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El acuerdo de NO-PAZ entre Congo y Ruanda. Rosa Moro

El pasado 27 de junio, se firmaba el Acuerdo de Paz entre la República Democrática del Congo y la República de Ruanda en Washington, EEUU.

Después de la firma del “acuerdo”, Trump dio una rueda de prensa para los medios acreditados en la Casa Blanca, en presencia de su legión de palmeros y de los ministros de exteriores de Ruanda y Congo, plantados de pie como dos columnas jónicas inanimadas, a ambos lados de Trump, mientras este recibía un baño de adulaciones. Se declaró el momento como «histórico», pero después de leer el acuerdo en su totalidad, lo único que tiene de histórico es que es la misma historia que se repite desde hace 30 años. Lumumba tenía razón con su anhelo de ver que la historia de África se escriba en África, «y no en Bruselas, París, Washington o las Naciones Unidas».

Ausencias destacadas

El nombre de M23, la organización paramilitar ruandesa que invadió el este del Congo a primeros de este año, causante de estas negociaciones y su resultante acuerdo, aparece solo dos veces: una en el último apéndice, “El listado de acrónimos”, y otra bajo el punto 2, titulado “RETIRADA, DESARME E INTEGRACIÓN DE LOS GRUPOS ARMADOS NO ESTATALES˝.

En primer lugar hay que señalar que el grupo solamente es mencionado en ese capítulo para decir que, dado que se están llevando a cabo negociaciones «entre la RDC y el AFC/M23 bajo la mediación del Estado de Qatar en Doha», este acuerdo no quiere interferir. Qatar ha sentado a la mesa de negociaciones al presidente congoleño, Felix Tshisekedi, y al presidente ruandés, Paul Kagame. El régimen ruandés siempre ha negado estar detrás del M23 y su presidente dice «no saber» si hay o no tropas ruandesas en suelo congoleño. Aunque la ONU ha documentado sobradamente la comandancia ruandesa del M23 y la presencia de unos 12.000 soldados de las Fuerzas de Seguridad de Ruanda en el este del Congo. Pero, este reconocimiento de las negociaciones de Qatar ¿supone que Kagame admite finalmente que es el representante del M23?

En segundo lugar, este apartado 2 es un golazo del agresor Ruanda al agredido Congo, repetido muchas veces antes en otros “acuerdos” de NO-PAZ. Los terroristas que han cometido todo tipo de crímenes de guerra y contra la humanidad, lejos de ser llevados ante la justicia, son integrados en las Fuerzas de Seguridad congoleñas, garantizando su impunidad, premiando su trabajo en favor del régimen agresor de Ruanda, que ahora ya no los tendrá que mantener y pagar, aunque seguirán trabajando para él, desde los cuarteles del Congo. Además de su impunidad garantizada, a estos “nuevos miembros” de las Fuerzas Armadas y la Policía congoleña se les promete ser destinados a las mismas zonas donde operaban como agresores, lugares donde, pura coincidencia, se encuentran las minas de los recursos naturales imprescindibles para los mercados internacionales, que salen a través de Ruanda, ininterrumpidamente.

Por lo demás, en ningún sitio se habla de “Justicia”, ni de “tropas ruandesas”. Se habla de “respeto de la integridad territorial”, pero estableciendo que se debe respetar la integridad territorial de la RDC y punto seguido que se debe respetar la integridad territorial de Ruanda. Pero nadie ha invadido Ruanda. Ruanda sí ha invadido el Congo. Esto, más que una ausencia es un insulto a los pueblos del Congo. Al igual que es un insulto que la única vez que se habla de “agresión” sea para decir que “las dos partes” se comprometen a no cometer actos de agresión. Siguiendo el viejo guion de equiparar al agresor con el agredido, que tantos réditos ha dado y sigue dando a los propagandistas de guerra de Occidente desde hace demasiado tiempo.

No se habla de “justicia”, ni de “expolio”, o “masacres”, “crímenes de guerra” o “crímenes contra la humanidad”, ¡ni siquiera se habla de “guerra”!, tampoco se habla de “víctimas”, ni de “defensa”… Bueno sí, en 26 ocasiones aparece la palabra defensa pero haciendo referencia a las «medidas defensivas de Ruanda», la parte agresora de todo este tinglado. Es exactamente la misma situación de Israel que dice estar implantado «medidas defensivas» contra Palestina.

Se había alimentado la esperanza de que este acuerdo iba a incluir entre sus cláusulas la retirada inmediata y sin condiciones de las tropas ruandesas del territorio congoleño, como se aprobó por unanimidad en la resolución 2773 del Consejo de Seguridad de la ONU, el 21 de febrero de 2025. Pero eso no se ha producido. También se había dado a entender que se exigiría el respeto a las fronteras congoleñas, pero eso tampoco se ha producido. Tampoco prevalece el respeto al derecho internacional que establece que los crímenes de guerra y contra la humanidad no prescriben, no se eximen alegando “obediencia debida”, ni pueden quedar impunes, es decir, no se puede poner sobre una mesa de negociaciones la impunidad de personas que han cometido este tipo de crímenes, (como es el caso del M23, según ha documentado repetidamente la ONU), por muchas razones, pero digamos simplemente que la ley lo prohíbe.

A la luz de estos pocos puntos, se puede decir que de nuevo los representantes del Congo han cedido en absolutamente todo, hasta la dignidad, y el régimen de Ruanda ha salido victorioso una vez más. Quienes realmente pierden, como siempre, son sus pueblos. El régimen ruandés, delegado brutal en la región de Estados Unidos, Gran Bretaña, el ente sionista y sus socios de la UE desde los años 90, seguirá matando, robando, burlándose de sus víctimas y disfrutando de una total impunidad.

Estos últimos días, la oposición ruandesa en el exilio especulaba sobre la debilidad de la cúpula de Kagame al frente del régimen del FPR, en el poder desde 1994. Victoire Ingabire, la principal líder de la oposición ha vuelto a ser detenida, está siendo víctima de hostigamiento y acusaciones delirantes. Está incomunicada en la cárcel, no se sabe exactamente qué será de ella. Se ha dicho que esto pudiera ser consecuencia de una lucha por el poder ante la enfermedad de Kagame. Poco importa si esto es así o no, la realidad es que el régimen ruandés, esté quien esté a su cabeza, ha salido victorioso de esta nueva farsa de acuerdo, ha demostrado al mundo que Estados Unidos les apoya con la misma firmeza de siempre, exactamente igual que al sionismo y Netanyahu.

Presencias innecesarias y/o inquietantes

Por último, ¿Qué hacía allí el ministro de Exteriores de Togo, Robert Dussey, representando al mediador designado por la Unión Africana, el presidente togolés Faure Gnassingbé (por lo tanto representando a la UA)?

Faure Gnassingbé es el último en la saga de delegados franceses que vende Togo a los intereses franceses y europeos desde que su padre, Gnassingbé Eyadéma, mató al primer presidente electo de la independencia, Sylvanus Olympio, en 1963. Faure Gnassingbé no puede mantener la paz en su propio país, sumido en un levantamiento popular contra el gobierno de la saga de los Gnassingbé. ¿Cómo va a ser mediador de paz en otros lugares?

La Unión Africana es un penoso club de reyes desnudos, que no tiene más poder que el que le da quien lo financia, la Unión Europea. ¿Hasta cuando van a interpretar la fábula del rey desnudo? ¿Cuándo van a verse tal y como los ven sus pueblos en la realidad? No será por falta de dedos señalándolo, como el niño inocente y sincero del cuento, que gritó que el rey estaba desnudo y todo el montaje se vino abajo.

Otra presencia verdaderamente aterradora es la de la economía, concretamente la madre de todas las guerras: la economía capitalista. El lenguaje del acuerdo está cuidadosamente elegido, no es azar que sin hablar de guerra, ni de agresión, ni de víctimas, ni de invasión, ni de la salida de las tropas ruandesas del Congo, ni de justicia, sí se habla de «integración económica regional» en 12 ocasiones. De hecho, es el único plan que se va a implantar de facto, el «desarrollo económico integrado de la región», que viene a significar una legitimación del expolio del Congo a través de Ruanda. Que no se detenga el abastecimiento de los mercados internacionales, prioritariamente, de las empresas privadas estadounidenses.

Y para terminar, el régimen ruandés ha vuelto a jugar su eterna carta en la manga: la de “defenderse de las FDLR”, integradas, según ellos, por los genocidas de 1994, que en realidad ya no existen más tal y como ellos las definen. Las FDLR aparecen 43 veces en el acuerdo ¡43! De nuevo, es evidente que la narrativa busca legitimar la ocupación del Congo por parte de Ruanda.

La mayoría de los miembros de las FDLR ha sido integrada en Ruanda, entrenada y enviada de vuelta a Congo para expoliar en nombre del actual régimen ruandés. Según el Ex Jefe del Estado Mayor del Ejército de Ruanda, el Teniente General Kayumba Nyamwasa, él mismo estuvo encargado de dicha operación de reintegración (antes de caer en desgracia con la cúpula del FPR y huir a Sudáfrica donde ha sufrido varios intentos de asesinato). Estas misteriosas personas del FDLR jamás han logrado lanzar el menor ataque contra Ruanda. No solo la confesión del señor Nyamwasa, también multiples informes documentan sobradamente que el actual régimen ruandés los financia y mantiene para poder seguir blandiendo la excusa de estar en el Congo para combatirles. ¿Les suena el guion? ¡Exacto! El mismo guion occidental de siempre: Crea terroristas, los financia y mantiene, para después alegar que los va a combatir en los países que invade y agrede. Eso es lo que está haciendo en el Congo el régimen del FPR de Ruanda, como delegado de las potencias occidentales, desde hace 30 años.

Mientras que sigamos creyendo el mismo guión, con la inestimable contribución propagandística de los mainstream media ¿para qué cambiarlo?

Este es otro acuerdo de NO-PAZ, sin justicia, no puede haber paz.

 

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