeditada, castigan y violan masivamente los derechos humanos del pueblo venezolano, ya que sus consecuencias indirectas terminan por limitar el acceso a alimentos, medicinas, insumos primarios, maquinarias, repuestos y equipos necesarios para garantizar derechos fundamentales y asegurar el normal desarrollo de nuestra sociedad.”
Eso es exactamente así, sin ningún tipo de exageraciones. Puedo dar fe de eso. De tal manera que hoy, por mi cuenta y bajo mi propia responsabilidad, no tendría ninguna objeción en añadir otro calificativo para estas medidas de la Unión Europea: criminales. ¿Y quieren un más?: ¡también les llamaría estúpidas!
Y digo estúpidas, porque, en verdad, los miembros de las élites europeas responsables de ese tipo de decisiones, que obviamente las toman siguiendo el patrón de comportamiento del gobierno norteamericano, cuando no sus instrucciones directas con rango de complicidad, no parecen comprender que ellas responden a una política condenada de antemano al fracaso. Por lo cuál pienso que sería bueno que revisaran a fondo, con sentido, no solo autocrítico sino también pragmático, el valor real de esas anacrónicas y desafortunadas (como bien dice el comunicado de la Cancillería) medidas coercitivas. Medidas, con resonancias de otra época y aroma de nostalgias imperiales, basadas en el chantaje y en la utilización de la fuerza por encima de la ética y de la razón, que ya debieran estar erradicadas para siempre de las relaciones internacionales entre naciones que se dicen civilizadas.
Pues creo conocer bien el carácter indomable del pueblo venezolano en general, así como la disposición de nuestra dirigencia política y de nuestro gobierno, democráticamente elegido, en el sentido de no ceder ni por asomo a las presiones y chantajes para desviar el rumbo de la revolución bolivariana. Y puedo asegurar, con base a ese conocimiento, que de ningún modo vamos a ceder en nuestros propósitos de avanzar pacíficamente hacia la emancipación definitiva y de asegurar la soberanía plena de nuestro país.
(Escrito originalmente en gallego y publicado en NÓS diario el 22 de noviembre de 2022)