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EE UU ha sufrido una derrota estratégica en Oriente Medio a manos de Rusia, Irán y, posiblemente, Turquía

Entrevista de Daniel Seixo con el profesor Pablo Sapag para Nueva Revolución, publicada el 25 de octubre de 2019.


Turquía dice aspirar a crear una “zona segura” en la que reasentar a unos dos millones de refugiados sirios que escaparon de la guerra en su país natal,  ¿Qué consecuencias podría tener está nueva ofensiva militar de Turquía?

La ofensiva turca sobre una parte del norte de Siria tiene objetivos declarados, aunque no necesariamente reales, y otros que, aunque no declarados, pueden ser muy relevantes. Turquía busca seguridad en su frontera con Siria y para Ankara ello pasa porque las milicias lideradas por kurdos en el norte de Siria se alejen lo más posible de esa frontera. Turquía no quiere que los kurdos de Siria puedan desestabilizar aún más el sur de Turquía, donde vive la mayoría de los kurdos de la región. En realidad, Ankara también busca una salida definitiva de Siria, donde no le ha ido nada bien. Apostó por la caída del Gobierno sirio y por la reconfiguración del sistema político sirio de acuerdo a las líneas ideológicas islamistas radicales que hoy presiden Turquía. Fracasó en ambos casos con un coste enorme para su seguridad, su economía, su estabilidad demográfica y su imagen internacional. Esta operación busca salir de ahí de manera más o menos airosa y salvaguardando lo que de verdad es su problema en relación a Siria, es decir, la cuestión kurda. Determinadas amenazas y proyectos son parte de una escenificación para vestir de cara a la opinión pública turca e internacional una operación que además de ilegal es inviable en sus objetivos máximos.

Tras las críticas recibidas por la ofensiva iniciada contra las milicias kurdosirias en el norte de Siria, Erdogan amenazó directamente a la UE con abrir las puertas de la migración al continente Europeo, ¿Tendrá efecto dicha amenaza?

Puede tener efecto solo en parte. En realidad no hay tantos sirios en Turquía como asegura Erdogan para presionar con ellos a la Unión Europea. En el verano de 2015 se habló incluso de varios millones que debían llegar o estaban ya en Europa. La realidad ha desmentido esa cifra que le sirvió a Turquía para obtener facilidades comerciales de la UE y recursos millonarios para supuestamente atender a esos desplazados. Paradójicamente, la operación militar y propagandística turca sobre el norte de Siria puede contribuir a estabilizar el área y con ello se agilizará el proceso de retorno de desplazados sirios en Turquía. Ha ocurrido ya antes con los desplazados en Líbano y Jordania. Cuando las zonas fronterizas en las que había combates, inestabilidad e incertidumbre se pacificaron y quedó claro quién volvía a ser la autoridad y el proveedor de servicios, los sirios regresaron por decenas de miles a su país. Ocurrirá también en el norte, más aún teniendo en cuenta que Turquía pasa por una situación económica muy difícil y ya no le sale rentable mantener a los desplazados sirios para lograr objetivos políticos inalcanzables. Eso también explica el momento y la escenificación de esta operación turca.

¿Goza Erdogan de apoyo popular interno en su decisión de iniciar esta operación contra el YPG?

Goza del apoyo de su partido, el islamista AKP (Justicia y Desarrollo), también de algunos sectores ultranacionalistas turcos. Fuera de eso, poco. Como se vio en las últimas elecciones municipales, la popularidad de Erdogan y su partido ha caído en picado después de más de una década hegemonizando el poder. Muchos turcos discrepan de su política hacia siria, no necesariamente en lo que a la cuestión kurda se refiere pero sí por su afán desestabilizador de Siria.

¿Podría explicar brevemente los intereses de cada actor en este conflicto?

Erdogan busca limitar al máximo la visibilidad y capacidad de maniobra política de los kurdos en la propia Turquía. Eso pasa por limitar el apoyo que puedan recibir de los kurdos sirios. Siria busca recuperar el control de todo su territorio y ejercer su soberanía sobre el mismo. Es una obligación y una necesidad básica del Estado, tanto política como económica y militar. Los kurdos de Siria pretendían crear algún tipo de entes autónomos en el norte de Siria. Algunos de ellos, los menos, fantasearon con la posibilidad de tener un seudo estado que luego pudiese extenderse hacia el norte, es decir, a Turquía. Algunos dirigentes de la heterogénea amalgama de formaciones y milicias kurdas del norte de Siria también buscaban seguir beneficiándose de los negocios derivados del control de algunos pozos de petróleo del Estado sirio que desde 2014 en adelante quedaron en sus manos y de los impuestos derivados del control de algún paso fronterizo sirio con Iraq, entre otros. Al principio de la crisis siria, EE UU buscaba eliminar de la región al único estado al que no controla ni política ni económicamente. Para ello estaba dispuesto a que Siria se dividiera en mini estados. Ello favorecería sus intereses políticos y económicos. También los de sus aliados regionales, Arabia Saudí e Israel. Estos dos últimos apostaban por una cantonalización religiosa y sectaria de Siria. En el caso de Israel, el único estado confesional en el mundo al extremo de que después de 1948 solo los judíos pueden obtener la nacionalidad de ese estado definido solo por lo religioso, replicar ese modelo en otras zonas de la región ha sido siempre su proyecto estratégico ya que si surgieran otros estados confesionalizados siguiendo el modelo israelí, el Estado de Israel podría justificar mejor su presencia en una región en la que se le ve como un injerto occidental extraño a la realidad demográfica, histórica y social de la misma. Para Arabia Saudí, la constitución de un estado de corte wahabita salafista en una parte de Siria habría sido la plasmación práctica de la exportación de la ideología político-religiosa que inspira al reino saudí. Cuando el autodenominado Estado Islámico, al que varias potencias dejaron crecer para debilitar a Siria, se le fue de las manos, EE UU reforzó su alianza con los kurdos, a los que usó como fuerza de choque de usar y tirar frente a los yihadistas. Derrotado el EI pero ya sin posibilidad de volver a sus planes iniciales para Siria, EE UU llevaba tiempo buscando una salida más o menos ordenada de Siria. La maniobra turca ha sido la ocasión perfecta para ello. Finalmente, Rusia, que con su actuación a lo largo de la crisis siria ha recuperado su condición de respetada gran potencia mundial. Con su alianza con Damasco desde el día uno de la crisis, en Siria Rusia ha logrado imponerse claramente a EE UU. La salida de este último de Siria viene a reforzar el papel de Rusia como único árbitro creíble para toda la región. Por eso Moscú ha mediado entre el Gobierno sirio y las milicias kurdas logrando que el Ejército sirio vuelva a ocupar posiciones en el norte del país. Hoy Rusia es respetada como mediadora por Turquía, Irán, Arabia Saudí, Israel y otras potencias regionales. Con esta operación, Rusia ha reforzado aún más su crédito en la región, que al ser crítica en términos globales, le permite a Moscú proyectar su influencia en todo el mundo.

La administración Trump ha declarado oponerse a “las acciones descoordinadas de Turquía” porque ponen en peligro el progreso alcanzado con la coalición internacional para la derrota de Daesh, ¿supone la invasión del gobierno de Turquía un claro riesgo para la reactivación de células islamistas en la región? ¿considera que Estados Unidos podría realmente oponerse de forma firme a la intervención de Turquía?

Supone un riesgo relativo. La organización EI está muy mermada y hoy Iraq y Siria la enfrentarían en zonas acotadas, desérticas y sin capacidad de lograr lo que consiguieron en 2014, cuando a nadie se le escapa que recibieron apoyo por acción u omisión de determinadas potencias extranjeras, lo cual le permitió al autodenominado Estado Islámico practicar la yihad en frente abierto. Hoy esa situación no es la misma. El EI sí podría beneficiarse en su estrategia de yihad por células o individual –lo que los medios llaman de lobos solitarios-, no tanto en Siria e Iraq, sino que en otros escenarios. Por algo la misma organización hace mucho tiempo dejó caer de sus siglas cualquier referencia a Iraq y Siria. Se trata de una organización global y globalizada, no de una territorializada. De ahí que sea incorrecto llamarle DAESH, ISIS, ISIL o EIIS. Al hacerlo los políticos occidentales tratan a través de la propaganda semántica de tranquilizar a sus poblaciones, haciéndoles creer que solo es un problema y una amenaza para Iraq y Siria. El Estado Islámico no tiene fronteras. Respecto a una posible oposición de EE UU a la maniobra turca, dudo de que tenga interés en hacerlo. Ha sido su gran coartada para salir de Siria responsabilizando a otros de sus muchos errores en ese país. Los turcos no habrían actuado sin la concertación e incluso visto bueno de otras potencias. EE UU es una de ellas. De hecho y menos de una semana después de anunciarlas, Washington dice que no aplicará las sanciones con las que aparentemente castigaría a Turquía por una operación a la que EE UU no es ajeno.

El presidente ruso, Vladimir Putin, ha advertido que el plan antikurdo de Ankara podría facilitar el retorno de los terroristas de Daesh a Siria, ¿supone la eliminación total de la amenaza de Daesh el objetivo principal de Occidente en la región? 

Más bien el plan puede favorecer la salida por Turquía y hacia otros escenarios de los miembros de esa organización. Da la impresión de que ciertos ejercicios retóricos están orientados a favorecer una acción concertada para resolver definitivamente uno de los últimos focos de conflicto en Siria. También para forzar esa concertación. El objetivo principal de occidente en la región ha sido la destrucción y desmembración de Siria por razones variadas, desde las geoestratégicas a las económicas pasando, en el caso de Francia, por ejemplo, por las más psicológicas, dada la obsesión histórica de Francia con Siria. De esa forma se apuntalaba al gran socio de occidente en la región que es el estado de Israel y se habría logrado la apertura del mercado sirio, más aún si en lugar de una Siria unida, de lo que venimos viendo desde 2011 hasta ahora hubiesen salido cuatro o cinco mini sirias dependientes política y económicamente. Sin la desestabilización de Iraq y Siria, de la cual Occidente tiene una gran responsabilidad, difícilmente el Estados Islámico hubiese surgido y se hubiese desarrollado como consiguió en cierto momento.

El departamento de Defensa de Estados Unidos anunció recientemente el envío de más tropas y medios a Arabia Saudita. En medio de una creciente tensión entre Irán y Arabia Saudita y tras la irrupción de Turquía en el escenario sirio, ¿se plantea realmente Trump un repliegue de las tropas estadounidenses en Oriente Medio?

No, se plantea y empieza a concretar el repliegue de Siria. Su dependencia petrolera de Arabia Saudí, su necesidad de ir cercando poco a poco a China y su irrestricto apoyo a Israel hacen impensable una retirada de la región, menos ahora, cuando EE UU ha sufrido una derrota estratégica en Oriente Medio a manos de Rusia, Irán y, posiblemente, Turquía.

La administración kurdosiria ha abierto las puertas al diálogo con Damasco de cara a poder colaborar de cara a rechazar la agresión turca, ¿se encuentra en disposición el gobierno sirio para responder a este ataque?

El Estado sirio no responderá directamente salvo que sus tropas sean atacadas por las turcas. Eso no está contemplado. Hay una operación concertada para garantizar la seguridad de la frontera entre Turquía y Siria. Ello pasa por la vuelta de las tropas sirias. Ya lo están haciendo de manera masiva después de que las milicias kurdas negociaran primero con Rusia y luego con el propio gobierno sirio. A cambio de que el Estado sirio le garantice el control de la frontera, Turquía tendrá que dejar caer a los yihadistas que con su aquiescencia actúan en el norte de la noroccidental provincia siria de Idlib. Siria y Turquía se cuidarán mucho de no provocar incidentes que puedan perjudicar a este escenario. Rusia y en menos medida Irán, que tratan tanto con Damasco como con Ankara son los garantes de este proceso y sus etapas.

En caso afirmativo, ¿sería favorable a un diálogo con las fuerzas kurdas tras su pacto con Estados Unidos durante la guerra en Siria?

Los kurdos sirios ya han aceptado las condiciones del Estado al que pertenecen para que las fuerzas del mismo vuelvan a hacerse cargo de la seguridad en aquellas partes del norte de Siria donde venían operando esas milicias. Hay que destacar que la mayoría de los kurdos de Siria jamás han planteado un cambio del modelo de Estado que rige en Siria desde su Independencia en 1946. Más bien al contrario. Los kurdos se integraron mayoritariamente a ese Estado que siempre les ha protegido de Turquía. Viven tantos o más kurdos en Damasco, Alepo y otras ciudades sirias que en el norte del país. Desde la Independencia, Siria ha tenido dos presidentes de origen kurdo, dos primeros ministros, varios ministros a cargo de carteras relevantes; el Partido Comunista de Siria ha sido históricamente dirigido por un kurdo sirio; en el Parlamento sirio siempre ha habido diputados de etnia kurda y varios dirigentes religiosos del más alto nivel tanto de ámbito estatal y teológico han sido kurdos. El problema de la inmensa mayoría de kurdos de Siria, especialmente de esos 300 mil de origen kurdo a los que el Estado sirio les concedió nacionalidad al principio de la crisis, está en Ankara, no en Damasco. Esas realidades y la nueva Ley de Administración Local por las que se celebraron hace un año elecciones municipales en las que EE UU prohibió participar a los kurdos de las zonas del norte de Siria donde había tropas estadounidenses, son junto a la Constitución que garantiza la cohabitación entre sirios de distintas etnias y religiones y la igualdad entre hombres y mujeres como aspiración de todos los sirios los instrumentos para un diálogo posterior. El Comité Constitucional que podría reformar la carta magna de 2012 y que ha sido ya validado por todas las partes sirias, incluidos los kurdos que participan en el mismo, también es una instancia para cualquier diálogo. Ese Comité cuenta con el pleno respaldo de la Naciones Unidas. El diálogo también nacerá de la realidad de un Estado sirio que desde el realismo y la necesidad siempre ha respetado formas de representatividad tradicionales a las que no son ajenas ni los kurdos ni otros sirios.

 

¿Podríamos habernos encontrado en caso de que Siria hubiese decidicido responder a la agresión turca, ante un hipotético caso de invocación por parte de Ankara del artículo 5 de la OTAN en materia de defensa colectiva?

El Estado sirio está obligado constitucionalmente a defender su territorio. Es lo que viene haciendo desde 2011, cuando es agredido por organizaciones que responden a agendas estatales y transnacionales y que enviaron a Siria a miles de combatientes que nada tienen que ver con Siria. Ahora bien, la defensa del territorio es un concepto integral que trasciende las acciones armadas. El redespliegue del Ejército Árabe Sirio en zonas en las que antes operaban milicias kurdas es una forma de hacerlo. La coordinación con Rusia, otra. Siria es un Estado al que desde el final de la Primera Guerra Mundial se le han amputado secciones esenciales de su territorio histórico. Liwa Alexandreta, lo que los turcos llaman Hatay desde que Francia extirpara de Siria toda esa región donde está Antioquia para dársela a los turcos es un ejemplo de ello, pero no el único. En el sur hay otros casos. Sin embargo, Siria siempre ha actuado de acuerdo al Derecho Internacional y sus acciones siempre han sido defensivas y no ofensivas, mucho menos de conquista. En ocho años de crisis Siria jamás ha atacado el territorio de sus vecinos, en algunos casos desde donde se armaba, apoyaba logísticamente y coordinaban las acciones de los grupos armados que actuaban en contra del Estado. De ahí cabe colegir que un conflicto mayor solo podría ser provocado por Turquía, aunque ese no parece ser su objetivo real. Ni Siria ni Rusia favorecerán tal escenario que en caso de producirse respondería a las acciones de terceros y como hasta ahora redoblarían la defensa por parte de Siria y sus aliados. En ocho años la OTAN no ha entrado directamente en Siria, menos lo haría ahora frente a un Ejército sirio reforzado tras ocho años de conflicto que ya apenas tiene otros frentes que atender y que cuenta con el apoyo irrestricto de una potencia como Rusia.

¿Qué lugar han ocupado los kurdos en la guerra siria? ¿Y el YPG?

Hay que distinguir ya que los kurdos de Siria no son ni mucho menos un bloque homogéneo como se ha pretendido hacer creer. La mayoría de los kurdos han estado con el Estado que históricamente los ha protegido de Turquía y donde han podido alcanzar las más altas magistraturas del Estado. Luego están algunos grupos de kurdos del norte de Siria que al principio de la crisis entendieron que la necesidad del Estado de combatir en varios frentes y no descuidar el flanco que tiene abierto desde 1948 con Israel era una oportunidad para ellos. Crearon milicias que se repartieron con las fuerzas del Estado el control de la seguridad en ciudades como Qamishli y Hasaka. Esa colaboración les permitió lograr una histórica reivindicación: la de que el Estado otorgara nacionalidad siria a 300 mil kurdos de origen no sirio que al carecer de documentación tenían serios problemas para estudiar, o realizar otras actividades cotidianas. El problema vino cuando algunos de esos grupos pactaron con EEUU, que usando la excusa de combatir a un Estado Islámico que jamás hubiese existido si EE UU no hubiese invadido Iraq, ocupó ilegalmente algunas zonas del noreste de Siria. Esa alianza les hizo creer a algunos de esos grupos kurdos que antes o después EE UU lograría para ellos una zona autónoma como la del norte de Iraq, algo imposible en Siria tanto por la trayectoria de apoyo y compromiso con el Estado de la mayoría de los kurdos de Siria y por el hecho de que los kurdos están dispersos en el norte del país, que comparten con árabes, siriacos, armenios y otros grupos que a diferencia de ellos no son musulmanes suníes. La presión de algunos grupos kurdos de la propia Turquía también influyó en la acción de esos grupos. Ahora tienen una nueva posibilidad de salvar lo mucho que obtuvieron en 2011 y de renovar su lealtad con un estado que con luces y sombras les ha ofrecido mucho más que cualquier otro de la zona. El problema de los kurdos trasciende con mucho a Siria.

¿Cómo se compone actualmente el organigrama del poder kurdo?

Los kurdos de Siria no son monolíticos. Está el Partido de la Unión Democrática con su agenda confederal, sus vínculos con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán del encarcelado Abadala Oçalan y su dominio del Comité Supremo Kurdo. Hay otras formaciones a las que la anterior ha absorbido o sometido. Cuenta con las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo que luego nutrieron las llamadas Fuerzas Democráticas Sirias, milicias en las que para hacer frente al Estado Islámico también se integraron árabes y representantes de los otros grupos que viven en el norte de Siria. Fuera de eso hay que insistir en que desde siempre los kurdos sirios han participado en la política siria a través de los muchos partidos que han protagonizado la política siria, incluidas las fuerzas islamistas. En definitiva, ningún grupo u organización puede arrogarse la representatividad de un colectivo plural, presente en toda Siria y con intereses diversos.

¿Ha pasado el pueblo kurdo de una independencia cercana a la nada tras su alianza con Estados Unidos?

No ya que dada la realidad demográfica, geográfica y política de los kurdos sirios era imposible constituir no ya una entidad estatal sino una autonomía homogéneamente kurda por la sencilla razón de que los kurdos viven en toda Siria desde hace siglos y en el norte lo hacen con árabes, siriacos, armenios y otros sirios. Su alianza con Estados Unidos les ha restado crédito de cara a otros sirios e incluso frente a muchos kurdos sirios que han sentido que semejante alianza ha perjudicado su imagen de cara al conjunto de sirios. No obstante, la larga tradición de lealtad al Estado de la mayoría de los kurdos sirios terminará imponiéndose a este episodio. Contrariamente a la mirada cortoplacista que desde fuera se hace, ni Siria ni su población, incluidos los kurdos, nacen en 2011. Hablamos de muchos siglos de historia por lo que hechos de estos últimos años, siendo muy graves, no se impondrán frente a otros. Ibrahim Hanano es un héroe de la resistencia frente a los turcos primero y los también imperialistas franceses, después. Tiene calles y estatuas en toda Siria. Era étnicamente kurdo, como Saladino, que no es un héroe kurdo o musulmán, sino árabe y sirio frente a unos cruzados europeos que tanto como combatir al islam quisieron acabar con las iglesias cristianas orientales que nacieron justamente en Siria. Los restos de Saladino descansan en Damasco, hoy junto a los del clérigo Mohammed Said Ramadán al Buti, uno de los mayores teólogos suníesde las últimas décadas. Fue asesinado en 2013 por defender el carácter multiconfesional de Siria y la separación estricta entre religión y política. Era un kurdo sirio. Creo que esos precedentes y aspectos positivos logrados por los kurdos estos años se impondrán a ese pacto con unos Estados Unidos que como ya hicieron en 1991 con los kurdos iraquíes, los abandonaron sin más.

¿Qué opina de la experiencia política y social de Royava? 

Se trata de un concepto equívoco que se ha demostrado inviable. Primero por la realidad sobre el terreno en el norte de Siria donde no solo viven kurdos, también árabes, siriacos, armenios, circasianos y otros. En segundo lugar por desconocer la trayectoria histórica de la mayoría de los kurdos sirios y su integración en el Estado sirio. En tercer lugar por su dependencia de los EE UU. Apenas 48 horas después de retirarse, facilitando así la agresión turca, ese proyecto tuvo que recurrir nuevamente al Estado sirio para salvaguardar la vida de las personas, las viviendas, las tierras de labranza, la presa de Tabqa o los pozos de petróleo. Es un baño de realpolitik del que sin duda los kurdos sirios, que en otras ocasiones han demostrado buena capacidad de análisis, sacarán conclusiones de cara a un futuro en el que tendrán que seguir conviviendo con la realidad de una Turquía amenazante, de unos EE UU que los han utilizado a capricho, de la injerencia de kurdos turcos que ejercieron la administración de algunos municipios en el norte de Siria y de una imagen que en determinados países occidentales respondía más a las realidades y deseos de esos mismos países que a la de los propios kurdos en Siria o en el resto de la región. En el haber, la rapidez de reflejos en 2011 y ahora para tratar con el Estado y adaptarse a una situación adversa. También la lucha junto a otros sirios contra el Estado Islámico y otras organizaciones que amenazabn la seguridad colectiva.

¿Qué papel ha jugado la prensa en Siria? ¿gozan los lectores de un buen marco periodístico desde el que conocer la realidad de lo que sucede en el país?

El mejor marco que han tenido los sirios para conocer lo que sucede en el país es la propia realidad. Si cualquier sirio ve que desde el día uno los grupos armados hacen proclamas islamistas, en el contexto de una sociedad multiconfesional como la siria no tendrá ninguna duda de las consecuencias que ello tendrá para su vida cotidiana. Si ese mismo sirio ve que entre los grupos armados hay muchos combatientes que no son sirios y responden a otras agendas, también sacará sus conclusiones. Si en un país tan celoso de su independencia, entre otras cosas porque Siria estuvo muchos siglos ocupada por los turcos y luego 26 años por los franceses, algunos abrieron las puertas a EE UU, Turquía, Francia e incluso a Israel, no es necesario esperar que el Gobierno o la prensa nacional siria te diga qué está ocurriendo y qué está en juego en el país. En realidad habría que preguntarse si los occidentales han gozado de un periodismo suficientemente informativo no ya para entender pero al menos sí para tener una idea básica de lo que estaba pasando en Siria.

¿Resulta posible recuperar el complejo equilibrio confesional sirio previo a la guerra?

El equilibro no se ha roto. Es el deseo de los sirios de mantener un marco social multiconfesional garantizado por un Estado aconfesional, que no laico, lo que ha salvado a Siria. Los sirios han luchado por defender ese esquema, no necesariamente por apoyar a un partido o al Gobierno entendido como algo distinto al Estado. Ocho años no acaban con un sociedad multiétnica y multiconfesional tejida a lo largo de siglos y que ya antes ha hecho frente con éxito a otros intentos desde fuera por cantonalizar siria. En Siria han muerto sirios de todas las etnias y confesiones. Hoy como en el pasado la sociedad ha demostrado tener herramientas para hacer frente a estos desafíos.

 

Parece que aún vivimos una gran replica de las “revoluciones árabes” de 2011, ¿se puede a estas alturas vislumbrar una salida a ese proceso?

El término revolución en muchos casos es equívoco, en Siria sin lugar a dudas. Las legítimas demandas por cuestiones económicas, políticas, sociales y de derechos humanos carecieron de una dirección capaz de pasar de la protesta a la propuesta realista. Eso se debió a que en Siria había varias oposiciones. Una interna integrada en el sistema y que actuaba desde el Parlamento y otras instancias. Otra igualmente interna pero extra sistémica y finalmente una exterior dominada por la Hermandad Musulmana. Fue esta última la que cooptó la revuelta introduciendo implícitamente la posibilidad de que el Estado se confesionalizara. Es lo que siempre ha planteado el Islam político. Eso en una sociedad multiconfesional como la siria genera muchos anticuerpos en la inmensa mayoría de la población. En aquellos lugares que fueron ocupados por los grupos armados se vio que el modelo político era confesional y próximo al wahabismo salafista ajeno a Siria. Eso más que revolución es involución.

¿Cómo interpreta el papel de Estados Unidos durante la guerra en Siria?

Estados Unidos ha demostrado en Siria su actual debilidad estratégica derivada de la fractura política interna que desde hace unos años tiene el país y de la desconexión del pueblo estadounidense de sus fuerzas armadas, hoy solo profesionales e incluso externalizando servicios con empresas contratistas. Así es imposible desplegar una estrategia coherente en un lugar tan importante como Siria, país al que además los estadounidenses como los occidentales en general desconocen profundamente. El concepto de la multiconfesionalidad al margen de mayorías y minorías numéricas jamás ha sido entendido por los occidentales. De ahí sus análisis parciales, simplistas o completamente erróneos sobre lo que estaba ocurriendo en Siria y lo que podía ocurrir. Si se toman decisiones de acuerdo a información errónea los resultados siempre serán como los vistos. En Siria Estados Unidos ha sufrido una gran derrota estratégica de la que le costará reponerse. A través de Siria, Rusia ha vuelto y ha vuelto para quedarse, no solo en Oriente Próximo y Medio, a nivel mundial. Irán, el gran enemigo de EE UU en la región, tampoco ha resultado debilitado. En realidad, desde la invasión de Afganistán en 2001 y la de Iraq en 2003 las acciones estadounidenses solo han servido para que Irán refuerce su proyección al Mediterráneo y a Asia Central.

¿Cómo afectan las sanciones occidentales al pueblo sirio?

Le afectan duramente. Hay grandes restricciones, por ejemplo de gasolina o gas. El Estado tiene dificultades para reemplazar instrumental y aparatos médicos esenciales para enfermedades como el cáncer. La lira siria ha sufrido una gran devaluación por las sanciones comerciales que impiden a Siria vender sus productos y financieras, que no la dejan financiarse en los mercados internacionales. Todo ello golpea a una población que hoy, sin embargo, ve con alivio la vuelta de la seguridad en la práctica totalidad del territorio del Estado sirio.

¿Se puede justificar diplomáticamente este embargo?

La diplomacia permite justificar cualquier cosa, para eso está. Otra cuestión es que ese embargo sea ajustado a derecho, éticamente aceptable o útil a una proclamada intención de ayudar al pueblo sirio y consolidar la paz y la estabilidad en Oriente Próximo y la cuenca mediterránea. Una cosa y la otra se contradicen. En realidad, el embargo es otra forma de castigar a Siria, digan lo que digan los diplomáticos occidentales. No hay más que pasearse por Damasco o cualquier ciudad siria para ver quiénes y de qué manera sufren las consecuencias de unas sanciones cuyos inductores, EE UU y la Unión Europea, decían que eran para otra cosa.

¿Cómo valora el acuerdo entre Turquía y Rusia para la creación de una zona de amortiguación a lo largo de la frontera entre Turquía y Siria? 

Lo veo como parte del complejo acuerdo a varias bandas para desactivar el penúltimo frente que queda en Siria. Las tres partes ganan. Rusia porque se confirma su papel de nuevo poder en la región de Oriente Próximo y Medio. Turquía porque obtiene parte de lo que quería, que era garantizar la seguridad de la frontera. De paso, evita una operación militar que habría sido costosa y de resultado incierto. El acuerdo le permite replegarse sin ver perjudicada su imagen. Siria gana mucho. El Ejército Árabe Sirio ha vuelto a esa región nororiental sin necesidad de disparar un tiro ni exponer a sus efectivos. Ejerce ya la soberanía y ha recuperado importantes recursos para hacer frente a la difícil situación económica. Pozos de petróleo y presas que generan energía eléctrica han vuelto a quedar bajo control de las autoridades del Estado. También importantes vías de comunicación por las que transita el comercio, entre otros productos, el trigo que se produce en la región siria de Yazira. El garantizarle el control de la frontera a Turquía le permite a Damasco esgrimir el Acuerdo de Adana por el que Damasco y Ankara se comprometían a combatir el terrorismo en la zona fronteriza. Eso abre una puerta a la liquidación del último foco yihadista que hay en Siria en el norte de la provincia de Idlib junto a la frontera turca. Siria es, sin duda, un ganador nato. Pierden Estados Unidos y los kurdos. Los primeros porque su abrupta salida del norte de Siria ha demostrado lo contradictoria de su política en Siria y su falta de lealtad con sus fuerzas proxies. A los kurdos los ha traicionado. Lo dicen en Washington quienes se dedican a la política exterior y de defensa. Es un pésimo precedente de cara no ya a esa región, donde EE UU cada vez cuenta menos, sino de otras. Queda como aliado poco fiable. Los otros grandes derrotados son los políticos y milicianos kurdos del norte de Siria, aunque si negocian bien con Damasco y entran en el proceso político entre sirios, pueden salvar algo de lo conseguido a partir de 2011.

 

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