Demonizar primero, luego matar: una nota sobre el papel de los medios de comunicación y las redes sociales en la dominación imperialista
«La propaganda es para la democracia lo que la violencia es para la dictadura» (Noam Chomsky)
La frase del gran lingüista estadounidense ofrece un buen punto de partida para estas reflexiones que pretendemos proponer como insumos para una discusión a la vez crucial y apremiante. Esto se debe al hecho de que tal como lo señalan los expertos en “Guerras Híbridas” o de “Quinta Generación” la capacidad de controlar conciencias y corazones -o «mentes y almas», por decirlo de forma poética- ha alcanzado en la actualidad niveles impensables hasta hace una década. El progreso de las neurociencias y el neuro-marketing político aumentaron enormemente la capacidad de las clases dominantes y las potencias imperialistas para controlar las creencias, deseos y comportamientos de millones de personas en todo el mundo. Los revolucionarios avances en inteligencia artificial, el «Internet de las Cosas» y las tecnologías de la comunicación (5G) junto con la penetración sin precedentes de las redes sociales y los medios de comunicación han creado un nuevo campo de batalla en el que los movimientos populares y de liberación nacional tendrán que librar sus luchas. Desgraciadamente, esta transición desde la guerra convencional a la que se libra en los medios de comunicación y la “ciberguerra” solo recientemente ha sido reconocida en toda su letalidad por las fuerzas antiimperialistas, mientras que ha sido utilizada a fondo por las potencias dominantes del sistema internacional, especialmente el gobierno de los Estados Unidos. Pocos ejemplos serían más ilustrativos que el siguiente para ilustrar nuestro argumento. En una audiencia ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, a principios de este siglo, un general de cuatro estrellas dijo que «en el mundo de hoy, la guerra antisubversiva se libra en los medios de comunicación, y ya no en las selvas ni en los suburbios decadentes del Tercer Mundo». Por eso, concluyó, «ahora los medios y las redes sociales son nuestro principal teatro de operaciones».
Tanto Fidel como Chávez fueron precozmente conscientes de que las oligarquías mediáticas constituían una de las amenazas más graves que se cernían sobre el futuro de las democracias y la eficacia de las luchas antiimperialistas. En efecto, a su incontrolado poder, su enorme influencia y el nefasto papel que aquellas cumplen en los premeditados procesos de “deseducación”, alienación y brutalización de la ciudadanía se une su total abandono de la función periodística en favor de una obra propagandística concebida para impedir el avance de la conciencia anticapitalista y las políticas antiimperialistas . Esto se demuestra día a día en América Latina cuando se comprueba los alcances de la manipulación informativa destinada a encubrir los crímenes perpetrados por el “régimen” de Iván Duque en Colombia contra manifestantes pacíficos (como se hizo anteriormente con la brutal represión lanzada por la dictadura de Jeanine Áñez en Bolivia, o la desatada por el gobierno de Sebastián Piñera en Chile) a lo cual hoy se agrega la manipulación de las clases dominantes y sus ´voceros políticos y mediáticos para evitar la proclamación de Pedro Castillo como nuevo presidente del Perú.
El papel negativo de los medios de comunicación también es patente en las operaciones de prensa destinadas a proporcionar un “blindaje mediático” para evitar la difusión de informaciones que se supone que el público no debe conocer. Por ejemplo, escondiendo los vínculos entre los sucesivos “narcogobiernos” en Colombia –Uribe, Santos, ahora Duque- y los cárteles de la cocaína; o la corrupción del gobierno de Mauricio Macri en Argentina tal como se demuestra en los “Papeles de Panamá”, todo lo cual ha sido cuidadosamente encubierto por los medios hegemónicos. Nada se dice tampoco acerca de la injusta, escandalosa prisión de Julian Assange, uno de los héroes de la libertad de prensa a escala mundial relegado al olvido por el dizque “periodismo independiente” lamentablemente devenido en agencias de propaganda a favor del capital.
Tal como lo reconocen los estrategas del imperio, los medios de comunicación y, más recientemente, las «redes sociales» han sido actores clave en la desestabilización de los gobiernos progresistas o de izquierda en todo el mundo. Cuando el imperio decide atacar a un gobierno, sea con sus propias fuerzas armadas, sus mercenarios culturales y sus secuaces locales, los medios de comunicación y las “redes sociales” ocupan inmediatamente las posiciones de vanguardia. La demonización del adversario y su gobierno –líderes como Nicolás Maduro, Evo Morales, Rafael Correa, Daniel Ortega, Basher al Assad, Saddam Hussein, Muammar al Gadaffi, Vladimir Putin- es el primer paso de la ofensiva. La metódica y constante difamación y la desinformación aplicada a gran escala a través de la prensa, la televisión, la radio y las “redes sociales” son armas cruciales en la creación del clima de opinión requerido para luego poder aplicar la violencia desnuda y abierta contra esos gobernantes. La «artillería del pensamiento», como la denominara Hugo Chávez, busca derribar los mecanismos de defensa de la población agredida; confundirla, hacerle dudar de la integridad o patriotismo de sus gobernantes presentados ante la opinión pública mundial como figuras monstruosas, y sus gobiernos como infames «regímenes», feroces estados policiales que violan los más fundamentales derechos humanos y las libertades públicas. Bajo este torrente de manipulación informativa y de «noticias falsas» mucha gente se verá inducida a pensar que quizás sus agresores tengan razón y realmente quieran liberar al país del dominio de sus horribles opresores. Más aún, conducida también a pensar que la pretensión de «cambiar el mundo» es un disparate, una peligrosa ilusión infantil porque al querer alcanzar el paraíso en la tierra solo se construiría un infierno de caos social y violencia generalizada. Una vez que se “ablandan” las defensas culturales de una sociedad (equivalente a los bombardeos aéreos que preparan el camino para el asalto de la infantería) y el ariete mediático ha perforado el muro de la conciencia social; una vez que lo ha envenenado con cientos de “fake news” y “posverdades”, desmoralizado o al menos confundiendo a la población y a las fuerzas sociales antiimperialistas, el terreno queda listo para el asalto final.
Ese es el momento en el que las fuerzas imperialistas lanzan un ataque sin cuartel desplegando todo su arsenal bélico para dar el tiro de gracia a sus enemigos demonizados: Saddam Hussein o Muammar al Gadaffi, por ejemplo. En ambos casos no se trata del relato de una experiencia atroz sino de la descripción, sin anestesia, de las estrategias de lucha que el gobierno de los Estados Unidos aplica en todo el mundo. Debemos ser conscientes de estas nuevas formas de la guerra y estar preparados para iniciar una eficaz contraofensiva. En este sentido la transmisión de los programas de Al Mayadeen al idioma inglés es un paso significativo en esta dirección.
(Publicado originalmente, en inglés, en Al Mayadeen, el 5 de julio de 2021; versión en español, en el blog del autor)