Chile rumbo a la constituyente
El próximo 25 de octubre se realizará en Chile un referéndum con la intención de determinar si la voluntad popular se inclina hacia el inicio de un proceso constituyente que desembocaría en la elaboración de una nueva Constitución, además de elegir cuáles se consideran los mecanismos adecuados para efectuar dicho proceso. Algo que no se habría alcanzado si no fuera por la fuerza del pueblo manifiesta desde hace un año cuando inició la Rebelión de Octubre en 2019.
Justamente una semana antes, el pasado día 18 del corriente, nuevamente la Plaza de la Dignidad en la capital chilena vio a la unidad proletaria-popular expresarse con miles de participantes, que conmemoraron el primer aniversario de las gestas rebeldes, aglutinándose para mantener las exigencias al gobierno neofascista de Sebastián Piñera, quien aún debe responder por los 36 asesinatos de la represión, los 465 traumas oculares provocados por los disparos de los carabineros, las 5,500 denuncias de violación de derechos humanos y liberar a los 2,500 presos políticos. El camino a la constituyente es ante todo el establecimiento de la justicia que implica la salida y el juicio del actual gobernante.
La generación de la constituyente requiere partir y estar en manos del proletariado y de los sectores populares, romper con el andamiaje de la legalidad burguesa que sustenta al régimen actual, heredero de la política neoliberal y de la aún presente estructura dictatorial que cimentó el golpe de Estado de 1973 contra Salvador Allende. La radicalidad mostrada en las calles, las barricadas, las asambleas y los mítines, dejan ver el reclamo social de una nueva realidad que derribe los escombros del pasado, no bastará con la expresión en papeleta del sí a favor del proceso constituyente, y eso lo sabe bien el pueblo chileno, que no ha renunciado a su derecho a la protesta y a la esperanza de una mejor realidad.
Las causas que generaron el despertar del reclamo social siguen latentes, las medidas que agudizan la política neoliberal, expresión del capitalismo, que despoja a los proletarios del fruto de su propio trabajo y arroja a miles de humanos a condiciones extremas de vida. La chispa de entonces fue el aumento al costo del pasaje, pero en sí, representó solo una arista de la inconformidad acumulada. La represión ejercida por los carabineros asesinando y golpeando sin reparo, las declaraciones despectivas de Piñera sobre el pueblo, fueron reflejo de una realidad compleja que sigue sangrando por las espinas sembradas en lo profundo de la sociedad y en la estructura político-económica durante la dictadura de Augusto Pinochet y en los años de la falacia llamada “milagro chileno”.
El camino de regreso a la democracia en Chile ha sido largo y doloroso; superar esas estructuras y reconstruir las bases de la sociedad poniendo por delante a la justicia social y la reorientación económica hacia una política de beneficio social (que a nuestro juicio es el socialismo), son temas que acompañan al deseo de la realización de la constituyente. Porque si dicho proceso no reúne en su totalidad una representación proletaria-popular, correrá el riesgo de convertirse en la trampa que detenga la marcha y vaya hacia el lado contrario del anhelo que tiene el pueblo chileno y del que hace un año reinició el camino para alcanzarlo. La realización de una asamblea constituyente anticapitalista-socialista dará sentido a los años de lucha y a la esperanza puesta en un mejor mañana para Chile y el mundo.