Conmemoración del “Día de la Nakba” o “Día de la Catástrofe en la historia del pueblo palestino
El Frente Antimperialista Internacional (FAI), es una organización con base dentro del Estado español la cual constituye un foro contra la guerra imperialista y la OTAN. Fue fundado el 2 de diciembre de 2017. De acuerdo con uno de sus documentos fundacionales, se indica lo siguiente:
“Un Frente antiimperialista está compuesto de organizaciones e individuos que, desde diversas situaciones, se plantean una acción antiimperialista consciente, permanente, sistemática y organizada, capaz de elaborar en cada circunstancia el programa, la estrategia, las tácticas y las formas de lucha. Es decir, se trata de una forma organizada para cohesionar las luchas.”
Como otros colectivos de lucha antiimperialista en el Estado español, entre ellos otro del cual formamos parte, “Ojos para la Paz”, la expresión en contra de la guerra y contra la OTAN, se amplía en su denuncia a la agresión imperialista contra el pueblo palestino y la solidaridad con su lucha por la autodeterminación; como también, el respaldo a las revoluciones cubana y venezolana y su apoyo a las luchas contra el capital y neoliberalismo en América Latina y Europa.
En días pasados el FAI ha publicado una Declaración cuyo contenido posiblemente sea ajeno al conocimiento de gran parte de los luchadores por la independencia, soberanía y descolonización en Puerto Rico. Nos referimos a su Declaración que conmemora el Día de la Nakba (la Catástrofe) del pueblo palestino, el 15 de mayo.
Nakba es una palabra árabe, que en español significa “catástrofe” o “desastre”, y que los palestinos la utilizan para referirse a su experiencia entre los años 1946 y 1948 cuando fueron forzados por los sionistas ubicados en Palestina y que eventualmente formaron el Estado de Israel, a abandonar sus hogares y propiedades para huir de sus tierras y refugiarse en otros países. Indica al respecto la Declaración del Frente Antiimperialista Internacional, sobre los efectos del “Nakba” lo siguiente:
“De la misma forma que el viejo colonialismo había hecho a lo largo de aquellos días, los sionistas realizaron los actos más repudiables, crímenes de lesa humanidad y de guerra, asesinatos en masa, etnocidio, expulsión de la población autóctona, envenenamiento del agua y los alimentos, robo de propiedades y destrucción de hasta 480 ciudades, pueblos y aldeas…Se censaron más de 45,000 viviendas ocupadas, se apropiaron de 7,000 comercios y 1,500 almacenes con sus existencias, 500 fábricas con todos sus medios de producción, maquinaria para el campo, cosechas, todos los animales de granjas, 320,000 hectáreas, tierras, fuentes, depósitos bancarios…y al pueblo palestino que expulsaron y se debió refugiar en los países vecinos le negaron y le siguen negando su derecho al retorno…”
Los antecedentes históricos podemos encontrarlos en los llamados Acuerdos de Partición de Palestina. Mediante la Resolución 181 (II) de la Organización de las Naciones Unidas de 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General se expresó en torno al tema “Futuro Gobierno de Palestina”. Para viabilizar el proceso de partición del territorio, con antelación a esta fecha, la ONU había creado el “Comité Especial de las Naciones Unidas sobre Palestina” (CENUP). Componían el Comité once países, excluyendo las grandes potencia que resultaron victoriosas en la Segunda Guerra Mundial. En aquel momento las Naciones Unidas la componían 57 países. La Resolución fue aprobada por 33 votos a favor, 13 votos en contra y 10 abstenciones. La Resolución, si bien dispuso en torno a la creación de dos Estados, sin embargo, no dispuso la manera en que se llevaría la creación de los éstos, por lo que fue necesario la elaboración de un “Plan de Partición con Unidad Económica”, recomendando a la “potencia mandataria de Palestina”, el Reino Unido de la Gran Bretaña y al resto de la comunidad internacional, “la aprobación y aplicación respecto del futuro gobierno de Palestina.”
El Plan se dividía en cuatro temas: (a) Constitución y Gobierno futuro de Palestina, donde estipulaba la terminación del mandato británico sobre el territorio, la partición mediante la creación de un Estado árabe, un Estado judío y el Régimen Internacional de Administración para la ciudad de Jerusalén y la independencia de cada Estado; (b) Fronteras del Estado árabe, fronteras de Estado judío y división territorial de la ciudad de Jerusalén; (c) El Régimen de Administración para la ciudad de Jerusalén; y (d) Un apartado titulado “Capitulaciones”, relacionado con los privilegios e inmunidades previamente concedidos a los extranjeros en el territorio.
El Reino Unido se negó a continuar ejerciendo su mandato y administrando el territorio, renunciando oficialmente el 15 de mayo de 1948. El día anterior, fue proclamada unilateralmente la creación de un Estado judío y la independencia de Israel, consolidando el proceso que venía llevando a cabo las organizaciones judías sionistas para expulsar los palestinos de sus tierras. Un año más tarde, aún con la oposición de la Liga Árabe, Israel sería admitido como Estado dentro de la Organización de las Naciones Unidas
Con la creación del Estado de Israel el 14 de mayo de 1948 se desata el primer conflicto bélico ante la negativa de los Estados árabes de la región en reconocer al Estado de Israel como un Estado político independiente. Como resultado de esta primera guerra, Israel pasó a ocupar el 80.48% del territorio de Palestina a pesar de que, conforme al Plan de Partición de Palestina, las Naciones Unidas le habían asignado a Israel el 54% del territorio.
Conforme a los datos de la Organización de las Naciones Unidas, el número de personas forzadas a abandonar sus hogares al final de la primera Guerra árabe-israelí, ascendió a 711,000 palestinos. Sus descendientes suman hoy mucho más de 4 millones: 2 millones refugiados en Jordania; más de 427,057 en El Líbano; más de 470,000 en Siria; más de 788,000 en Cisjordania (antes conocido como Margen Occidental del Río Jordán); más de 1.1 millones en la Franja de Gaza; 274,000 mil en Arabia Saudita; más de 48,000 en Egipto; más de 38,000 en Kuwait; y más de 105,000 en otros países de la región. A lo anterior se suma la cantidad de más de 250,000 palestinos esparcidos por el mundo y otros 150,000 que permanecieron viviendo dentro del Estado de Israel.
Por su parte, nos indica Ali Younes, en su artículo publicado para la página electrónica de Al Jazeera, titulado Nakba Day: For Palestinians, not just an historical event, que el Buró Central de Estadísticas de Palestina indica que 5 millones de palestinos viven en las regiones de Cisjordania y la Franja de Gaza y 1.5 millones dentro del Estado de Israel; mientras otros 6 millones viven en la diáspora, tanto en países vecinos del Estado de Israel y Palestina, como esparcidos alrededor del mundo.
De acuerdo con la ONU, de aquellos 711,000 palestinos que fueron despojados de su territorio y forzados a emigrar de sus tierras, los que finalmente se refugiaron en países vecinos como El Líbano, Siria y Transjordania y sus descendientes, ostentan la condición de “refugiados”. Los 190,000 que en su momento se desplazaron hacia la Franja de Gaza, una porción de territorio que consististe de 372 Km.2 localizada en la Península de Sinaí; o los 280,000 que lo hicieron hacia Cisjordania, son considerados como “desplazados”.
Para enero de 1999 las Naciones Unidas señalaban que el número de palestinos a nivel mundial se estimaba en 7,788,186 personas, aunque algunas fuentes estiman el número en 9.4 millones de personas.
Los palestinos conmemoran el 15 de mayo como el “Día de la Nakba” llevando a cabo protestas sociales y comunitarias. En el año 2009 el Ministro de Educación de Israel prohibió el uso de la palabra “nakba” en los libros de texto escolares, evidenciando así una intolerancia hacia el tema palestino. El 23 de marzo de 2011, el parlamento israelí, conocido como “Knesset”, palabra que representa el regreso del pueblo judío tras su exilio en la antigua Babilonia y que fuera creado en 1949, en una votación de 37 a 25, realizó una modificación al presupuesto del país confiriéndole al Ministro de Finanzas la discreción para reducir el apoyo del gobierno a entidades no gubernamentales que interesaran llevar a cabo actividades conmemorativas del Día de la Nakba.
Este año, sin embargo, de acuerdo con Al Jazeera, la pandemia del COVID-19 ha llevado a la cancelación de demostraciones de protesta popular en Palestina, dando paso a un uso más intenso de las redes sociales para la denuncia. En las demostraciones efectuadas el pasado año, 47 palestinos resultaron heridos a manos de efectivos israelitas.
Ciertamente el gobierno de Israel se niega a que los palestinos, sean estos “refugiados” o “desplazados”, regresen a sus hogares en los territorios ocupados o dentro de sus fronteras originales, alegando que fueron sus vecinos, los países árabes, los responsables de la guerra entre 1946 y 1948 que culminó con la expulsión de los palestinos de sus tierras. De hecho, la misma política la ha mantenido Israel con relación a las propiedades donde viven militantes palestinos que luchan contra la ocupación israelí de su territorio o en torno a los llamados “asentamientos de colonos”, donde el precio a pagar, además de la vida, es la destrucción de sus viviendas y su desplazamiento hacia otros lugares.
Los Israelíes son conscientes, además, que si a los palestinos se les permitiese regresar a sus hogares se alteraría el balance poblacional de Israel, ya que el Estado de Israel pasaría a ser uno con una población mayoritariamente musulmana y no judía como lo es actualmente. Otra de las razones que aduce el Estado de Israel para negarle a los palestinos el retorno a sus tierras, es que entre los años 1940 a 1964 cerca de 700,000 judíos residentes mayormente en estados musulmanes como Marruecos, Argelia, Túnez, Iraq y Egipto, fueron también forzados a abandonar tales países y despojados de sus propiedades.
En 1956 Israel, con la ayuda de Francia y el Reino Unido de la Gran Bretaña, atacaron a la República Árabe de Egipto, principalmente dirigiendo tales ataques contra las instalaciones de este país en la Península del Sinaí. Corrían los días en que Egipto, bajo la dirección de Gamal Abder Nasser, había nacionalizado el Canal de Suez, a lo que tanto Francia como el Reino Unido se oponían. Como resultado del ataque a Egipto, Israel se aseguró el control sobre la Franja de Gaza.
En 1967 surgió un nuevo conflicto bélico entre Israel y sus vecinos árabes. El resultado fue que Israel amplió sus fronteras ocupando una gran porción de la Península del Sinaí que pertenecía a Egipto; los territorios pertenecientes a Siria en las Alturas de Golán, y el margen occidental del Río Jordán, conocido como Cisjordania, perteneciente al Reino de Jordania. Hacia 1973 se produjo otra guerra donde Israel, al igual que en los conflictos anteriores, saldría victorioso reforzando su control sobre los territorios ocupados.
Con posterioridad a 1973 se han producido otros conflictos armados entre Israel y la población palestina, entre ellas la invasión militar a El Líbano en 1982, donde se sumó las masacres llevadas a cabo bajo la complicidad de Israel en los campamentos de refugiados de Sabra y Chatilla, donde milicias libanesas cristianas, con el apoyo logístico de militares israelitas, masacraron miles de palestinos refugiados en dichos campamentos.
En el año 2002, bajo el nombre de “Operación Luz para Galilea”, Israel dirigió un nueva invasión a El Líbano dando origen a lo que se conoce como la “Quinta guerra árabe-israelí”. Esta vez, el objetivo fue liquidar la organización conocida como Hezbolá o “Partido de Dios”, la cual, al igual que la organización “Hamas” en la Franja de Gaza, mantiene una política firme contra el Estado de Israel. De igual manera, el Estado de Israel también mantiene una política de beligerancia permanente contra las autoridades palestinas bajo la dirección de Hamas en la Franja de Gaza. Los incidentes entre las partes en conflicto han sido permanentes. Mientras en Cisjordania, Israel mantiene su política de nuevos asentamientos de colonos, aislando cada día más a la población palestina de su propio entorno; trasladando ilegalmente su capital a Jerusalén; anexándose formal e ilegalmente las Alturas de Golán pertenecientes a Siria, sostiene a su vez una posición cada vez más beligerante y agresiva hacia Siria y la República Islámica de Irán.
El 2 de mayo de 1964 fue adoptada por el pueblo palestino la “Carta Nacional Palestina”, la cual declara en su primer artículo que “Palestina es la patria del pueblo árabe palestino y es y forma parte del mundo árabe”; y que “el pueblo palestino forma parte de la nación árabe.” Su artículo noveno declara que la lucha armada es el “único camino para la liberación de Palestina”; mientras el artículo diecinueve declara nulas la partición de Palestina hecha en 1947 y la “creación del Estado de Israel”. El artículo veintidós, por su parte, declara al sionismo como un “movimiento político ligado orgánicamente al imperialismo mundial.” El documento reconoce a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) como la organización responsable de la completa liberación de Palestina. La OLP desde el 22 de noviembre de 1974 ostentó, mediante la Resolución 3237 (XXIX) de la ONU el estatus de “Observador” en la ONU.
Alrededor de 128 países, en su momento, han reconocido el derecho de Palestina de contar con un asiento propio como Estado miembro ante las Naciones Unidas. Sin embargo, en todo momento Estados Unidos ha bloqueado con su veto en el Consejo de Seguridad del cuerpo esa posibilidad.
Hoy, en ocasión de un aniversario más del “Día de la Nakba”, el pueblo palestino sigue aguardando por el reconocimiento de su soberanía y la integridad territorial de su propio Estado político dentro de las fronteras previas a 1967.