ArtículosExtremo Oriente

Corea. El Humano Ulterior.

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Una resistencia al transhumanismo liberal.

Por Evald Manes y Mikel Vivanko, miembros de la KFA. Publicado originalmente en Cuba+. 

Solo haría falta realizar un recorrido por un cronograma señalando fechas para significar la posición concreta de los estados imperialistas en base a sus políticas de intervención sobre los distintos territorios del globo [nos centraremos en los EE.UU. y Japón]. Este ejercicio nos ayudará a definir las posiciones de estos estados de cara a identificar su participación estratégica real en cada uno de los conflictos en los que se ven involucrados. Si observamos adecuadamente el recorrido temporal de los sucesos, encontramos un vector principal que atraviesa el devenir histórico de todos los acontecimientos: la resistencia de los ocupados y oprimidos por parte de estos estados es la que realmente marca el devenir de la historia y determina la posición real de los distintos actores en un conflicto:

– 1910: anexión completa de Corea por parte de Japón, que dará pie, nueve años después, al levantamiento popular coreano, y a una guerra de guerrillas de liberación nacional.

– 1930: Conferencia de Kalun: el Presidente Kim Il Sung señala el camino a seguir por la Revolución Coreana. Ese mismo año funda el Ejército Revolucionario de Corea (ERC), entidad político- paramilitar; preparativos de la Lucha Armada Antijaponesa.

– 1932: fundación de la Guerrilla Popular Antijaponesa (más tarde reorganizada en el Ejército Revolucionario Popular de Corea).

– Principios de 1942, poco antes de Pearl Harbor: EE.UU. muestra su preocupación sobre la posible participación soviética en la guerra de Manchuria, temiendo que se unan a la URSS los soldados coreanos que luchan por su independencia contra los japoneses.

– Noviembre de 1943: primera declaración formal (en El Cairo), en la que se habla de que Corea recibirá su independencia «a su debido tiempo» (EE.UU., Gran Bretaña y China). Corea es la víctima más antigua del expansionismo japonés.

– Marzo de 1944: EE.UU. recomienda «el empleo de japoneses técnicamente cualificados en la vida económica coreana durante el período de gobierno militar».

– Febrero de 1945: en la Conferencia de Yalta, Roosevelt propone un fideicomiso conjunto para que se dé la independencia a Corea tras la Segunda Guerra Mundial. La URSS promete su participación en el escenario de guerra del Pacífico.

– Abril de 1945: Truman llega al poder un mes antes de la rendición alemana. Se inicia el plazo de tres meses para la participación de la URSS, y acabar así con los japoneses en Asia. Truman pide posponer la Conferencia de Potsdam, que comenzará entonces el 17 de julio, un día después del exitoso ensayo de la bomba atómica en Nuevo México.

– Agosto de 1945: EE.UU. lanza la bomba atómica sobre Hiroshima. Como prometió, la URSS entra en Manchuria, desplazando a las fuerzas japonesas y evitando más bajas estadounidenses. Tres días después de esta entrada, y cuatro antes de la rendición de Japón, Truman ordena a sus coroneles identificar una línea que divida Corea en dos zonas.

– 6 de septiembre de 1945: los delegados de toda Corea se reúnen en Seúl para crear la República Popular de Corea (RPC). Al día siguiente, MacArthur anuncia que las fuerzas bajo su mando «ocuparán hoy el territorio de Corea al sur de los 38 grados de latitud norte». Dos días después, las tropas de los EE. UU. marchan hacia Seúl protegidas por tropas japonesas (Japón, de nuevo, entra en Corea). Se anuncia que Abe Nobuyuki, el Gobernador General de Japón, continuará en su cargo con todo su personal.

– 1945 a 1948: reinado del terror: ocupación formal de Corea por parte de los EE.UU. La estimación de civiles asesinados bajo sospecha de ser comunistas está en 500.000. Septiembre de 1946: huelga general en Corea del Sur: 1.000 muertos y 30.000 encarcelados.

– 1949: levantamiento de la Isla de Jeju. Cuando un comité de la ONU prepara unas elecciones pensadas solo para el Sur de Corea, los habitantes de la isla temen una mayor división en la Península, y se alzan contra el gobierno surcoreano bajo control del Ejército de EE.UU, que inicia una violenta campaña anticomunista. El 10% de la población de la isla es asesinada.

Escogemos este pequeño territorio, de 120.538 kilómetros cuadrados y 25 millones de habitantes [RPDC – República Popular Democrática de Corea en la actualidad], dada la reiteración mantenida en sus ejercicios de resistencia frente a las potencias de ocupación desde 1905 hasta hoy. Observaremos cómo la posición de los estados [EE.UU., Japón] que en principio se situarían como formas antagónicas frente a los conflictos en una época [desde 1940 hasta la fecha], responden, en realidad, a un mismo criterio de actuación. [Nota: es el ejercicio de resistencia de los pueblos ocupados lo que determinó la posición aliada de EE.UU. frente al eje alemán en la Segunda Guerra Mundial].

La trayectoria histórica coreana señaliza la verdadera política de alianzas. Es la escalada comunista internacional, consumada en los posibles órdenes sociales futuros de las distintas naciones, lo que fijó las posiciones derivadas de un conflicto y la subsecuente dialéctica entre estados. Los movimientos de liberación nacional protagonizados por las clases oprimidas son el salto más transcendental en la evolución de los organismos [particularmente el humano]. La posición coreana nos ofrece argumentos de peso para entender el devenir de la historia.

Se pueden sacar muchas conclusiones derivadas de las resistencias de los pueblos a las injerencias imperialistas analizando los sucesos ocurridos en el pasado y evaluar sus aciertos y errores estratégicos. Lo que parece más complicado es determinar para qué han servido las resistencias en el futuro de los sujetos colectivos [resistivos] frente a los ultrajes infligidos. Nosotros nos queremos detener en las implicaciones que tienen las formas resistivas con relación al desarrollo de los organimos [ontogenia].

Parecerá siempre más sencillo observar la ontogenia [el desarrollo de los organismos] fijándonos en su forma presente [comprobar lo que somos en este momento], gracias a la resistencia contra la ocupación y el expolio realizada por los pueblos oprimidos durante generaciones, que conocer el futuro de dichos organismos formados y condicionados durante años y años a la opresión. En este detalle se encuentra el motivo principal para la resistencia de los pueblos: desarrollar sus organismos futuros. La resistencia de los pueblos es lo que ha permitido relacionar a los organismos con las categorías universales futuras, el nuevo orden moral y la ética de las sociedades humanas ulteriores o venideras. ¿Qué humano pretende ser, en el futuro, un liberal? ¿Qué humano nos esta ofreciendo la resistencia coreana para el futuro? La resistencia de los pueblos determina la formación de los organismos venideros. Si nos detenemos, la esperanza de vida sigue aumentando en todo el mundo. En los países más ricos lo hace cinco horas al día y en los países en desarrollo la tasa crece más aceleradamente todavía. Esto, al margen de señalar que los organismos no presentan una tasa finita de desarrollo frente al envejecimiento, determina la relación de los organismos en base al modelo productivo en el que se desarrollan. El pueblo coreano nos está ofreciendo una base para la formación de nuevos organismos.

Ser o no ser lo mismo eternamente, esa es la diferencia que se establece en la dialéctica de clases. El expoliado, el desposeído de su frontera corporal, no quiere volver a serlo, mientras que el burgués quiere mantener su forma y función con los mismos ademanes que el presente que ha construido a través de los artefactos tecno-científicos que ha poseído en un pasado, y que quiere poseer como energía potencial a descomponer en un porvenir, de manera eterna, constante. El humanismo ulterior, el pretendido por los que se denominan transhumanistas, intenta desglosar el catálogo de fenómenos posibles para un futuro enmarcado en las nuevas ontologías del capital, adaptando todos los tejidos [órganos, organismos] a su ocurrencia, para mantener y persistir en la termodinámica de la vida con carácter inercial y conservador; arrastrando a todos los cuerpos para establecer su devenir histórico.

El humano ulterior que se está configurando, el transhumano liberal pretendido, será el responsable último de consumirse en el mercado sin resistencia alguna al patronaje subjetivo de la relatividad existencial y al consumo selectivo de un mercado: elegir cómo consumarse, subsumido a la forma decidida por el universal de la razón burguesa, dado que la razón no alcanzará más limites que los establecidos para una mercancía.

Tranquilos los condenados: nosotros, los derivados de la vida selectiva [los transhumanistas], les perpetuaremos; nosotros abonaremos una renta básica universal; le proporcionamos las capacidades de alargamiento existencial durante muchos más años, y le dotamos de los argumentos necesarios para establecer su rol durante el resto de los siglos, para que siga siendo usted mismo. Y es que los únicos que se soportan a sí mismos son los que no cargan con nada; sin cargas, sin pesos en su osamenta orgánica, sin más capacidades que las ajenas, vivirán a costa de otros cuerpos. Solo hay que proponer un control de cargas emocionales que nos permita sobrevivir a la eternidad siendo sujetos pasivos, salvándose para permanecer, evitando toda transformación compositiva de los organismos colectivos, limitándose a la ficción fronteriza del individuo [individual]: – ¿Cómo dejar de soportarse a sí mismo? ¿Convirtiéndose en un burgués?

La contradicción viene cuando existe un colectivo humano con capacidad de universalizar una resistencia que posibilite la llegada de un humano ulterior [el que vendrá] distinto al descrito por los idearios burgueses de los estados modernos. Que haya resistido durante generaciones para provocar una transformación histórica y no perecer frente a las costumbres impuestas por el bienestar del estado burgués. Provocar los cambios, ser instructores activos, como constituyentes básicos de un organismo social.

Como ya dijimos en una ocasión que nos preguntaron: sabemos que suena raro, que un país de las características de Corea sea el sujeto protagónico en la transformación y/o transmutación de la hegemonía mundo y piedra angular estratégica para el conflicto de clases, auténtico motor de la metamorfosis productiva que viviremos a partir de 2030 [4ª Revolución Industrial]. Una tensión que mantiene a los “ladrones del fuego” [Prometeos contemporáneos] más cerca de la liberación y la victoria que del sufrimiento y la derrota, alejados de la condena eterna a la persistencia de un tiempo ajeno a su porvenir comunitario. ¿A quién le importa el sufrimiento humano visto a lo que se han enfrentado estos seres titánicos? ¿Qué distancia existe entre la conciliación y la victoria? ¿Una esfera individual vale más que los sujetos históricos de generaciones y generaciones futuras? El que estemos dispuestas a entregar la vida por las nuevas constituyentes humanas, también dignifica la vida de las que se oponen a este desafío y estrechan sus órganos. No se puede desafiar a la mutación y pretender seguir vivas. Es posible que estos Prometeos contemporáneos hagan de Zeus  mortal.

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