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Diciembre como preludio de un álgido 2021

I

Una apacible llovizna matinal despide noviembre, pareciera un intento de regresar la calma robada por la vorágine del Covid-19, el otoño se prepara para marcharse con la llegada de los vientos polares y los adornos de temporada comienzan a lucirse en los escaparates de los comercios junto al consumismo de la época, cientos de gentes abarrotan los pasillos y las calles céntricas atraídos por la mercadotecnia y el bombardeo incesante que invita a la banalización mercantilista sin importar la crisis económica que se agiganta y los riesgos latentes a la salud y la vida.

Los números alarmante siguen aumentado, los diarios del mundo cifran la cercanía del millón y medio de fallecidos, al tiempo que en cada país los efectos extendidos repercuten de diferentes maneras, en una de esas “ironías” anunciadas en los primeros meses de pandemia, las naciones “desarrolladas y modernas” del capitalismo, sufren una segunda o tercera ola que golpea en lo profundo de la realidad proletaria y popular, las medidas extremas de cierres y advertencias punitivas recrudecen lo difícil de la cotidianeidad, y a la vez, en las patrias socialistas y/o con proyectos sociales el pesar es combatido con mayor conciencia y mejor organización en comparación con la desplanificación que favorece al capital y lacera a la clase trabajadora.

En una recapitulación de las medidas adoptadas por los gobiernos, puede notarse el incremento autoritario en varias regiones, el discurso contradictorio de los cuidados sanitarios con el deseo fervoroso de los empresarios por mantener a la fuerza de trabajo en acción, tiene origen en la representación estatal del interés burgués, la criminalización que se hace sobre el proletariado y los sectores oprimidos culpándolos de su contagio y propagación, oculta las condiciones reales de vida y trabajo de millones de seres humanos, la exacerbación de la culpa individual recae en las colonias, barrios y poblaciones proletarias-populares, es ahí donde se han implementado las formas más coercitivas de represión, y si bien es necesario el cuidado colectivo, lo que se ha evidenciado es la esmerada imposición autoritaria del control estatal, en ciudades como en comunidades mensajes mediáticos advierten de la culpa individual al mismo instante en que se celebra el consumo desmedido e irracional de los sectores acomodados y burgueses, los trabajadores y las trabajadoras que a diario se arriesgan manteniendo con su fuerza de trabajo activa la producción luchando para sobrevivir y mantener sus empleos en condiciones de injusticia laboral agravadas, son señalados, discriminados y segregados imponiéndoseles restricciones pero no beneficios.

Noviembre se marcha anunciando la cercanía en los calendarios del primer año de esta nueva crisis de humanidad desvelada a principios de diciembre en Wuhan, China, y cuyo origen vuelve a ser puesto bajo la lupa con base en las evidencias que hablan de manipulación humana sobre virus conocidos y en desarrollo, el eterno juego de sentirse “dioses”. Diversas publicaciones científicas indican que el SARS-CoV-2 no surgió en la ciudad china, sino que desde meses atrás circulaba por regiones del mundo, además de que las cepas más antiguas se han ubicado en los Estados Unidos, siendo dispersadas y reconocidas hasta octubre de 2019, por tanto las acusaciones imperialistas que culpan al país oriental de ser el generador y propagador de la pandemia, resultan absurdas formando parte de la guerra político-comercial entre las potencias económicas y por la dominación geopolítica del mundo, el capitalismo es el verdadero origen de la pandemia que asola a la humanidad.

 

II

El año comienza su declive con la llegada de diciembre y la cercanía del invierno pone en alerta a los sistemas de salud en gran parte del mundo, en México las instituciones públicas advierten sobre un eminente rebrote de Covd-19, el país ha rebasado las cien mil muertes y el millón de contagios, no resulta posible plantear un panorama a mediano plazo favorable, las displicencia gubernamental en todos sus niveles y las ya denunciadas condiciones adversas en las dependencias de salud, junto a las reaperturas económicas y la reactivación laboral de todos los sectores productivos, crean una suerte de campo de guerra que aprisiona a la clase obrera y a los sectores populares, los despidos, la reducción de sueldos, la violación de derechos laborales y sanitarios, la represión velada y abierta, las medidas punitivas favorecidas por un clima de disputa política entre los sectores burgueses, hacen del contexto un mapa desigual que se incrementa mientras se profundiza el deterioro de la economía y el bienestar social.

La lucha social va en incremento, la resistencia contra los mega-proyectos como el tren maya y la monopolización de los sectores productivos, evidencian la presencia del imperialismo en la economía mexicana, el actual gobierno de la 4T, en vez de dar marcha atrás a los negocios neoliberales los “limpia de la corrupción” y les reorienta la administración para garantizar las ganancias a la burguesía, en las comunidades de diversos estados las organizaciones de base refuerzan la resistencia contra el extractivismo y frente al incremento de la militarización. Nótese en el discurso del poder la criminalización disfrazada de moralidad y el aumento en los hechos de la violencia de Estado, el despojo de tierras y recursos naturales se legaliza en aras de la “modernidad”, la reactivación de grupos paramilitares y su actuación impune en diferentes zonas, especialmente contra las comunidades zapatistas, va propiciando severas violaciones a los derechos de las comunidades y un clima proclive a crímenes masivos como los de Acteal en 1997, al zapatismo y a la lucha de los pueblos originarios por su autodeterminación, autonomía y autogobierno se le señala nuevamente como enemigos de la nación y se les agrede con la anuencia y participación gubernamental de todos los niveles, no se olvide que la burguesía está dispuesta a todo con fin de defender el interés del capital.

Durante toda la pandemia se incrementó la violación de los derechos laborales, los despidos y la reducción de sueldos de manera condicionada puso a la clase trabajadora en una situación de mayor vulnerabilidad, además del temor al contagio se enfrenta al aumento de la precariedad, el incremento de la explotación es disimulada con eufemismo retóricos que niegan las injusticias, la nueva propuesta de reforma laboral se presenta como la eliminación del outsourcing a favor de los proletarios, pero en realidad es una media regulatoria para garantizar control estatal y el mejoramiento administrativo de la ganancia patronal, nada hay en ella que elimine el real padecimiento de los trabajadores y trabajadoras, la explotación y la extracción de la riqueza generada con su fuerza de trabajo mediante el acaparamiento del plusvalía siguen intactos, en estos tiempos de pandemia es cuando más se ha evidenciado la contradicción entre capital y trabajo, los estragos generados por el Covid-19, responden a la propia lógica del capitalismo y no tanto a la letalidad del virus, aunado a esto, los días de cuarentena incrementaron la desigualdad y marginación en campos como la educación y la salud, así como en la violencia de Estado y de género. El último mes de 2020 inicia con grandes y profundas contradicciones y reclamos sociales.

 

III

La nueva normalidad dista mucho de renovar el panorama mexicano y latinoamericano, y si en las grandes urbes del mundo las protestas convulsionan al ideal capitalista, tal y como acontece al menos en Francia y Grecia, en la geografía cercana la rebeldía chilena prende la esperanza en la oscura noche otoñal de un año insospechado, en Colombia las movilizaciones de trabajadores y trabajadoras reclaman contra las medidas anti-obreras del gobierno de Iván Duque. Perú y Guatemala continúan con manifestaciones producto de la crisis política que viven, y aunque por ahora se mantengan como parte de la lucha entre fracciones burguesas, el sentir popular de injusticia pudiera despertar encausando reclamos sociales de los oprimidos. Costa Rica y Haití se movilizan enfrentado el neoliberalismo enraizado, siendo que en la nación caribeña la radicalización de las masas va en incremento debido al desgaste y por la represión gubernamental, algo que se vive también en Chile, donde tras el triunfo popular por la constituyente el gobierno de Sebastián Piñera usa todas las formas a su alcance para revertir la fuerza del pueblo y generar un proceso constituyente amañado y desvirtuado, aunque por ahora la consciencia popular chilena avanza velando por su bienestar.

Los efectos de la pandemia sobre la clase trabajadora y los sectores populares han sido devastadores, en una crisis que aún no alcanza su mayor nivel, la carestía de la vida aumenta al igual que los productos que conforman la canasta básicas en los diferentes países, todas las violaciones al derecho laboral y humano cometidas durante este periodo, sirvieron para agudizar el contexto general de las condiciones de existencia ya presentes antes de la crisis sanitaria, los despidos injustificados previos y durante la propagación del SARS-CoV-2, así como la reducción de salarios y las amenazas patronales, han provocado una mayor urgencia de la organización proletaria y del desarrollo de la consciencia de clase, la propia Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha considerado que para fines de 2020 al menos 25 millones de desempleados rondan el mundo, esto aunado a que las reducciones de horarios laborales y salariales provoca una aguda disminución de ingresos y el aumento de la pobreza, en particular según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), serán las mujeres quienes recientan con mayor fuerza el desempleo y la falta de condiciones idóneas para el trabajo. Ambas instituciones prevén un panorama desalentador para 2021 con más desempleo, precariedad de la vida y aguda pobreza.

Los eufemismos usados como propaganda gubernamental que hablan de esperanza de una pronta recuperación se contradicen y evidencian frente a las cifras de las misma dependencias oficiales y centros de investigación económico-social, la crisis no tendrá pronta salida mientras las bases estructurales sigan siendo las mismas, pues no ha sido el Covid-19 el origen de la situación económica actual (es sí un detonante), la causa y profundización se encuentra en las contradicciones propias del capitalismo en su fase imperialista, la falta de socialización de la producción y la monopolización generan a nivel global la crisis que se agudiza como antesala del 2021. La lucha de clases tan negada por la “intelectualidad progre” y los acomodados conservadores, se incrementa y se profundizará, su existencia es palpable si se observa la situación real de la clase obrera y los sectores populares, así como sus demandas y malestar. El ciclo venidero de resistencias va tomando forma con reivindicaciones de clase y antisistémicas, diciembre inicia como preludio de un álgido 2021.

 

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