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Despertar llamando a la tierra. El lince

El triunfo del neofascismo en Italia no es único: Austria, Chequia, Eslovenia, España, Estonia, Francia, Letonia y Suecia son, por ahora, otros países europeos donde el neofascismo tiene un importante papel. A ellos hay que sumar Lituania, Polonia y Hungría, con fuerzas cuasi neofascistas (más claro en los dos países primeros que en el último). Es decir, la mitad de los países de la Unión Europea tienen fuerzas neofascistas muy potentes y en posiciones de gobierno.

Centrados en Italia, hemos perdido de vista lo ocurrido en la República Checa, donde el neofascismo ha barrido en las elecciones municipales. En 8 de las principales 13 ciudades ha ganado, aunque no en Praga ni en Brno, las dos más grandes del país. Al igual que en Italia, el discurso ha sido doble: el rechazo a las decisiones de la plutocracia de Bruselas, con especial referencia a la crítica por las sanciones a Rusia (el origen de la crisis energética de Europa), y la «lealtad euroatlántica». No obstante, al ser elecciones locales, el primer aspecto fue determinante.

No han sido los únicos: el ascenso de las formaciones locales ha sido muy importante también.

Con ser significativo, lo otro es que la caída de la pretendida «izquierda» fue generalizada, perdiendo casi el 70% de los concejales y alcaldes que tenía.

Esta va a ser la tendencia en toda Europa ahora. Y eso tiene que ver con el deplorable papel de toda esta peña desde hace años.

Un ejemplo de lo que está pasando está en Alemania, donde Die Linke (La Izquierda) se acaba de dividir como consecuencia de la postura a adoptar con respecto al apoyo a Ucrania. Si ya estuvo a punto de perder su representación parlamentaria en las últimas elecciones, ahora va a desaparecer del todo. Tras ella van a ir todas las demás fuerzas similares. El día 17 convocó una movilización general en el país que fue un absoluto fracaso. Sin paliativos.

El movimiento contra el empobrecimiento ciudadano como consecuencia de la miserable actitud seguidista respecto a EEUU con Ucrania no está siendo ni recogido ni capitalizado por esta gente, sino por el neofascismo. Donde se está en el gobierno se apuesta por el asistencialismo (ayudas puntuales sin cambios estructurales) y no se oculta el malestar con las movilizaciones populares, mientras que donde no se está, simplemente, se ha desaparecido y no hay capacidad de convocatoria ninguna.

Están tan subordinados al capital que cuando hablan de «justicia social» no son creíbles, mientras que esa credibilidad se la está llevando el neofascismo y sus apariencias de hacer frente a Bruselas y lo que representa. Por utilizar una terminología marxista, las masas ya no están con la pretendida «izquierda» sino frente a ella. Y, por seguir con Marx, hay que tener cada vez más en cuenta que tan perjudicial para el movimiento emancipatorio es el enemigo secundario (esta pretendida «izquierda») como el enemigo principal.

Nos costará despertar, desde luego. Y solo es posible rompiendo la doble jaula: la UE y la OTAN.

Original y versión, misma música, distinta letra, mismo mensaje.

 

 

Hablando de despertares y de llamar a la tierra cuando se está en la luna, o en Neptuno, vaya usted a saber, perdidos en otra dimensión, hay que hablar de los rusos: después de bombardear la planta de energía nuclear que ocupan en «el país 404» y después de hacer fosas comunes en las que ponen cruces y los nombres de los enterrados, ahora van y sabotean sus propios gasoductos. Más tontos, imposible. O más marcianos.

Y esto no va por los rusos precisamente y tiene que ver con lo primero de este escrito.

(Publicado en el blog del autor, el 29 de septiembre de 2022)

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