El coronavirus ¿Un arma de la guerra psicológica y comercial contra China?
Killers. Genocidas
La extensión de la guerra al Gran Oriente Medio ha quebrado los esfuerzos del Imperio para sostener e incrementar su poder global. Como el Führer del III Reich – Adolf Hitler, en la película de Charles Chaplin “El gran Dictador”- Donald Trump hace girar vertiginosamente el mundo golpeando su cabeza sobre un enorme globo que cree suyo. País por país el ligero globo terráqueo le rebota, de aquí para allá, mientras Adolfo hace piruetas. Hitler y Donald parecen niños con su globo y sus berrinches pero, en realidad, son dos auténticos monstruos. Killers a lo bestia. Genocidas.
Los saltos de Donald Trump en el Air Force One, sobre el planeta tierra; al albur de grandes valles, enormes mesetas y montañas, gigantescas urbes cuajadas de rascacielos y de suburbios interminables, y los casi infinitos mares en proceso de plastificación -que a él le parecen pequeñas manchas en un mundo satelizado-, le han dejado chichones en la enorme cabeza poco cubierta por un tupé ceremonial más trabajado que el de Julio Cesar.
Dejando al margen los avatares de la Guerra en Afganistán: “La guerra interminable” para los Estados Unidos y las complicaciones últimas en Irak; así como los conflictos en Yemen y Somalia, es muy interesante analizar un poco más a fondo los grandes problemas en Irán, Líbano, Hezbolá, Irak, para anticipar los probables desastres inevitables de los EEUU en la zona que ellos llaman el Gran Oriente Medio.
Dejamos a un lado el intento frustrado de imponer su paz en Siria, las amenazas a Rusia, la guerra comercial con China, los esfuerzos estratégicos para imponer su dominio en el Mar de China Meridional y, desde luego, su teatral juego de la guerra en la península de Corea.
Dejamos también a un lado la explosión de América Latina, que ha frustrado la reconstrucción de un firme Patio Trasero, ejemplar modelo económico, militar e ideológico; precursor, hermano pequeño, anticipación teórica y -una vez perfeccionado-, consecuencia progresiva del lebensraum nazi y las inflamadas llamadas de Adolf Hitler al Imperio de los Mil Años.
Quien mucho abarca, poco aprieta
La Alemania del III Reich se le quedó pequeña a los EEUU. En ellos rebotaron fortalecidas la práctica y el discurso del Imperio nazi, convertido ahora en Imperio Global. Un Imperio armado y permanente… “por los siglos de los siglos. Amén”.
Su lebensraum, llamado a ser universal, es el “espacio vital” que incluye el mundo de las aguas profundas, los espacios abisales, las aguas dulces, los recursos valorables y asequibles de un subsuelo -cada vez más sondeable- y, finalmente, el universo infinito para el que Trump ha creado el Comando Espacial de los Estados Unidos.
Quien mucho abarca poco aprieta, y así le va al emperador más saltarín de todos los imperios. Al Trump que menea su enorme corpachón por todos los rincones del mundo. Todas sus provocaciones se convierten en gritos histéricos y amenazas inconsecuentes que reitera una y otra vez; y esparce por todos los lugares del mundo que se oponen a su dominio, para que no se note mucho su ignorancia parcial y su desconcierto. Algunas veces ordena asesinatos directos y alardea que tales crímenes fueron ejecutados bajo su dirección. Eso ocurrió con el general iraní Soleimani.
La última puesta en escena
A Trump, el más brutal de todos los emperadores, aún le queda el escenario y sus grandes edificaciones simbólicas. No son templos porque prefieren los enormes rascacielos de lujo especial. Son sus templos. Tampoco son títulos como Cesar imperator; o Pontifex Máximus; prefieren el que les da los máximos poderes: Presidente de los Estados Unidos.
Tampoco sus generales (los cónsules romanos) reciben un triumphus, sino algo más valioso: La Medalla de Honor. Si son generales, es una puerta abierta para la elección como Presidente. En casos extremos las FFAA de los Estados Unidos desfilan por las avenidas de Washington. Trump presidió el último el 4 de julio de 2019. Antes lo había realizado George Bush padre para conmemorar el triunfo en la Primera Guerra del Golfo. No habían ocurrido, desde las conmemoraciones de los finales de la Primera y segunda Guerras Mundiales. Solo Truman -y hace un año Trump- se habían atrevido a celebrar el desfile con un discurso personal sobre las glorias del Imperio. El tuit con el que explicó la necesidad del desfile fue muy significativo: “Será muy pequeño (el coste) en comparación al valor que tiene. El costo del gran ‘Saludo a EEUU’ de mañana será muy poco en comparación con lo que vale».
La última escenificación, ridícula, de los centenares que ha hecho Trump, hay una muy significativa. Casi al mismo tiempo en el que fracasó el juicio por impeachment en el Senado -después de haber sido aprobado en la Cámara de Representantes-, Trump recibió en la casa Negra al “Presidente autonombrado” de Venezuela, Guaidó.
Trump sabe que es su propia criatura, un pequeño fascista pagado por la CIA en el que ha invertido muchos millones de dólares, la moneda única del Imperio. Por otro lado, Guaidó se hace acompañar de delincuentes profesionales de Colombia –paramilitares y narcotraficantes, para ser más concreto-, y trata de comprar su presidencia “in pectore” con un mínimo saludo Presidencial. Razones de más para otro impeachment, esta vez con pruebas irrefutables.
La bancarrota estratégica y el bla, bla, bla de los grandes oligarcas
Creo que no hay país y presidente más a propósito para semejante bancarrota estratégica que los EEUU de Donald Trump cuyos comentarios autobiográficos sobre la “gloria personal acumulada” durante el paso por la Academia Militar de Nueva York (NYMA) dejan muy atrás las de su compadre, que se creía también emperador del mundo, George W. Bush, aprendiz de piloto en varias Guardias Nacionales estatales.
Según algunas fuentes ambos se escudaron tras la élite oligarca civil y militar para ocupar plazas de flamantes uniformes y futuro senatorial o presidencial, que finalmente les libraron de trincheras más peligrosas en la guerra de Vietnam. Faltan pruebas (o han sido retiradas de los archivos) pero no testimonios ni sospechas muy bien fundadas.
En uno y otro caso la codicia es ilimitada, el desprecio por sus compatriotas “carne de cañón” es propio de la moral aristocrática, los desmanes que han producido son infinitos y la ferocidad con la que los han ejecutado es ilimitada. Pero no son, ni mucho menos, los únicos en la secuencia de primerísimos cargos con ínfulas de que lo grande se consigue contabilizando las montañas de cadáveres, el arsenal de destrucción que se ha utilizado, los gastos militares que corroen el presupuesto, y las normas del derecho internacional o del derecho humanitario que se desprecian en todos los ámbitos del derecho a la vida. El capitalismo cuya ley inevitable es el incremento de la tasa de ganancia y la explotación de los trabajadores, recurre a la fuerza para superar su propia crisis y expandir sus mercados.
Los métodos de la guerra ¿El coronavirus?
Después de haber fracasado el último método genocida de los Estados Unidos: el bloqueo y embargo económico sobre Cuba, Venezuela, Corea e Irán, por no mencionar algunos otros, como el de Chile de Allende, con antecedentes en toda América Latina, Washington –que siempre ha entendido la importancia de la guerra psicológica y comunicacional-, ha empezado a lanzar una campaña terrorífica para desprestigiar a China con el asunto del coronavirus.
En principio se trata de sugerir que China cuya respuesta a la epidemia ha sido ejemplar según la propia Organización Mundial de la Salud, está proporcionando datos falsos de víctimas en sus tres grados de afectación –infectados, sospechosos, curados y muertos- muy inferiores a los que realmente se han producido. Las razones y causas lanzadas para la sospecha, en relación con estos datos, serían varias: la intención de las autoridades chinas de alterar la información, las presiones sobre los profesionales chinos para que alteren los diagnósticos sobre las causas de los fallecimientos, o a las deficiencias en los procedimientos de detección de los infectados, muy precarios –según afirma el periódico de Taiwan que filtra la noticia.
Fieles a su tradición humanitaria, ninguno de los países de Occidente ha enviado ni un solo médico, ni ayuda de equipos o material médico para alterar la tragedia en China que si no es controlada puede convertirse en una pandemia de extensión mundial. Habría que fijarse en el origen de la fuente informativa el Taiwan News, y en la manera ladina con la que lanza la sospecha atribuyéndola a una filtración de la compañía china Tencent.
La filtración sería debida a un error, intencionado o no; o a una filtración realizada por un “disidente” que quiere que en el exterior se conozca la verdad. En las próximas semanas sabremos cuál es la respuesta a todas las preguntas y a otras más que se van a plantear en ese tiempo. ¿Es acaso la epidemia del corona virus una manera de negociar la guerra comerciar con China? ¿No nos recuerda esto la guerra bacteriológica de los EEUU contra Cuba, que causó la extensión del dengue hemorrágico?
Como he dicho hasta aquí, todas estas preguntas responden a conjeturas. Los EEUU y su gran aliado el Reino Unido no han tenido hasta el momento reparo alguno para utilizar la guerra química o bacteriológica –incluso las Guerras del Opio-, contra China. ¿Qué está ocurriendo en Wuhan?
La información lanzada desde el diario Taiwan News es la siguiente:
La compañía china Tencent habría filtrado por accidente las cifras reales sobre las víctimas mortales y los contagiados por el coronavirus 2019-nCoV, sospecha el diario Taiwan News.
Ese medio taiwanés publicó dos capturas de pantalla del ‘Rastreador de la situación epidémica’ de la tecnológica que muestra cuatro columnas —casos nacionales confirmados, situaciones sospechosas, curados y muertos— con las cifras presuntamente actualizadas del impacto de esa epidemia.
El rotativo chino destaca que los números del pasado 1 de febrero eran «astronómicamente más altos» que la estadística oficial: 154.023 infectados (unas 10 veces superior), 24.589 muertos (80 veces más) y 79.808 casos sospechosos (el cuádruple), mientras que los 269 curados eran un número levemente inferior. (…)
¿Error o filtración?
Al día siguiente, Tencent actualizó esa tabla con datos oficiales. En la segunda captura de pantalla, tomada a las 16:03 del 2 de febrero, se ven 14.446 infectados, 19.544 casos sospechosos, 351 curados y 304 muertos.
Esta modificación de «cifras extremadamente altas» habría tenido lugar «al menos en tres ocasiones», cuando esa empresa habría «reducido rápidamente» esas cifras para adaptarlas a «estadísticas aprobadas por el Gobierno» de China, reportó ese periódico.
(Fuente: ¿Ha filtrado una compañía china los datos ‘reales’ sobre las muertes por el coronavirus?)