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EE.UU. ampara el exterminio de Gaza y las “democracias” aplauden. Tita Barahona

Mientras el ente sionista llamado Israel bombardea zonas civiles en Líbano, con un saldo de 1.574 muertos y 12.000 heridos en el momento de escribir estas líneas, en el norte de Gaza está provocando un auténtico holocausto.

En el campo de refugiados de Jabalia, los medios israelíes muestran las imágenes de lo que llaman “la marcha de la muerte” como prueba de la supuesta victoria de su campaña genocida.

Han convertido el norte de la Franja en un enorme campo de concentración donde hombres, mujeres y niños son bombardeados, detenidos, torturados, expuestos al hambre, sus hogares quemados y obligados a trasladarse al siguiente campo de concentración donde la historia de horror se repite. No importa que el artículo 49 de la Convención de Ginebra califique de crimen de guerra el traslado forzoso de la población ocupada. Israel tiene carta blanca de la auto-denominada “comunidad internacional” (léase EE.UU y aliados) para cometer estas atrocidades.

Los pocos periodistas que quedan sobre el terreno aseguran que desde hace más de veinte días no entran alimentos, medicinas ni ningún tipo de ayuda humanitaria, contradiciendo las noticias falsas emitidas desde EE.UU e Israel.

Los equipos de la defensa civil palestina acaban de anunciar el cese de su trabajo, porque las fuerzas de ocupación les disparan cuando van al rescate de heridos, atacan sus vehículos y han secuestrado a varios de sus miembros. Con ello les están obligando a abandonar el norte de Gaza.

En Jabalia se repiten escenas de terror como la del pasado 20 de octubre, donde una testigo presencial logró transmitir lo siguiente:

“Los soldados de la ocupación separaron a todos las madres de sus hijos y las metieron dentro de lo que parecía un cráter gigante. Un tanque las rodeó repetidamente hasta cubrirlas de polvo y arena, en medio de gritos de niños y llantos de madres. Llegaron los soldados y arrojaron a los niños hacia las madres. Quien recoja a un niño, el que sea, debe cargarlo y alejarse rápidamente. Muchas madres agarraron críos que no eran suyos, y así comenzó un nuevo capítulo de sufrimiento con madres buscando a sus hijos”.

Las madres palestinas y sus criaturas no son -dicho sea de paso pero con especial énfasis- daños colaterales, sino el objetivo prioritario del plan de exterminio del ente sionista.

Esto no sólo desde el 7 de octubre de 2023. Ya en 2009, el ejército israelí permitió a sus soldados el uso de camisetas en las que se exhibía una diana con la imagen de una mujer palestina embarazada (representada como terrorista) en su centro, y se conminaba a matarlas con el lema «1 tiro, 2 muertes».

En 2015, Adelet Shaked, entonces ministra de Justicia israelí, publicaba en su Facebook que había que matar a todas las madres palestinas y derribar sus casas “para que no sigan criando serpientes”.

Y sólo en el último año, los “elegidos de dios” han masacrado a decenas de miles de palestinas y sus bebés. Pero para ellas no hay campañas internacionales de denuncia y solidaridad, y eso que lo que se les prohíbe no es la escuela o la palabra, como a las afganas (aberrante, sin duda), sino directamente la vida.

La mayor parte de los más de 100.000 víctimas mortales que ha dejado la ofensiva israelí del último año se compone de mujeres y niños que han perecido sepultados bajo los escombros de sus casas, escuelas y hospitales, o quemados vivos, como ocurrió el 14 de octubre en el ataque al hospital de Al-Aqsa de Gaza, compuesto de tiendas de campaña. El día anterior, los aviones sionistas desviaron su rombo para bombardear a un grupo de niños que jugaban junto a un Café en el oeste de la ciudad de Gaza.

Mientras, en la Cisjordania ocupada, los francotiradores israelíes disparan indiscriminadamente contra civiles y las bandas de colonos armados roban tierras y ganado a los campesinos. Diecinueve comunidades palestinas ya han sido desalojadas de sus hogares.

Todo parece indicar que, en el norte de la Franja Gaza, donde subsisten unas 300.000 personas, se está aplicando el llamado “Plan del General”, que contempla ocupar todo el territorio al norte del Corredor Netzarim, designarlo como “zona militar cerrada” e imponer unas condiciones de “rendición o muerte por hambre” a los combatientes y civiles palestinos que queden en ella.

El General que promueve este plan de exterminio se llama Giora Eiland, militar retirado con el rango de “general mayor” y ex-jefe de seguridad nacional de Israel. Como otros altos cargos de la política y el ejército israelí, Eiland, ya antes del 7 de octubre de 2023, abogaba por matar de hambre y de epidemias a Gaza, convirtiéndola en “un lugar donde ningún ser humano pueda vivir”.

El Plan del General ha sido aprobado por el consejero de seguridad nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, quien ha hecho un llamamiento al ejército israelí para que acabe con los focos de resistencia palestina en la zona, operación que no ha logrado llevar a término.

El periodista estadounidense Dan Cohen revelaba recientemente más detalles de este plan. Por ejemplo, que 48 horas después de expulsar a los combatientes palestinos, se debían rodear los vecindarios con muros, separando a unos de otros, y forzar a los residentes, y nadie más, a entrar o salir usando una identificación biométrica que estaría bajo el control de contratistas de la CIA. Cita la información de un periodista israelí, Shlomi Eldar, quien asegura que hay previsto un presupuesto de 90 millones de dólares para que los residentes encerrados construyan sus casas y elijan “jefes locales” para dirigir sus barrios.

La empresa que está al frente de este plan se llama Global Delivery Company, que en sus materiales promocionales se presenta como un “Uber para zonas de guerra”. Su dueño es Moti Kahana, hombre de negocios estadounidense-israelí, que tiene en nómina a varios altos cargos de la inteligencia militar de Israel y EE.UU1.

El ejército israelí ha estado también en conversaciones con Kahana para asegurar el corredor Netzarim con sus mercenarios, que ejercerían el control total de la ayuda humanitaria y, por tanto, suplantarían a Hamás y acabarían con su gobierno, con lo que -imaginan- se alcanzaría uno de los más anhelados objetivos de Israel:

“Si el proyecto piloto sale bien, será el modelo para la rehabilitación de Gaza y resultará en la supresión del control civil de Hamás en la Franja”, escribía el citado Eldar.

Según Dan Cohen, en el artículo enlazado, este plan tiene mucha semejanza con una propuesta publicada por la principal revista del Departamento de Defensa de EE.UU, escrita por Omer Dostri, que fue nombrado portavoz del primer ministro Netanyahu en agosto de 2024.

El plan de Dostri planteaba cuatro opciones para el futuro de Gaza: 1) instalar un régimen colaborador, 2) renovar la administración de la Autoridad Palestina, 3) implantar un mandato internacional o regional, y 4) la ocupación militar israelí de larga duración, que, para Dostri, sería la mejor opción.

Sin embargo, como Hamás ha mantenido el control civil en toda Gaza e Israel no ha logrado derrotar a los grupos de la resistencia armada, el gobierno de Netanyahu confía en que EE.UU pruebe suerte.

Dado el fracaso de la propuesta de que los Emiratos Árabes Unidos, Baréin o Arabia Saudita asumieran el control civil de la Franja de Gaza, EE.UU se ha visto en la necesidad de aprobar el despliegue de contratistas de la CIA.

Mientras tanto, desde enero, los grupos de colonos israelíes -apoyados por los ministros de Netanyahu- ya han empezado a organizar asambleas para sentar las bases de los asentamientos ilegales en el norte de Gaza.

Daniela Weiss, la fanática sionista presidenta del movimiento de colonos, ha hecho planes para construir allí 40 edificios. No cabe duda de que, si lo consiguieran, los “elegidos de dios” se sentirían muy orgullos de cimentarse sobre decenas de miles de cadáveres palestinos, resultado de la total violación de las leyes internacionales, que son ya papel mojado.

Sabemos que Israel es la avanzadilla del imperialismo estadounidense en Asia Occidental y que todas las ofensivas que han tenido lugar en Gaza y Cisjordania lo han sido con el total respaldo, financiación y apoyo militar del régimen de EE.UU. Israel es, de hecho aunque no lo sea de derecho, el 51 Estado de la Unión.

Este es el principal motivo de que los Estados sirvientes de EE.UU y sus medios de propaganda, que son las grandes empresas mediáticas -privadas o públicas-, estén siendo cómplices directos en estos horrorosos crímenes de lesa humanidad perpetrados contra una población ocupada desde hace más de 70 años.

Son los mismos Estados “democráticos” que cínicamente hablan de “derechos humanos” y de “valores”, aunque los hechos demuestran que los únicos valores que poseen son los que se mercadean en Wall Street y la City de Londres.

Su proyecto no es otro que encerrar a la población gazatí en cantones militarizados y «uberizados», con controles biométricos. Los llaman también «burbujas de seguridad» y ya Gran Bretaña se ha ofrecido a enviar a sus fuerzas especiales para «ayudar» en el empeño, según informa The Telegraph. No saben qué eufemismo emplear para no decir lo que verdaderamente serían: campos de concentración.

Si Gaza ya era un campo de concentración abierto, ahora pretenden fragmentarlo en pequeños campos aislados unos de otros y de experimentación de las nuevas tecnologías digitales del control social, algo que superaría al III Reich con creces.

A pesar de que el ente sionista ha forzado a miles de civiles de Gaza a marchar hacia el sur, la resistencia armada de Palestina puede todavía frustrar los planes cocinados en los despachos de Tel Aviv, Washington y Londres.

(Publicado en Canarias Semanal el 28 de octubre de 2024)


  1. Puede verse la hoja de servicios de Moti Kahana, en el citado artículo de Dan Cohen: https://www.uncaptured.media/p/us-authorizes-cia-mercenaries-to 

2 Comments

  1. […] La empresa que está al frente de este plan se llama Global Delivery Company, que en sus materiales promocionales se presenta como un “Uber para zonas de guerra”. Su dueño es Moti Kahana, hombre de negocios estadounidense-israelí, que tiene en nómina a varios altos cargos de la inteligencia militar de Israel y EE.UU1. […]

  2. […] La empresa que está al frente de este plan se llama Global Delivery Company, que en sus materiales promocionales se presenta como un “Uber para zonas de guerra”. Su dueño es Moti Kahana, hombre de negocios estadounidense-israelí, que tiene en nómina a varios altos cargos de la inteligencia militar de Israel y EE.UU1. […]

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