Desde la fraternidad, la dignidad y el amor. Farruco Sesto
“Con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar”. Pienso que, en estos conocidos versos de José Martí, está magistralmente sintetizada la más importante de las razones que puedan existir para interesarse por la política. Al menos, si nos referimos a las razones de una sensibilidad que pudiéramos denominar” de izquierda”.
Todo comienza por un sentido, por un sentimiento. O, como decía el comandante Chávez, “por un dolor”. A partir de allí, de ese dolor por los demás, por las grandes mayorías explotadas o excluidas por siglos, tras una mirada al mundo que reconoce la injusticia y se pregunta por sus causas, es que comenzamos a transitar el camino político que, en el caso de Venezuela, nos ha conducido a militar en este largo y complejo proceso que denominamos Revolución Bolivariana.
Para unificar y darle sentido a esa militancia que corresponde a la vanguardia históricamente presente en toda revolución, y que en Venezuela está constituida por millones (léase bien) millones de hombres y mujeres agrupados en el PSUV y, por extensión, en los partidos del Polo Patriótico, es preciso compartir algunos principios, determinados propósitos generales y una serie de posiciones políticas que le dan coherencia.
Yo quiero destacar tres de esas posiciones. Y lo hago así, porque, en términos generales, creo que trascienden los límites específicos de nuestra revolución y se hacen basamento de la causa humana, en donde quiera que ésta desarrolle sus luchas, vale decir, en cualquier lugar del mundo, en cualquier país, en estos tiempos de gran tensión geopolítica que nos ha tocado vivir.
Esas tres posiciones generales que quiero destacar, y cuya naturaleza política proviene de una visión sensible de la realidad sea cual sea el escenario, son: el antiimperialismo, el anticolonialismo y el antifascismo.
El antiimperialismo, que se nutre del espíritu de fraternidad con todos los pueblos y países del mundo sometidos diariamente a las amenazas y agresiones del imperio norteamericano y de sus socios, por una parte cómplices y por otra vasallos, fundamentalmente occidentales.
El anticolonialismo, cultivado desde el sentido colectivo de la dignidad, y que significa un ajuste de cuentas con la historia, para ponerle punto final a la dominación material y espiritual de unas naciones por otras y de unas culturas por otras.
Y, no menos importante, y sostenido desde el amor, el antifascismo, contra el odio que promueve y justifica la violencia ejercida para mantener la opresión de clase, cuando todas las máscaras democráticas se les caen a los poderosos de siempre.
Y puesto que, desde la fraternidad, la dignidad y el amor, somos antiimperialistas, anticolonialistas y antifascistas, no cabe duda de que nosotros venceremos.
(Publicado en Correo del Orinoco, el 15 de septiembre de 2022)